La sostenibilidad le marca el ritmo a la economía

La economía y la sostenibilidad se encuentran en un momento muy interesante de su relación. Una relación en la que la sostenibilidad va a ser cada vez mucho más importante. Por poner un ejemplo de actualidad, hemos visto cómo la Comisión Europea ha decidido imponer objetivos más ambiciosos en cuanto a emisiones de gases contaminantes, en el marco del Green Deal, pasando del 40% fijado hasta ahora, hasta al menos el 55%. Es la estrategia de diferenciación de Europa: la recuperación de la crisis pasa por crear una economía más sostenible y resiliente.

La pandemia nos ha mostrado en todo su esplendor la importancia de la sostenibilidad y del análisis de riesgos y la importancia de la cuantificación de los mismos. Ya antes de la Covid-19, hubo un punto de inflexión, con una aceleración importante de las iniciativas de sostenibilidad y de los compromisos en firme por parte de organismos y empresas. Ahora, con la llegada de la Covid-19, se ha demostrado que las empresas que tenían integrada la sostenibilidad en su estrategia son las que están saliendo más airosas de la crisis, porque ya tenían una visión de análisis de riesgos.

Una encuesta reciente de Morningstar mostró que las inversiones relacionadas con la RSC han superado los índices de referencia durante la crisis. Asimismo, la Climate Bonds Initiative, institución de referencia en la emisión de bonos verdes, muestra cómo en lo que llevamos de 2020 se han emitido 125.000 millones de dólares estadounidenses.

Este conjunto de circunstancias ha hecho posible unas perspectivas muy prometedoras para las renovables y la RSC, ya que se prevé que concentrarán mucha inversión en el futuro a corto y medio plazo. Dentro del plan europeo Next Generation EU, el 30% de los 750.000 millones euros de inversiones serán a través de bonos verdes, el 37% se destinará directamente a los objetivos del Pacto verde europeo y se invertirá sobre todo en proyectos europeos insignia. Según el último reporte de Frost and Sullivan, hasta el año 2030 se van a invertir en energías renovables globalmente 3,4 trillones de dólares estadounidenses.

¿Cómo afectarán todas estas tendencias y novedades a las empresas? En un reciente debate online organizado por Schneider Electric, hemos analizado cómo será la recuperación sostenible en los sectores de la alimentación y el retail. Estas industrias sufren presión por cinco frentes: el financiero, el normativo, el de atracción de talento, el de los consumidores y el de la cadena de valor.

Existe un aumento sustancial de los requisitos de sostenibilidad de los inversores. Los fondos de inversión están exigiendo que las inversiones sean totalmente sostenibles. Además, la regulación ambiental va a ser cada vez más restrictiva con nuevas prohibiciones sobre todo en el uso del plástico o de los residuos.

También se observa que el talento está moviéndose hacia empresas sostenibles: el 64% de los millennials no aceptará un trabajo si una empresa no es sólida en RSE. Además, en estos sectores son muy importantes los cambios en las expectativas de los consumidores: los millennials y la generación Z pisan con fuerza y están exigiendo que los productos sean más sostenibles y también un cambio de modelo que vire hacia la economía circular. Lo demuestran las cifras: gigantes como Unilever han visto cómo sus marcas más sostenibles están creciendo un 69% más rápido que el resto de su porfolio.

Son muchos los retos a los que se enfrentan estas empresas, entre ellos la complejidad que supone controlar y reducir las emisiones de carbono de toda su cadena de valor, desde los agricultores hasta la logística. Transparencia y trazabilidad son claves y, para ello, se necesitan nuevas tecnologías digitales.

Trabajar junto al ecosistema y construir alianzas son claves para el desarrollo de proyectos innovadores. Esta semana Walmart ha anunciado un proyecto para ayudar a todos sus proveedores, con un PPA (Power Purchase Agrement) de 1 GW.

Afortunadamente, ya tenemos también ejemplos de empresas en España, como el de Auchan, Saica y Semillas Batlle, que han lanzado al mercado su primer sustrato universal fabricado con compost de residuos orgánicos de sus hipermercados. Hasta el envase está producido con los residuos plásticos de sus tiendas. Es un ejemplo de Economía Circular y cómo cerrar la cadena de valor, algo que tendremos que hacer cada vez más. O, como se habló en el debate, el proyecto que Nestlé ha implementado en su planta de Gerona, donde gracias a una planta de biomasa, con una inversión de más de 17 millones de euros, se van a poder utilizar los posos del café como biocombustible y obtener vapor de proceso. Así, en su cadena de producción, se abastecerá de energía renovable y son capaces de cerrar el círculo.

Más presionadas y con muchos nuevos desafíos que afrontar, las empresas están en un auténtico punto de inflexión. El mandato dual de propósito y desempeño está impulsando agendas corporativas más sólidas y está solicitando que las empresas tengan transparencia en sus riesgos. Hoy en día, la sostenibilidad es un imperativo de liderazgo.

Después de años greenwashing, las empresas deben ejecutar. Es tiempo de actuar. Solo aquellas empresas que integren la sostenibilidad y la resiliencia en sus estrategias de recuperación, podrán seguir siendo competitivas, al tiempo que contribuyen positivamente al cambio climático.

Tal como dijo Frans Timmermans, VP de la Comisión Europea: “El coste de la acción climática puede ser alto, pero nada en comparación con el de la inacción.” ¿Por qué no vemos ese coste como una inversión para crecer y recuperarse al mismo tiempo que mejoramos el planeta? Podemos hacer ambas cosas.