El gas, clave en la descarbonización de la economía
La presentación, por parte de la Comisión Europea, del paquete legislativo Fit for 55 pone de manifiesto el compromiso comunitario por alcanzar una reducción de las emisiones del 55% en 2030 en Europa, un paso significativo en la descarbonización que requiere máximo compromiso social. Alineada con esta transformación, España tiene la mirada puesta al futuro. Los objetivos de reactivación económica a corto plazo y de transformación de nuestra economía a medio y largo, junto con los objetivos medioambientales fijados por el Acuerdo de París, hacen que avancemos en un nuevo modelo de mix energético que ayude a la descarbonización de la economía, sin renunciar a la garantía de suministro actual. El sector del gas español está plenamente comprometido con la descarbonización de la economía. Para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la UE, debemos encontrar alternativas tecnológicas para alcanzar la neutralidad climática en 2050 manteniendo la competitividad del sector industrial. El sector gasista lleva años contribuyendo a la reducción de emisiones, sustituyendo otros vectores energéticos más contaminantes y dando respuesta -con las infraestructuras existentes- a las necesidades de respaldo a la generación intermitente, permitiendo el desarrollo de las renovables.
Una contribución imprescindible que nos ha permitido avanzar hacia un modelo más sostenible y que requerirá un gran esfuerzo inversor durante los próximos años para afrontar los retos de transformación, con una paulatina sustitución del gas natural por gases renovables en 2050. Estos ocuparán un papel clave en la descarbonización ya que, sin necesidad de grandes inversiones en infraestructuras, contribuyen a la reducción de emisiones de CO2 y fomentan la economía circular. Las sinergias de la red de transporte y distribución gasista existente, sus características funcionales que se adaptan a la variabilidad de la demanda y su capacidad de almacenar y transformar energía de forma rentable, confieren un especial atractivo al biogás y al hidrógeno verde. Y no menos importantes, considerando el reto demográfico, son sus beneficios en las zonas rurales necesitadas de oportunidades económicas para su reactivación. Se calcula que el biometano podría aportar al PIB alrededor de 472 millones de euros y generar entre 15.000 y 25.000 puestos de trabajo para 2030. Además, las zonas de España con gran peso en ganadería y agricultura verían incrementados sus ingresos gracias a la instalación de centros de tratamiento de residuos que generarán biometano para inyectarlo directamente a la red. Sin duda, una muestra inequívoca de su potencial que permitirá avanzar hacia un modelo energético descarbonizado capaz de conciliar los objetivos de sostenibilidad y competitividad con un elevado grado de aceptación social.