Una transición ecológica que pasa necesariamente por los ciclos combinados

La recuperación post-Covid no va a producirse sin un espectacular desarrollo de las energías renovables. Es necesario disponer de nuevas maneras de consumir energía, de una manera más eficiente y respetuosa con el medio ambiente. Ya, antes de la pandemia, los distintos gobiernos de la UE habían establecido ambiciosos objetivos de reducción de emisiones de CO2 y de penetración de energías renovables en los planes nacionales de energía y clima (PNIEC) y diversas estrategias de lucha contra el cambio climático. La recuperación post-Covid obliga a que estos planes se hagan realidad. Son tiempos de plena revolución verde, de pisar el acelerador y actuar.

En España, el PNIEC establece para el 2030, una penetración acumulada de energías renovables de 20 GW adicionales a los actuales en eólica y 40 GW en fotovoltaica, junto con el cierre de centrales de carbón y nucleares.

Adicionalmente, prevé un crecimiento sostenido de la demanda de electricidad, fruto de una sociedad cada vez más electrificada y persigue un fomento claro del almacenamiento y apuesta por el vehículo eléctrico. Como vector paralelo de la transición, el PNIEC impulsa los gases renovables como es el hidrógeno verde.

Los objetivos son, por tanto, múltiples, correlacionados, muy ambiciosos y retadores. Para poder articular todos, el mismo PNIEC define la permanencia en el sistema de los 26 GW instalados actualmente de ciclos combinados. Es lógico. España debe seguir beneficiándose de un mix muy diversificado en el que todas las tecnologías de generación sumen, y que a su vez ponga en valor una tecnología basada en gas natural (muy respetuosa con el mundo bajo emisor de carbono) que está disponible y no requiere de nuevas inversiones. Dicho de otro modo, el PNIEC establece que no hay posibilidad de evolucionar en renovables sin tener muy en cuenta a las centrales de gas.

La propuesta del PNIEC tiene todo el sentido. Los ciclos combinados son claves para garantizar el suministro, particularmente en momentos del año en los que el resto de las tecnologías no alcanzan a cubrir, bien por motivos de muy elevada demanda, o bien ante fenómenos anticiclónicos con ausencia de eólica.

Sin embargo, hay un punto que el PNIEC no aborda: el diseño del mercado eléctrico actual, basado solamente en retribuir la energía producida, resulta insuficiente para garantizar la viabilidad económica de la inmensa mayoría de esos 26 GW de ciclo combinado. De hecho, el PNIEC establece unos niveles previstos de producción media de la tecnología que confirman la inviabilidad económica del ciclo combinado medio, si se tienen en cuenta solamente las previsiones medias de precio de OMIE durante la década (en el rango de los 38-42 EUR/MWh). En conclusión, esta regulación actual no es compatible con los objetivos que esta misma regulación, vía el PNIEC, establece.

Para que el PNIEC sea una realidad tangible en todos sus objetivos, es urgente el desarrollo de mecanismos de remuneración de capacidad que permitan que estas centrales puedan cubrir, de un modo razonable, sus costes operativos más allá de los ingresos procedentes de la venta de electricidad.

No se trata de asegurar una mínima rentabilidad industrial para estas centrales, sino de que el regulador haga viable y sostenible el modelo que busca regular. Y, para ello, es necesario retribuir esa capacidad de generación para que esté disponible de manera adicional al propio mercado. Sólo así se dotará de estabilidad al sistema eléctrico y se lograrán los objetivos del PNIEC.

Preocupante situación

En septiembre se planteó una consulta no vinculante al sector sobre diseñar un mecanismo de capacidad que dotara de visibilidad a largo plazo a todos los agentes implicados. Muy poco se sabe desde entonces, más allá de que la gran mayoría de las centrales de ciclo combinado están cada vez más lejos de recuperar sus costes operativos.

El escenario es claramente inconsistente. Por un lado, la Administración lanza señales a los ciclos combinados respecto a la necesidad clara de que se mantengan en el sistema. Por otro, la misma Administración no propone soluciones y vemos como, desde 2018, se reducen o eliminan los mecanismos de apoyo a las centrales de gas. Y, además, el consumidor sigue pagando y el sistema sigue recaudando a través de los peajes y cargos, en concepto de pago por capacidad, unas cantidades que no se utilizan para retribuir esa capacidad firme.

El sector del gas necesita ya un marco regulatorio claro, robusto, estable y sólido. Un mecanismo de capacidad bien diseñado, dando visibilidad, a medio y largo plazo, tanto a los agentes generadores en mercado como a los operadores del sistema y a los consumidores. Sin perjuicio de las muy diversas soluciones tecnológicas, los ciclos combinados son la tecnología más competitiva. Sus inversiones están ya realizadas y su buen desempeño técnico está contrastado.

Si no se actúa de manera rápida y decidida sobre el modelo de mecanismos de capacidad que el mix energético español necesita, existe el grave riesgo de que los objetivos PNIEC queden en un mero limbo inalcanzable. Precisamente por eso, es tiempo de tomar decisiones concretas, de ser audaces y ambiciosos, y de pensar a lo grande respecto al mix de generación que España necesita y que España se puede permitir.

Al igual que se están estableciendo sendas claras y mecanismos de fomento para la penetración de renovables (subasta 26 de enero y esquemas subsiguientes) y para el desarrollo de nuevas tecnologías de generación basadas en metano, hidrógeno, biomasa, etc., es perentorio definir estas sendas para otras tecnologías, muy arraigadas en el sistema, como los ciclos combinados de gas. Solo de esta manera seremos, todos juntos, capaces de avanzar en el camino de la transición ecológica que España necesita.