Un mercado eléctrico para el siglo XXI

La crisis del COVID-19 está ralentizando la economía y, como consecuencia, ha producido una fuerte reducción en la demanda de electricidad, lo que ha provocado una significativa bajada de los precios del mercado eléctrico de nuestro país.

Cabe recordar que el coste medio de la electricidad en el mercado mayorista en abril bajó hasta los 17,65 euros/MWh, lo que supuso un descenso del 65% respecto al mismo mes del año pasado y una bajada del 36,4% sobre el mes de marzo de este año.

Esta cifra estuvo a punto de ser la más baja de toda la serie histórica que arranca en 2008, tras los 17,12 euros de febrero de 2014. Este descenso se debe, en buena medida, a la fuerte caída de la demanda en aproximadamente un 17% respecto al mismo mes de 2019, aunque también al hundimiento del precio del gas en paralelo al del petróleo.

La actual situación pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de reformar el mercado eléctrico marginalista para que se pueda retribuir de forma adecuada a todas las tecnologías que concurren en el suministro de electricidad. Buena parte del sector está de acuerdo en que el actual diseño del mercado es inadecuado dado su carácter marginal, porque genera problemas retributivos, a la vez que volátil e incierto, lo que le impide ser un asignador eficiente de precio para las tecnologías renovables. Éstas, que no tienen costes variables, pero sí costes elevados de capital, se verán cada vez más afectadas a la hora de realizar las inversiones necesarias para cumplir con los objetivos de descarbonización.

El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico se marcó como una de sus prioridades para esta legislatura la de elaborar normas legales para reformar el mercado, con el objetivo de determinar retribuciones adecuadas.

El actual diseño del mercado afecta, en especial, a las tecnologías renovables que cada vez ocupan un mayor espacio en el mix eléctrico, por lo que es indispensable reformarlo, adecuarlo a la realidad del nuevo escenario que se plantea, tanto desde el punto de vista económico como dentro de la necesaria transición energética que debe llevar a cabo nuestro país si quiere cumplir con los objetivos sostenibles marcados por la Unión Europea.

Por otra parte, es importante que el mercado dé las señales de precio adecuadas a los inversores, asegurando también que los menores costes de las tecnologías renovables se transmitan a los consumidores. Además, el nuevo sistema ha de tener en cuenta las características de las energías renovables y la descentralización de la producción asociada al desarrollo del autoconsumo.

Es evidente que las energías renovables irán aumentando su peso en el mercado eléctrico, por lo que, si hay competencia entre ellas, el precio caerá de manera significativa: incluso por debajo de los costes medios de las mencionadas tecnologías de generación. De esta manera, podremos encontrarnos con situaciones como la vividas desde hace semanas en las que los precios del mercado quedan por debajo de los costes medios. Y este es un problema que también afecta a las energías nucleares por su inflexibilidad, ya que van a recibir ese precio medio que irá cayendo a medida que abunden las energías renovables.

También tiene su efecto adverso con las tecnologías de ciclo combinado, porque los precios del mercado pueden quedar por debajo de los costes medios, bien al marcar precios iguales a sus costes marginales o por ser capaces de mantener posiciones dominantes en momentos determinados y contribuir a elevarlos, al ser conscientes de su importancia como garantes del suministro del sistema. De cualquier manera, el mercado eléctrico no da señales eficientes para la inversión, operación, consumo y optimización al estar diseñado para gestionar tecnologías y condiciones económicas que han quedado muy atrás en el tiempo.

Su actual diseño pone en riesgo las necesarias inversiones futuras en renovables porque podrían llegar a no ser rentables. Con una organización de mercado, donde el precio de la energía lo fija la última tecnología más cara que entra, se produce el efecto caníbal hacia las renovables -a más renovables, más baja el precio de la electricidad y menos ingresos perciben los generadores de renovables-.

La reforma del mercado eléctrico mayorista debe estar ligada a una regulación que reconozca el presente y el futuro de las energías renovables como tecnologías gestionables, gracias al cada vez mayor desarrollo de las baterías. Es por ello fundamental invertir en almacenamiento, que ya ha demostrado su eficiencia en el ámbito técnico y cada vez más en el económico y, con la capacidad de gestión durante las 24 horas, frenar así la desproporcionada influencia de los ciclos combinados.

La gestión de la demanda eléctrica será un elemento vital para aprovechar al máximo las renovables, aumentar la participación de los consumidores y la eficiencia del sistema, así como facilitar la seguridad de suministro. Recordemos que con el descenso de esta demanda se ha producido un hundimiento de los precios de la energía, tal y como hubiera ocurrido de entrar en vigor el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, con la prevista mayor penetración de renovables.

Así las cosas, se puede concluir que urge la reforma de un mercado que va en contra tanto del consumidor como de las empresas del sector de renovables. La transición ecológica, además de ser imperativo climático y legal, es una magnífica oportunidad para la recuperación económica que tenemos por delante. Si queremos cumplir con este profundo cambio es imprescindible y urgente la reforma del mercado eléctrico.