Sin nueva normalidad

La nueva normalidad es un concepto que me suena a novela de Orwell, en la que de la noche a la mañana nos han impuesto unas costumbres sociales que nada tienen que ver con las anteriores. Sin embargo, en el sector de la energía y en plena transición, estamos muy lejos de esa nueva normalidad.

Todos tenemos claro el objetivo, hacer de las energías renovables la piedra angular de la generación de electricidad y que esta sirva para descarbonizar transporte y calefacciones en la Unión Europea. En otras palabras, electrificar la demanda y liderar la transición en la lucha contra el cambio climático, y viendo cómo este viaje hacia la “nueva normalidad” abarata también los costes de la energía y visibiliza los costes de la generación con combustibles fósiles que, hasta ahora, eran externalizados. Pero, en la ecuación, estamos modificando tantas variables que es difícil definir cómo será nuestro futuro energético.

Mientras el protagonismo en potencia instalada es para la fotovoltaica, que se compara en términos de maduración con la eólica, asoma, cada vez menos perezosa, la hibridación de tecnologías y, por supuesto, el almacenamiento que, asociado a la generación, podrá permitir la participación de las renovables en los mercados de ajustes, dar estabilidad a la red y mejorar la amortización de las infraestructuras de evacuación necesarias para el transporte y la distribución de la nueva generación renovable. Las redes, van a participar activamente en los intercambios de energía que se darán entre prosumers. Una parte de la sociedad querrá participar activamente en esta transición y una mayoría, simplemente, piensa en euros y buscará pagar menos por la electricidad consumida. El autoconsumo que debe crecer de manera ordenada y ser sostenible en el tiempo, huyendo del oportunismo, será clave en un país como el nuestro para dotar de energía barata a varios millones de hogares españoles.

En el mercado eléctrico llegan los precios negativos y, posiblemente, las consignas de parada de centrales, no por razones técnicas sino económicas. Como el futuro es consecuencia de los actos del pasado, cabe mencionar el delicado equilibrio entre costes e ingresos del sistema eléctrico. Es evidente que la transición busca abaratar los precios de la electricidad que el ciudadano tiende a confundir con la propia factura eléctrica, pero si no queremos volver a incurrir en un déficit tarifario, los precios de la energía en el pool tendrán que mantener unos niveles adecuados, proporcionar un retorno económico a los que invierten en la economía verde y armonía entre los costes y los ingresos.