El futuro del autoconsumo

En el afán por impulsar la transición energética, encontramos diferentes fórmulas para cambiar la forma en la que la sociedad está acostumbrada a producir y consumir energía; una de las principales es el autoconsumo, que se presenta como una opción realista y que está ganando cada vez más popularidad. El autoconsumo vive actualmente un momento de crecimiento y consolidación en nuestro país. La apuesta por el sector privado se está viendo reforzada por las medidas públicas que se están adoptando, como la aprobación por parte del ejecutivo de un real decreto para conceder 660 millones de euros, ampliables a 1.320 millones, en ayudas para instalaciones de autoconsumo, almacenamiento detrás del contador (ej: baterías) y climatización con energías renovables. Además, el autoconsumo se está viendo favorecido por novedades como el nuevo concepto de “facturación por energía excedentaria del autoconsumo”, que implica un descuento a los usuarios que cuentan con placas solares en casa y que aportan energía a la red. Todo ello refleja una clara tendencia que, entre otros factores, está viéndose impulsada por el fuerte ascenso del precio de las materias primas energéticas y, muy especialmente, el precio de la electricidad en el mercado, lo que propicia un interés creciente por las instalaciones de autoconsumo.

Nos dirigimos hacia una forma nueva de producir y consumir energía, pero no podemos olvidar que, si queremos que el autoconsumo realmente entre en nuestras vidas, debemos transformar y adaptar las vías tradicionales de consumo energético e impulsar un cambio de paradigma social. Aquí entran en juego conceptos como las comunidades energéticas, la tecnología blockchain o el autoconsumo compartido. Para alcanzarlos debemos asentar las bases del cambio que comienza en el propio consumidor. El gran reto radica en transformar al consumidor tradicional en el actor protagonista, impulsando su evolución a prosumer. ¿Cómo lo logramos? Involucrando al consumidor en el ciclo de la generación, de tal forma que este genere la energía que consume y pueda compartirla con otros prosumer, creando así una cadena que conforme una comunidad energética.

Para que estas comunidades energéticas funcionen correctamente debemos impulsar su digitalización, para la creación de un market place energético conformado por prosumers, donde puedan compartir, comprar o vender la electricidad de origen renovable. En este sentido cobra protagonismo la tecnología blockchain. Su aplicación permitirá digitalizar la energía, gestionar los excedentes o garantizar su origen verde. Todo ello fomenta una economía descentralizada y circular, en la que las empresas, los negocios y, sobre todo, las comunidades de vecinos o familias puedan gestionar, almacenar y compartir la energía renovable que generen. Debemos fomentar el autoconsumo compartido con el fin de maximizar el uso racional y responsable de energía e impulsar de manera diferencial la sostenibilidad medioambiental.