En el nuevo modelo energético hay espacio para que todos ganen

Que el modelo energético está sufriendo una profunda transformación es un hecho que constatamos cada día. La implantación masiva de nuevas fuentes de generación renovable así nos lo hace ver. Sin embargo, esta implantación que parece sencilla no está exenta de importantes retos a los que hacer frente, y que desde nuestra óptica resumimos en tres: la gestionabilidad de la generación renovable, la previsibilidad de los ingresos a percibir y la plena aceptación social de las nuevas fuentes de energía.

La entrada masiva de EERR en el sistema eléctrico tiene, por definición, un efecto distorsionador en la calidad y garantía de suministro eléctrico que obligará al sistema a seguir dependiendo de fuentes de generación no renovables, como son los ciclos combinados. Esta dependencia seguramente se mantendrá durante muchos años, y es bueno que, de alguna manera, así sea, pero también es muy importante que se de entrada a elementos complementarios o sustitutivos de los mismos, como es la presencia cada vez más relevante de sistemas de almacenamiento de baterías que tienen como principal función la gestionabilidad, no solo de las plantas fotovoltaicas y eólicas, sino de la propia red eléctrica. Pero esta entrada del almacenamiento en el sistema eléctrico solo tendrá lugar si se diseña un entorno regulatorio y financiero estable, perdurable y previsible. Solo con unas reglas del juego claras que permitan a los inversores conocer los servicios que el almacenamiento puede prestar al sistema y los ingresos que pueden percibir por ello, los riesgos serán medibles y la expansión de las EERR será masiva, haciendo que poco a poco el modelo energético sufra una profundísima transformación. Si, además, sabemos aprovechar el impulso de los Fondos de recuperación, apoyamos nuestra creación de valor tecnológico en proyectos de I+D+i propios, apostamos decididamente -está vez sí- por la industria nacional y sabemos sacar el máximo partido de las nuevas tecnologías de gestión (digitalización, IoT, etc.), habremos avanzado hacia un nuevo modelo energético de cuyo alcance aún no somos plenamente conscientes porque nada o casi nada será como ha sido hasta ahora. Pero todo este avance se enfrenta, seguramente, a su principal reto: este nuevo modelo energético tiene que ser el resultado de un éxito colectivo, un triunfo compartido por toda la sociedad fruto de un consenso social. Y, en este sentido, es prioritario resolver con urgencia los conflictos que se están produciendo entre el mundo rural y la promoción de proyectos. En este nuevo modelo energético hay espacio suficiente para que todos seamos ganadores: propietarios, agricultores, CCAA y municipios -muchos de ellos situados en la España vacía-, y también los promotores de proyectos, para que seamos capaces entre todos de trazar la mejor ruta para llegar al único puerto posible, un planeta descarbonizado.