Si hacemos las cosas bien, el despegue de las baterías será brutal e inminente

El almacenamiento con baterías está de moda y no por casualidad. El nuevo modelo energético tiene en el almacenamiento depositadas muchas de sus esperanzas, -sino todas-, porque la entrada masiva de energía renovable en el sistema eléctrico nacional necesita de un componente que permita que la energía sea segura, observable y, en definitiva, gestionable. Y las baterías, en cualquiera de sus modalidades de implantación (detrás o delante del contador –BTM o FTM) están preparadas para cumplir esta función de ofrecer seguridad y estabilidad al sistema eléctrico. Entonces, ¿por qué no se están implantando baterías ya mismo de forma masiva? Porque antes hay deberes que hacer, grandes retos aún que superar, y que son:

De una parte, debemos concluir con los protocolos de conexión de las baterías a la red (híbridas o stand alone) lo que permitirá que el almacenamiento sea una herramienta más del sistema en beneficio de la propia red. En este sentido, se esperan grandes avances en la nueva redacción del PO 12.2 que el sector ha venido trabajando con REE en los últimos meses. En paralelo, es necesario -y es un gran reto que suceda a lo largo del presente año-, que la administración, liderada por el MITECO y la CNMC, diseñe los parámetros básicos del mercado del almacenamiento, ofreciendo señales de precio claras y previsibles a los inversores. Este mercado no debe sustentarse sólo en dar forma al mecanismo de capacidad, aunque también será un gran reto clarificar este mecanismo en 2021.

Por otro lado, tenemos ante nosotros una oportunidad sin igual con la llegada de los Fondos de Recuperación y Resiliencia, que sin duda van a estimular el desarrollo de almacenamiento con baterías. El buen aprovechamiento de estos fondos debería tener tres ejes de actuación: (i) estimular, reforzar, consolidar y expandir la industria nacional y europea, tanto en la fabricación de bienes de equipo como en la articulación de todos los servicios que los acompañan y aportan el verdadero valor a la tecnología; ii) activar sandboxes que tengan como objetivo testar nuevos modelos de negocio y nuevas tecnologías, así como poner a prueba la madurez de las ya existentes para sacar a la luz el valor tecnológico que reside en los muchos centros de investigación de nuestro país; iii) y estimular los programas de formación profesional que ayuden a la preparación de una mano de obra, hoy escasa y poco preparada pero mañana absolutamente necesaria, que tendrá acceso a trabajos bien remunerados y de larga duración.