Optimismo para el sector eléctrico español a 2030

La nueva Ley Española de Cambio Climático y el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), garantizan que nuestro sector experimentará una transformación radical durante esta próxima década hacia una mayor presencia de energías renovables en una sociedad cada vez más electrificada, sin olvidar el papel que debe jugar el gas como gran vector de transición y otras nuevas tecnologías para la descarbonización plena en 2050. En un contexto durísimo, tras año y medio de dura lucha contra la Covid-19, el sector sale reforzado al ser garante de una recuperación que tiene que ser, forzosamente, verde.

El horizonte 2030 servirá para cerrar todo el parque generador en carbón y buena parte de las centrales nucleares. Para entonces, la capacidad eólica se habrá prácticamente duplicado y la capacidad fotovoltaica se habrá multiplicado casi por cinco. La gran cantidad de proyectos ya tramitados (más de 100.000 MW), junto con el apetito por desarrollar nuevos y la apuesta de la Administración por desarrollar estos proyectos a través de subastas y otros incentivos, hacen prever que el horizonte del PNIEC se vaya a quedar muy probablemente corto respecto a sus objetivos. Mas aún, la siguiente etapa traerá a nuestro mix generador tecnologías que no son maduras actualmente, como el almacenamiento a través de baterías o la eólica marina en nuestras costas. También aparecerán al final de la década nuevas centrales de bombeo. Y, sin duda, se consolidará la apuesta por el hidrógeno verde que sirva para el almacenamiento de electricidad renovable y para dinamizar nuestra industria. España está llamada a desarrollar toda una cadena de valor industrial en torno al hidrógeno de origen renovable.

Considero que no debemos olvidar el papel de los ciclos combinados de gas como tecnología que asegure el balance de generación y demanda. La transición energética debe hacerse teniendo en cuenta a todas las tecnologías disponibles. Una transición energética justa no puede dejar atrás a ninguno de los medios de producción que aporten al objetivo común. En ese sentido, el gas es una tecnología de enorme valor, ya que no puede darse una transición energética basada exclusivamente con tecnologías no gestionables. En síntesis, es un momento excelente para apostar decididamente por el sector energético en España: para trabajar, invertir, gestionar o escribir sobre este. Estamos ante un periodo apasionante de expansión y de revolución que merece la pena seguir. No me cabe duda de que las páginas de la revista de Energía de elEconomista, seguirán haciéndolo con rigor, maestría y profesionalidad. A todo su equipo, mi enhorabuena y mi brindis más cariñoso por estos cien números y, al menos, por otros cien más.