El sector eléctrico ante la crisis del Covid-19

La electricidad es un servicio esencial para la sociedad. Un hecho que, durante esta crisis sanitaria, se ha puesto claramente de manifiesto y que se repite cada vez que nos enfrentamos a fenómenos adversos, demostrando que la electricidad es un suministro básico.

En la situación que estamos viviendo, el soporte que ofrece la electricidad está siendo clave y absolutamente necesario para el desarrollo de otros servicios esenciales en las mismas condiciones que antes, en ámbitos tan relevantes en el periodo de pandemia como la atención sanitaria o el teletrabajo. Porque lo primero que hay que destacar es que el servicio se ha prestado, desde el comienzo del estado de alarma, con normalidad, sin incidentes, lo que ha permitido centrar los esfuerzos allí donde realmente son necesarios en estos momentos. De lo contrario, estaríamos hablando no solo de los efectos de una pandemia, sino también de los de una crisis de suministro, con consecuencias mucho más devastadoras.

En ese sentido, conviene incidir en que esta normalidad alcanzada es, en parte, gracias al esfuerzo que las empresas han realizado en los últimos años para mantener todas sus instalaciones en condiciones óptimas, con altos índices de fiabilidad, y haber iniciado su digitalización. A esto, hay que añadir la alta preparación del personal, que ha demostrado durante las pasadas semanas su capacidad de superación ante circunstancias excepcionales como las que estamos viviendo.

Las empresas de aelec trabajan para garantizar el suministro al conjunto de la sociedad y, debemos citar muy especialmente a hogares, hospitales y servicios de telecomunicaciones. Pero, ante estas circunstancias, las empresas también están desarrollando toda una serie de actuaciones centradas en cuatro ejes: 1) la seguridad del personal, 2) la mitigación del impacto de la crisis sobre los clientes, 3) la contribución a la sociedad y 4) la participación activa en la reactivación económica, acelerando las inversiones previstas y su actividad.

Las acciones llevadas a cabo para la protección de los trabajadores han estado centradas en extremar las precauciones para evitar los contagios entre los colectivos críticos de los negocios, con equipos independientes y autónomos. Para ello, se han facilitado los equipos de protección necesarios a todos aquellos empleados que trabajan en instalaciones críticas o en campo, restringiendo el acceso a las instalaciones del personal externo y limitando los desplazamientos; y se ha implantado el teletrabajo, con niveles que han alcanzado al 80% de las plantillas. Además, en todo momento se ha mantenido una comunicación constante con los empleados sobre los protocolos de actuación que se han ido implementando, incluyendo recomendaciones durante el periodo de confinamiento.

Para mitigar el impacto a los clientes, además de garantizar el suministro, se están aplicando las medidas aprobadas por el Gobierno para flexibilizar sus contratos o diferir el pago, a las que se han acogido ya más de 133.000 clientes, así como impidiéndose el corte del suministro por impago en primeras viviendas. Pero, además, se ha reforzado la atención al cliente y los servicios de reparación de averías, así como el servicio de asesoramiento energético.

El compromiso con la sociedad se está desarrollando en estrecha colaboración con diversas ONG e instituciones que se encargan de la atención a los más vulnerables; así como con planes de voluntariado entre los empleados con acciones formativas, sanitarias y educativas. A esto, hay que sumar la donación de equipos de protección y de materiales y equipos para hospitales, incluido el suministro gratuito de electricidad.

Por último, debemos ser muy conscientes del impacto al que vamos a tener que hacer frente, una vez finalizado el estado de alarma, de crisis y bajada de la demanda. En el caso del sector eléctrico, la seguridad y continuidad del suministro, así como las medidas de mitigación puestas en marcha, son un claro ejemplo del compromiso de este sector con los ciudadanos. Ahora, es preciso trabajar por la reactivación económica, adelantando y acelerando las inversiones para la electrificación de nuestra sociedad.

En lugar de que esta crisis suponga un obstáculo para la transición energética, hay que aprovechar la oportunidad que brinda para la economía, para el empleo y para la sociedad el avance en la descarbonización; y poder salir de la crisis de modo eficiente, impulsando la electrificación y mejorando la resiliencia de las redes eléctricas. En este sentido, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) debe ser referencia y guía para acelerar inversiones, apoyar la cadena de suministro y desarrollar un plan capilar de inversiones que llegue a todo el territorio.

Esto va a requerir la coordinación de todos los actores implicados, algunos de ellos esenciales, como ayuntamientos y comunidades autónomas, que pueden colaborar en la agilización de permisos y licencias. Esto permitirá avanzar de manera firme en aspectos que han demostrado ser clave en esta crisis, como la digitalización de las redes de distribución, en la que más del 90% de las actuaciones se han podido hacer en remoto. El incremento en la digitalización de infraestructuras de red y de generación, el soterramiento de las redes, la automatización de procesos, la monitorización de las redes, el aumento de las renovables, su hibridación o la repotenciación de las existentes, son inversiones que pueden adelantarse para superar la crisis lo antes posible y mantenernos en la senda de la progresiva electrificación de la economía.

Sin duda, el progreso en la digitalización del sistema eléctrico de nuestro país y la robustez del mismo revelan los logros conseguidos por las empresas del sector, pero hay que seguir profundizando y esta crisis es una oportunidad para contribuir a la reactivación de la economía, de la industria y del empleo mientras construimos una sociedad más sostenible, competitiva y resiliente a impactos adversos como el de esta pandemia.