La gestión integral de activos: palanca de la transformación energética

El camino hacia las energías renovables está conformando uno de los periodos más cruciales y prometedores de la historia del sector energético. Una apuesta colectiva de la que, afortunadamente, desde hace pocos años se pueden vislumbrar los primeros indicios de viabilidad y estabilidad. La Agencia Internacional de Energías Renovables apuntaba que, a finales de 2020, España ya contaba con casi 60.000 megavatios verdes instalados, lo que ubica a nuestro país en el octavo puesto con mayor capacidad renovable del mundo. Los inversores y analistas identifican este sector como uno de los más esperanzadores, en un año en el que se prevén en Europa que las inversiones superen los 60.000 millones de euros. Asimismo, se espera que en los próximos años -en los que se van a destinar a la transición ecológica la mayor parte de los fondos europeos- la instalación de plantas de energía renovable será una de las principales vías que impulsarán el motor económico en nuestro país.

Datos como estos ponen de manifiesto que las normativas regulatorias, la inversión pública o las estrategias empresariales están configurando el mejor engranaje para una transformación global que seguirá surtiendo efecto en la medida en que sus principales impulsores privados desarrollen una estrategia integral, cohesionada y sostenible, con especial atención al 2030. Un año clave en España, ya que para entonces se prevé que nuestro país haya cumplido con el Plan Nacional de Energía y Clima que contempla, entre otros puntos, que el 74% de la electricidad generada tendrá que provenir de fuentes renovables o que se instalen unos 30 GW de nueva potencia fotovoltaica y 20 GW de eólica. Una inversión del orden de 20.000 millones y unos 15.000 millones, respectivamente. Un desafío mayúsculo pero factible.

Actores del sector privado como los Independent Power Producers (IPPs), fondos de inversión, family offices o desarrolladores, entre otros, están llamados a desempeñar un papel protagónico en la transformación energética. El reto más acuciante es, sin duda, la gestión integral de activos en energías renovables capaz de concentrar distintas áreas operativas. Una gestión que permita seguir los proyectos energéticos en tiempo real, incrementar el rendimiento y la producción de energía, y reducir los costes operativos gracias a las sinergias, una perspectiva nacional e internacional de las tecnologías energéticas o una metodología sólida caracterizada por la agilidad y simplificación. Retos, en definitiva, que, junto a la firme apuesta de la Administración Pública, convertirán a las organizaciones que se dedican a la gestión integral de activos en garantes de la transformación energética, la sostenibilidad y la competitividad.