Electrointensivos, claves en la flexibilidad y eficiencia del sistema eléctrico

Hace tres meses que la sociedad española sufre el azote de la pandemia causando una pérdida de actividad económica, más acusada en la primera quincena de abril con la hibernación de parte de la industria básica por el RDL 10/2020.

La gran incertidumbre hizo que muchos sectores paralizaran cautelarmente las nuevas inversiones, pero pasado el atragantamiento inicial, toca ahora recuperarse y salir de esta crisis. Para ello, se necesitan medidas que reactiven a los diferentes sectores y, en particular, a la industria básica como motor de arrastre de nuestra economía.

Un termómetro de la situación es el consumo de electricidad que durante la hibernación económica cayó el 25%, más en las noches que es cuando trabaja la industria electrointensiva. Entonces, y frente a la reducción del consumo, la generación a partir de fuentes renovables tuvo un papel crucial en la cobertura de la demanda de algunos días de abril, llegando a más del 70% de la producción eléctrica, objetivo del PNIEC para 2030, lo que confirma que el reto es asumible, pero que resulta imprescindible contar con la participación de la demanda electrointensiva y la flexibilidad que aporta al sistema eléctrico.

Por ello hay que poner en valor la demanda industrial básica que, pese a sufrir también una caída de actividad y de su consumo eléctrico, ha logrado el milagro: sin ella los sobrecostes de los servicios de ajuste producidos hubieran sido mayores, al igual que los vertidos de energías renovables.

El patrón de consumo de los electrointensivos de AEGE tiene una ratio punta/valle de 0,64 frente a 2,05 del sistema eléctrico, ya que el 61% de su energía anual la consumen en horas valle -noches y festivos-, lo que hace más eficiente al sistema desplazando sus consumos de hora punta al valle.

La Directriz y el Reglamento europeo del mercado interior de la electricidad -junio 2019-, empoderan al consumidor eléctrico para que sea más partícipe de la transición energética y lograr un desarrollo más sostenible y un precio competitivo para los consumidores.

Como resalta la normativa europea de electricidad, los mercados eléctricos deben revisarse para lograr la participación activa de la demanda y conseguir un suministro competitivo, clave para la supervivencia de la industria electrointensiva.

La industria necesita un precio eléctrico final competitivo similar al de sus principales competidores europeos y, por ello, hay que lograr que los elementos que conforman el precio eléctrico sean todos competitivos: precio de la energía eléctrica, costes regulados e impuestos. Basta con ver las prácticas existentes en Alemania y Francia para alumbrar las medidas que necesita nuestra industria básica.

Las medidas pasan por lograr una participación más activa de la demanda industrial, por ejemplo, en el servicio de restricciones técnicas para mitigar aquellas asociadas al control de la tensión del sistema, poniendo a disposición del Operador del Sistema (OS) sus recursos de compensación de reactiva para mitigar dichos problemas, minimizando costes y bajando el precio de los servicios de ajuste. En abril, las restricciones técnicas han supuesto un sobrecoste medio de 4,62 euros/MWh, alcanzándose horas, las de valle, precios de más de 12 euros/MWh penalizando a la industria básica que trabaja de noche.

Otra medida es potenciar y reforzar el actual servicio de interrumpibilidad para que siga colaborando con el OS en garantizar el suministro eléctrico y aportar la flexibilidad al sistema para garantizar la integración de los grandes contingentes de renovables previstos en el PNIEC.

La interrumpibilidad es un apoyo al sistema eléctrico español, caracterizado ahora y a futuro por una fuerte presencia de energías renovables no gestionables, con gran intermitencia y falta de firmeza. No olvidemos, además, que España es una isla eléctrica por su débil interconexión con el sistema europeo, tanto que la ratio de interconexión con Francia respecto a la potencia instalada es del 3%, muy baja en relación con el 10%, objetivo para este año de la Comisión Europea.

Hasta que no se produzca la evolución normativa del servicio será necesario mantener y potenciar el actual, más en estas circunstancias en las que las industrias básicas lo necesitan para reactivar nuestra economía.

Italia cuenta con una capacidad de interconexión con Europa central de 4.000 MW y su potencia interrumpible es de 4.400 MW y se reforzó en abril con una nueva subasta de interrumpibilidad para reactivar su actividad post Covid-19. En Francia y Alemania -con mayores capacidades de interconexión- tienen como mínimo 1.500 MW de potencia interrumpible.

España -isla eléctrica por la escasa interconexión con Francia de 2.600 MW- cuenta, hasta el 30 de junio, con una potencia interrumpible de solo 1.000 MW, muy por debajo de la italiana, francesa o alemana.

Es muy preocupante que mayo termine y que los electrointensivos sigamos sin noticias de cuándo y cómo será la subasta para el segundo semestre. Sin medidas que potencien la industria se hará más difícil la reactivación, y una de ellas es el servicio de interrumpibilidad.

AEGE confía en que el Gobierno anuncie ya una nueva subasta de interrumpibilidad con 2.000 MW de potencia interrumpible, siguiendo la práctica de otros países europeos.