Una década ilusionante de sol y viento

El inicio de 2021 marca el comienzo de una nueva etapa en el horizonte renovable español, impulsado por la convocatoria de nuevas subastas públicas, después de un año que nos dejó importantes cambios en materia legislativa, con una prolífica regulación energética aprobada: Real Decreto de Acceso y Conexión, Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), normativas de impulso regional o la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que todavía se está debatiendo en el Congreso.

El objetivo del Gobierno no es otro que crear un marco estable que atraiga la inversión y fomente la actividad económica en toda la cadena de valor de las energías renovables del país, en un contexto económico difícil, lastrado por los efectos de la crisis derivada del Covid. El gran objetivo -recogido en el PNIEC- es ambicioso, pero realista: España aspira a que el 74% de su electricidad sea 100% renovable en 2030. La colaboración público-privada será clave para alcanzar este objetivo, en sintonía con las directrices que marca el nuevo Green Deal europeo en la batalla mundial contra el Cambio Climático.

A pesar de los buenos propósitos del Gobierno, si analizamos -con detalle- los resultados de este primer concurso de megavatios verdes y la construcción de proyectos sin subasta, cabe preguntarnos si son necesarias este tipo de iniciativas públicas. A primera vista, parece una buena noticia para el conjunto de actores del sector renovable nacional, pero no olvidemos que el Estado firma un contrato a 12 años: lo que hoy nos parece barato corre el riesgo de convertirse en una pesada mochila en el futuro.

Además del impulso del Ejecutivo nacional -que persigue esa ansiada Transición Energética-, la UE desempeñará también un papel clave en el despegue del sector renovable español. La inyección económica que recibirá España a través de los fondos comunitarios para la recuperación (140.000 millones de euros: 72.700 millones de euros serán a fondo perdido y los 67.300 millones de euros restantes mediante préstamos) y cómo emplea, de forma eficiente, nuestro país ese importante maná europeo, marcará el devenir del sector y del conjunto de nuestra economía. El objetivo de estas ayudas es mitigar el impacto social de la pandemia y conseguir que los Estados miembro se vuelquen en proyectos innovadores, orientados a la transición energética y digital.

En esta nueva etapa, las renovables tendrán un enorme protagonismo. Y, entre ellas, el hidrógeno verde: una tecnología novedosa que está viviendo un boom en toda Europa. En este sentido, me gustaría subrayar que es positivo -para el conjunto del sector- encontrar un nuevo camino para la generación de energía limpia, pero con mucha cautela: podrían aparecer oportunidades de negocio artificiales, que tienen como único objetivo conseguir subvenciones. Si los proyectos son de verdadero interés y esas ayudas permiten asistir al nacimiento de los primeros proyectos... ¡Bienvenidas sean! Saludo estas medidas, pero envío una advertencia: invertir una gran cantidad de dinero en un modelo de negocio que no ha madurado todavía parece arriesgado.

Además del apoyo de las diferentes administraciones, el viento sopla a favor de las renovables españolas por otros motivos. Más allá de cifras concretas, conviene señalar que la posición de nuestro país es privilegiada, tanto en recursos naturales -sol y viento-, como en terreno disponible -miles de hectáreas, principalmente en zonas rurales- y, en este sentido, partimos con cierta ventaja respecto a nuestros vecinos europeos. Pero no todo el monte es orégano... Los promotores de proyectos renovables deben demostrar que sus parques están 100% comprometidos con el desarrollo sostenible. La ocupación de una gran superficie de suelo rústico podría revertir la buena aceptación social de las renovables en España, si no se cuida, al máximo, el respeto al medio ambiente.

Hibridación y almacenamiento energético, claves para la Transición Energética

Además del hidrógeno verde, la eólica -terrestre y marina-, los proyectos innovadores que apuestan por la hibridación y el almacenamiento energético, serán algunos negocios que despertarán gran interés entre los inversores en 2021. Tanto en el presente ejercicio, como en los próximos años, el almacenamiento energético va a desempeñar un papel relevante por tres grandes motivos: la gestión del sistema -fiabilidad-, la penetración de las renovables y el control de los precios. Es el momento de ser más valientes y que nuestro país apueste, de forma decidida, por estas tecnologías, que ya han demostrado su enorme potencial en mercados como Estados Unidos o Australia. La Ley de Cambio Climático nos brinda la oportunidad ideal para posicionar el almacenamiento de energía como un pilar estratégico para afrontar, con las máximas garantías, la Transición Energética.

La contribución de las renovables al ‘reto Demográfico’ en la nueva década

Este 2021 asistiremos a la puesta en marcha de numerosos proyectos renovables en pequeños municipios, a lo largo y ancho de toda la geografía española, incluyendo aquellas regiones más afectadas por el fenómeno de la España Vaciada.

Estas tecnologías contribuirán, de forma directa, a la fijación de población mediante la creación de riqueza y empleo. Además de puestos de trabajo, los ciudadanos se beneficiarán de las inversiones y el impacto económico derivado de la actividad del sector. Me refiero, en concreto, a los impuestos que pagarán las compañías de energías limpias y que se convertirán en proyectos tangibles -presupuestos de los Ayuntamientos- para la población: centros de salud, escuelas, pabellones deportivos, mejores accesos, nuevas infraestructuras.

La colaboración público-privada será, una vez más, clave para dar el impulso definitivo al sector renovable español y hacer realidad esta ilusionante década de sol y viento que tenemos por delante.