Nuevas tarifas: eficiencia para una transición energética que se nota en el bolsillo

Uno de los mayores quebraderos de cabeza para el consumidor, en lo que a la energía se refiere, viene a la hora de saber interpretar su factura. Una cuestión clave para alcanzar el objetivo último de cualquier economía familiar: maximizar el ahorro.

Desde Feníe Energía llevamos más de una década insistiendo en la misma idea: la clave del ahorro está en nuestros hábitos de consumo, en la eficiencia. Una herramienta que no solo supone una ventaja para el consumidor, sino que también se presenta como una de las principales palancas de cambio para la transición energética.

Las empresas energéticas y las administraciones públicas tenemos la obligación de concienciar y animar al consumidor a adoptar un modelo de consumo basado en la eficiencia, pero a la vez, para incentivar ese comportamiento, el consumidor tiene que ver recompensado el esfuerzo.

Feníe Energía lleva defendiendo un fundamento desde el primer día: si quieres ahorrar dinero, consume menos siendo más eficiente. Hasta ahora, el término fijo de la factura impedía trasladar al cliente todas las oportunidades de ahorro que conlleva un modelo de consumo eficiente. Las nuevas tarifas incrementan la parte variable de la energía que consume el cliente y rebajan el término fijo por tener acceso a la red eléctrica. Este cambio permite que sea más rentable disminuir el consumo aplicando medidas de eficiencia o generando tu propia energía.

Ahora bien, no sería justo depositar en el cliente toda la responsabilidad de un sistema que también debe ser eficiente en sí mismo. Una de las claves está en distribuir el consumo de manera temporal, es decir, que no consumamos todos al mismo tiempo. La nueva discriminación horaria, con tres periodos diferentes en función de la hora, persigue precisamente ese objetivo. Antes, la mayoría de los consumidores no tenían incentivos para evitar consumir en horas punta. Ahora, todos tendrán una fuerte señal de precio para no consumir todos a la vez.

El nuevo sistema tarifario también avanza en el objetivo común de avanzar en la transición energética, partiendo de una premisa: el futuro es eléctrico y renovable. Alcanzar las cero emisiones pasa por ir electrificando más servicios y generando energía de manera renovable y distribuida.

Las nuevas tarifas han puesto un coste muy bajo de peajes a la energía generada cerca del lugar de consumo, fomentando el autoconsumo colectivo. Además, se han creado tarifas especiales para la infraestructura de recarga rápida de vehículo eléctrico. El modelo de negocio de este tipo de infraestructura tenía una alta incertidumbre porque los costes fijos eran muy altos.

Con todo esto, el cambio en general se presenta como una gran oportunidad para el cliente y a la larga seguro que será beneficioso. Sin embargo, va a ser un reto explicar a nuestros clientes cómo deben cambiar sus hábitos de consumo para aprovechar los peajes y cargos más bajos. La recaudación total con esta nueva tarifa debería ser la misma que con las antiguas tarifas. Sin embargo, después de realizar un estudio detallado, creemos que la mayoría de los clientes verán aumentada su factura eléctrica y solo podrán bajarla los que adapten sus consumos a las nuevas tarifas.

Si lo conseguimos, además, será algo muy positivo para las comercializadoras orientadas al cliente, a la eficiencia y a las renovables. Estos servicios darán más valor al cliente que ahorrará más dinero con una compañía que apueste por la eficiencia, como Feníe Energía a través de sus Agentes Energéticos, que con una compañía de precios low cost.

Confiamos en que REE, CNMC y Ministerio avancen decididamente hacia una mejor difusión del dato de consumo, imprescindible para acompañar al cliente en este cambio de tarifas. Las comercializadoras necesitamos los datos de consumo de nuestros clientes en tiempo real para poder aconsejarles cómo y cuándo consumir. Ahora recibimos los datos tres días más tarde.

Por otro lado, y aunque estamos seguros de que el cambio puede tener efectos muy positivos, creemos que es necesario ir más allá con medidas complementarias como la flexibilización de la potencia contratada o el fomento de un mercado más competitivo.

Ahora mismo, los consumidores solo pueden cambiar de potencia una vez al año. Con el confinamiento se permitió a los negocios adaptar su potencia y creemos que fue un éxito. Esto permitiría que empresas en crisis puedan hacer más pequeños sus negocios, que ciudadanos que estén pasando un bache en sus trabajos puedan pagar menos en su factura o que negocios con una necesidad extraordinaria de energía puedan crecer sin miedo a sobrecostes futuros.

Además, vemos necesario incentivar un mercado más competitivo que acompañe el nuevo sistema tarifario para alcanzar más rápido los objetivos que se propone la reforma. La Directiva Europea 944/2019 indica que, en 2021, las grandes empresas no deberían poder acogerse a una tarifa regulada. Entendemos que cuando se inició el proceso de liberalización hace 20 años hubiera que proteger al pequeño consumidor, pero no tiene sentido que, con cientos de comercializadoras en libre competencia, las grandes empresas puedan acogerse a una tarifa orientada a proteger a los pequeños consumidores.

Creemos que es importante apoyar la trasposición de esta directiva porque cuanto más grande sea el mercado liberalizado, más recursos tendrán las comercializadoras para digitalizarse, dar un mejor servicio a sus clientes y fomentar el espíritu de ahorro de estas nuevas tarifas.