El ‘fracking’, contra las cuerdas
tras la victoria de Biden

Las futuras restricciones a la industria del ‘shale’ en EEUU, obligará a los productores a revisar sus planes de asignación de capital en el futuro.

La victoria de Joe Biden en las elecciones celebradas el 3 de noviembre en EEUU, ha convertido al candidato demócrata en el próximo presidente del país. Su entrada en la Casa Blanca le permitirá poner en marcha un ambicioso programa energético para luchar contra el cambio climático y convertir al segundo país más contaminante del mundo en una superpotencia en energía limpia.

Biden invertirá dos billones de dólares en los próximos cuatro años en nuevos proyectos renovables, eficiencia energética y vehículo eléctrico, para conseguir que EEUU sea neutral en carbono en 2050, una promesa que podría verse afectada si los republicanos mantienen la mayoría en el Senado. En su primer día de mandato, el presidente electo ha prometido que reincorporará al país al Acuerdo de París, del que salió un día después de las elecciones tras la decisión de Donald Trump hace tres años.

El cambio de rumbo en materia de política energética, augura un corto recorrido al petróleo y al gas. El negocio de la fracturación hidráulica (fracking), que en los últimos años ha provocado un auge en la producción de ambos combustibles en EEUU, convirtiendo al país en el mayor productor de crudo del mundo y en exportador neto, no atraviesa precisamente por su mejor momento.

Desde el 1 de enero hasta el 31 de agosto de 2020, 36 empresas de exploración y producción (E&P) de América del Norte, en su mayoría del sector del fracking, se declaraban en bancarrota con una deuda acumulada de más de 50.000 millones de dólares, según un informe reciente de Oil Change International y Rainforest Action Network, a las que se podrían sumar otras 150 empresas norteamericanas a finales de 2022, si los precios del petróleo siguen rondando los 40 dólares el barril.

Aunque Biden ha reiterado en varias de sus apariciones públicas durante la campaña electoral que no tiene intención de prohibir completamente el fracking en terrenos privados, su compromiso pasa por no conceder nuevos permisos de perforación en suelo y aguas propiedad del Gobierno federal, lo que obligará a los operadores a revisar sus planes de asignación de capital en el futuro para afrontar de la mejor forma posible las futuras restricciones.

Los expertos creen que este cambio de estrategia por parte de Biden no se producirá de un día para otro, sino que será fruto de una transición moderada hacia combustibles menos contaminantes en el medio plazo. Actualmente, muchos millones de estadounidenses viven de los combustibles fósiles en EEUU y dejar de subvencionar esta industria y no ayudarla en su reconversión podría crear serios problemas.

Datos positivos en noviembre

La actividad de perforación y fracturación hidráulica en América del Norte está viviendo una especie de montaña rusa este 2020. El primer trimestre del año comenzó con buenos datos en número de operaciones. En el segundo trimestre se produjo un colapso masivo de la actividad, que impactó en el consumo de petróleo y combustibles en medio de una caída de los precios del petróleo, dando paso a un repunte en el tercer trimestre en el que muchos operadores aceleraron los procesos de concesión de permisos sobre las tierras federales en las cuencas de Delaware (Nuevo México) y DJ.

Según Rystad Energy, el fracking en América del Norte ha empezado de forma positiva en noviembre, revirtiendo la desaceleración del 10% que se produjo el mes anterior, alcanzando su punto máximo en septiembre. Hasta el 11 de noviembre -ver gráfico adjunto-, Rystad ha identificado 744 operaciones de fracking en septiembre, un 12% más respecto a las 658 operaciones registradas en octubre.

La Cuenca Pérmica sufrió un descenso en el número de operaciones, pasando de 325 en septiembre a 268 en octubre; sin embargo, la primera semana de noviembre ha sido excepcional, con 120 operaciones iniciadas, según Rystad. Los últimos datos revelan que las regiones de Bakken y Eagle Ford han registrado niveles de actividad más o menos planos entre septiembre y octubre, mientras que la actividad de fracking en la cuenca de Niobrara se recuperó un 30% en esos meses y está empezando fuerte las primeras semanas de noviembre.

En el caso del shale gas, las regiones de Appalachia y Haynesville están exhibiendo una tendencia cíclica durante los últimos cuatro meses, de ahí que su nivel de actividad sea suficiente para mantener los programas de producción actuales ejecutados por los principales operadores de gas. En el caso de las provincias canadienses de Alberta y Columbia Británica, la fracturación hidráulica se ha ido recuperando desde los 26 pozos operados en mayo.

Si bien es cierto que algunos operadores están reduciendo el número de fracturas en el último trimestre, la mayoría está aumentando su actividad, lo que contribuirá a una mayor producción en 2021. En sus Perspectivas de Energía a Corto Plazo de noviembre, la Administración de Información Energética de EEUU (EIA) pronostica que la producción de petróleo crudo en el país disminuirá en la primera mitad de 2021 y aumentará en la segunda parte del año.

Esto será así porque, según la EIA, la producción de nuevos pozos en los seis primeros meses del año no será lo suficientemente grande como para compensar las disminuciones de producción de pozos existentes. Sin embargo, de julio a diciembre, la EIA pronostica que el precio del WTI se mantendrá por encima de los 45 dólares el barril y, como resultado, la producción total aumentará a medida que la producción de nuevos pozos supere las disminuciones de la producción de pozos existentes. La producción anual de petróleo crudo de EEUU, según la EIA, llegará a los 11,1 millones de barriles diarios de media en 2021, lo que supone un 9% menos que los niveles de 2019 y un 3% menos que los niveles de 2020.