Retos del sector de la energía en el futuro: inversión, tecnología y autoconsumo

La energía siempre ha sido un sector clave en toda sociedad. Sin energía no hay desarrollo económico y humano posible. Sin perjuicio de ello, en el último decenio su protagonismo ha crecido al verse inmersa en un proceso de transformación sin precedentes en el marco de una transición global hacia una economía sostenible. Son varios los paradigmas sobre los que se asienta su futuro, pero dos ideas predominan: la descarbonización de la generación y la electrificación de la sociedad. Sin perjuicio de que podemos hablar de muchos temas a futuro, quiero centrar la atención en tres aspectos: las ingentes inversiones financieras necesarias, el desarrollo tecnológico pendiente y la revolución en el acceso y consumo a la energía que se intuye.

Estamos inmersos en un proceso de sustitución de la típica cesta de generación que combina energía nuclear, térmica y gas con algo de renovables, a un nuevo mix en el que las renovables (en un sentido amplio) serán la principal fuente de generación, quedando el gas o la nuclear como energías de respaldo y desapareciendo el petróleo y el carbón. Este proceso exigirá un esfuerzo inversor sin parangón en los próximos lustros, combinando recursos públicos y privados. El proceso ya está en marcha y es imparable, pero no habrá revolución energética sin inversión y ésta va a requerir un esfuerzo de toda la sociedad para redirigir muchas inversiones a este sector.

El segundo aspecto es el tecnológico. El gran cambio no será posible sin una evolución tecnológica. La batería es la piedra angular de la revolución energética. Conseguir que tenga una capacidad de almacenamiento real a un precio competitivo es el desafío de una generación. A partir de la evolución de las baterías, todo es posible y no hay límites. No obstante, no todo es cuestión de baterías, la hibridación, la combinación de fuentes de generación renovables y gas, la implantación del hidrógeno y otras cuestiones, van a desafiar al ingenio humano. La cuestión no va a ser solo cómo hacerlo posible, sino también que sea viable económicamente.

Por último, lo anterior va a llevar a un cambio hoy solo intuido en al acceso y consumo de la energía. El autoconsumo y la generación distribuida están dejando de ser palabras para ser realidades poco a poco. Su potencial es descomunal. Cómo viabilizar lo que hoy se presiente que puede ser el futuro es el tercer reto sobre el que queremos llamar la atención. La flexibilidad que aportan las renovables combinadas con avances tecnológicos van a abaratar la energía y aproximarla al consumidor. Ello exigirá nuevos modelos de negocio y operadores modernos que se adapten a la otra realidad. Las dificultades y resistencias serán muchas, pero el proceso ya está lanzado.