La colaboración público-privada para lograr los retos energéticos futuros
La energía copa los titulares de prensa y no es para menos. Nos encontramos en la primera etapa de una revolución que pretende cambiar las fuentes de energía del planeta en apenas 30 años. Para conseguir este reto tendremos que asumir, e intentar minimizar, los efectos secundarios que producirán los cambios de mercado y regulatorios. Por ejemplo, recientemente las restricciones de emisiones de CO2 de la Unión Europea para fomentar la descarbonización, y el mercado asociado de CO2, han causado grandes subidas de los precios de electricidad. El gran reto que tenemos es trabajar entre empresarios y organismos públicos, para crear un marco normativo y de mercado, que nos permita liderar la descarbonización, minimizando los efectos secundarios. Si la conexión publico privada funciona, España debería salir reforzada debido a que tiene uno de los sistemas energéticos más robustos y un tejido empresarial de energías renovables y convencionales envidiable.
Para descarbonizar el sistema eléctrico, es necesario eliminar las barreras y promover la generación distribuida. De este modo, se reducirá la generación centralizada y cada consumidor producirá su propia energía o la de sus vecinos. Como todo proceso distribuido, genera cierto vértigo porque se pierde el control centralizado, pero es necesario crear un modelo escalable, que permita la conexión directa de cualquier autoconsumo a red, manteniendo la seguridad del sistema. Es necesario también aumentar la generación renovable centralizada del 40% actual al 100%. El mayor problema de las renovables es que solo producen energía cuando hay sol, viento o agua y los consumidores necesitan energía las 24 horas del día. Por ello, para alcanzar el 100% de producción renovable, habrá que fomentar la respuesta de la demanda y el almacenamiento de energía a través de baterías, centrales de bombeo hidráulico o hidrógeno.
Además, se está terminando de crear un mercado energético unificado en Europa. Esto supone que todos los países funcionen de forma similar produciendo también necesidades de adaptación en cada mercado. Quedan varias tareas pendientes como la integración de los mercados de balance, el aumento de las conexiones internacionales, facturar por cuartos de hora, mecanismos de agregación de demanda para el pequeño consumidor, crear una base de datos de contadores común o la protección de los consumidores vulnerables y liberalización efectiva del resto de mercado. Mas allá del sector eléctrico la revolución energética incluirá la descarbonización del transporte -coches, camiones, aviones, etc.-, de los sistemas de calefacción o de los procesos industriales. Cada uno de estos sectores se enfrentará también a importantes retos y todavía no está claro qué parte de la descarbonización se realizará a partir de combustibles sustitutivos como el hidrógeno y qué parte se realizará electrificando y conectando los equipos consumidores a la red eléctrica -coches, calderas, etc.-.