La fotovoltaica, aliada de la biodiversidad y el medio ambiente

Gobiernos y organismos supranacionales han aprobado ambiciosos objetivos para que en 2050 las emisiones sean cero. Un compromiso que no podrá cumplirse sin que el progresivo desarrollo de las energías renovables, en especial la fotovoltaica por ser la de menor coste y más sostenible, tenga un papel fundamental. Se hace necesario utilizar todas las herramientas a nuestro alcance, incluidas las plantas de gran y mediano tamaño, así como la generación distribuida, aunque parece evidente que solo con esta última será imposible alcanzar la meta prevista. Uno de los aspectos que más controversia ha creado en las últimas semanas es el supuesto efecto negativo de las renovables sobre la biodiversidad. Algunos grupos consideran que las plantas afectan a la fauna y flora de los terrenos donde se ubican, además de al propio desarrollo agrícola y ganadero de la zona. Uno de los grandes retos del sector es convencer de que dicha consecuencia no puede estar más lejos de la realidad. Recordemos algunos datos: la superficie dedicada a tierras de cultivo en España ascendía a 16,8 millones de hectáreas en 2019. En el supuesto de que en 2030 se alcanzara en su totalidad la previsión de 39 GW de fotovoltaica instalados en España, esa cifra supondría ocupar apenas el 0,5% del total de terreno cultivable, si es que se llegara a ocupar, algo que no suele ocurrir porque intentar alquilar suelo agrícola para una planta fotovoltaica no es rentable. Es importante señalar que, además, el 55% del territorio nacional está protegido, según datos del MAPA. ¿Qué está ocurriendo entonces para que se lancen mensajes, en algunos casos muy negativos, contra el desarrollo de parques de renovables?

Cabe recordar que la nueva fórmula que entró en vigor el 1 de julio para obtener puntos de acceso y conexión se convirtió en una verdadera odisea. Al final, el MITECO ha decidido sacar a concurso una buena parte de la capacidad existente. En cualquier caso, el movimiento de incesante búsqueda de puntos de acceso está creando más ruido del deseable y transmite la sensación de que se pretenden construir muchos más parques fotovoltaicos de los que por el cumplimiento de objetivos PNIEC serían necesarios. Por otra parte, es conveniente reseñar los movimientos de determinados grupos que, con objetivos convenientemente disfrazados, intentan anteponer intereses propios a los de una sociedad demandante de electricidad limpia y barata, procedente de instalaciones renovables que en su desarrollo crean empleo y riqueza para las comunidades donde se asientan. Explicar y convencer de que los parques solares juegan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático constituye un desafío que estamos dispuestos a asumir y dar respuesta. A ver si al final la falta de previsión provocada por políticas cortoplacistas e ineficientes, junto a mensajes lanzados por algunos grupos con intereses poco claros, van a conseguir retrasar la necesaria transformación hacia una economía sostenible que de verdad beneficie a la sociedad. Si no hay renovables sí que nos quedaremos sin biodiversidad.