Certezas e incertidumbres del desarrollo renovable en España

Vivimos tiempos de gran incertidumbre por la actual crisis sanitaria y por la crisis económica derivada del parón o ralentización de la actividad que produjo la primera. Sin embargo, existen algunas certezas que deben animarnos en estos tiempos de incertidumbre: por un lado, la ciencia ha avanzado en los tratamientos de la enfermedad y encontrará una vacuna; superaremos esta situación y, además, aprenderemos a convivir con futuras crisis similares; por otro lado, la economía, como ya ha ocurrido en crisis previas, recuperará tarde o temprano los números positivos.

Saber que la crisis pasará, no será consuelo para las víctimas o los enfermos, ni para las empresas que han tenido que cerrar o han visto muy mermados sus negocios. Para los que tienen la suerte de no haberse visto afectados de forma directa por la enfermedad, esta incertidumbre supone una gran preocupación: restricciones de movilidad y de la actividad social, estados de alarma, toques de queda... El no saber cómo será nuestro día a día dentro de semanas o meses nos crea ansiedad. Y esto, en el ámbito empresarial, también resulta crítico.

La incertidumbre no es ajena al desarrollo renovable. En el sector hemos vivido vaivenes regulatorios (recortes, arbitrajes, subastas, moratorias...), así como otros asociados a los propios desarrollos tecnológicos. Por ejemplo, la vida útil de las instalaciones era una incertidumbre cuando empezaron hace años. Hoy sabemos que una planta renovable producirá energía durante treinta o cuarenta años, pero hace no mucho tiempo no sabíamos aún si alcanzarían correctamente los quince o veinte años que se consideraban de vida regulatoria. Y, sobre todo, la madurez tecnológica ha provocado una reducción de costes que, este mes de octubre, Lazard ha cifrado en un 71% para la eólica y un 90% para la fotovoltaica en el periodo 2009-2020.

La velocidad a la que han recorrido las tecnologías renovables su curva de aprendizaje ha cogido a muchas empresas y profesionales con el pie cambiado. La Agencia Internacional de la Energía, tradicional en sus previsiones con respecto a las renovables en general y la fotovoltaica en particular, ha declarado en las últimas semanas que esta tecnología solar ya es la fuente de energía más barata frente a opciones fósiles como el carbón o el gas natural. En este escenario tan cambiante es importante que nos aferremos a las certezas, que también existen. Voy a hacer un pequeño repaso de algunos hechos que afianzan nuestra confianza en un futuro mejor.

La primera de las certezas tiene que ver con el coste de la energía. La evolución de los costes no hará más que aumentar la diferencia. Si hoy, en 2020, las renovables ya son más baratas, el futuro es mucho más prometedor. Lazard, en sus comparaciones, ya no confronta nuevas renovables contra nuevas instalaciones fósiles o nucleares. Compara nuevas renovables contra el coste marginal de las plantas existentes. En muchos casos ya es más económico cambiar que mantener. ¿Ese momento en el que sale más económico comprar un coche nuevo que pasar por el taller con el viejo? Ese momento ha llegado ya para la Transición Energética.

La segunda de las certezas tiene que ver con los objetivos y los planes a nivel nacional y europeo. La otra gran crisis global a la que nos enfrentamos, que es el Cambio Climático, que ya nadie cabal discute, ha dado lugar a que Gobiernos, empresas y sociedad civil en general, todos concienciados, adopten y asuman compromisos ambiciosos que hasta hace poco parecían utópicos. El Parlamento Europeo, en consonancia con el Pacto Verde Europeo, ha aprobado un aumento de la reducción de emisiones de hasta el 60% para 2030. Esto obligará a revisar los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIEC) al alza. En el caso español, ya se contemplaban inversiones del orden de los 100.000 millones de euros en renovables para la próxima década, que aumentarán si lo hacen los objetivos marcados. Si nos vamos más allá del Viejo Continente, encontramos también objetivos ambiciosos en países que tradicionalmente eran grandes contaminantes: China se ha puesto como objetivo ser neutra en carbono en 2060.

La tercera de las certezas tiene que ver precisamente con la eliminación de incertidumbres, en este caso regulatorias. Una de las grandes peticiones del sector renovable ha sido, tradicionalmente, contar con un marco regulatorio estable y predecible. La convalidación del Real Decreto-ley 17/2019 sin votos en contra fue, hace casi un año, una magnífica noticia para el sector. Este texto, que ha dotado de certidumbre económica a las instalaciones renovables por dos períodos retributivos (doce años), se engloba en un gran esfuerzo regulatorio que sienta las bases de la Transición y permite que las empresas acometamos el gran volumen de inversiones requerido para cumplir los objetivos con mucha mayor seguridad.

Tenemos, por tanto, la certeza de que las renovables son y/o serán más económicas que sus contrapartidas fósiles. Tenemos la certeza de que los planes mundiales, europeos y nacionales de descarbonización están en consonancia con unos objetivos renovables crecientes. Y tenemos la certeza de que todo el arco parlamentario apuesta por dar visibilidad y seguridad a estas inversiones. En conjunto, nos encontramos ante las condiciones necesarias y suficientes para que las energías renovables sean un gran tractor de la economía que nos ayudará a salir de la crisis.

En este escenario, donde las renovables son más necesarias que nunca, debemos destinar los fondos de forma eficiente, realizando inversiones inteligentes que nos permitan optimizar la creación de empleo y riqueza. Las inversiones deben servir de impulso a la innovación y la investigación nacional, y a la creación y fortalecimiento de un tejido industrial que permanezca en el largo plazo.

El reciente informe de IRENA sobre la evolución de empleos del sector renovable a nivel mundial, situaba a nuestro país dentro del TOP10 de países que más empleos generan en eólica. ¿La razón? A lo largo de las décadas no solo hemos integrado proyectos eólicos en nuestro mix eléctrico, también hemos desarrollado y cuidado ese tejido industrial que hoy permite generar el 90% de los componentes de un aerogenerador dentro de nuestras fronteras. Apoyándonos en las numerosas certezas de las renovables debemos afrontar los retos que, a buen seguro, vamos a encontrar en su desarrollo. Si lo hacemos, convencidos de sus beneficios y unidos en la Transición Energética, las energías renovables nos devolverán con creces todo el esfuerzo que hemos volcado sobre ellas.