El mercado del gas ibérico: oferta y demanda

En la historia de los precios de petróleo y gas nunca pudimos imaginar situaciones como las que han acaecido en estos últimos meses y que han sorprendido a expertos y profanos, dejándonos un futuro que, ni unos ni otros, se atreven todavía a prever.

El punto de partida y capítulo uno de esta rara historia de descenso de los precios del gas se sitúa de entrada en el mercado de Estados Unidos, que pasó de ser un país principalmente importador a construir trenes de licuefacción y a lanzarse a exportar gas por todo el mundo. Algo que, poco después, se repetiría con el caso de Australia, que siguió también esa misma senda marcada por Estados Unidos. El shale gas revolucionó los mercados mundiales.

El aumento de la producción global de GNL y una expectativa de crecimiento de demanda menor en Asia, han provocado un exceso de oferta mundial con enorme impacto en los mercados de gas europeos y, por ende, en los precios. Este exceso de GNL ha provocado una ola de llegadas a Europa, puesto que es más competitivo enviar GNL estadounidense a Europa que hacerlo con destino a Asia.

Con este arranque, el mercado mundial ha estado sujeto a un aluvión interminable de perturbaciones, tanto en la oferta como en la demanda.

Empecemos analizado la oferta. El primer barco de GNL estadounidense llegó al puerto de Sines, en Portugal, en el año 2016. Tres años más tarde, en 2019, Estados Unidos fue tercer aprovisionador de gas en España, por detrás de Qatar y de Nigeria, ampliando y enriqueciendo así la diversidad de suministro que tiene actualmente la Península Ibérica.

Esta variación en la oferta provocó un cambió en el aprovisionamiento español, hasta entonces habitualmente dominado por el gas canalizado. Además, la caída de los precios mundiales del gas, haciendo más competitivo el GNL, provocó que el pasado año 2019 el gas por canalización supusiera el 43% del total mientras que el Gas Natural Licuado alcanzaba el 57% de total del gas que entraba en nuestro país.

En los recientes meses de enero y febrero de este año está tendencia se acrecentó y Estados Unidos fue el primer aprovisionador de gas en España, haciendo que el porcentaje de GNL frente al canalizado aumente hasta el 61,7%.

Nuestro país se está convirtiendo en un mercado dinámico que se impulsará con el Tanque Virtual Único, que entró en funcionamiento el pasado 1 abril, y que potenciará el Hub de GNL mundial en el que se puede convertir en adelante la Península Ibérica.

Ahora, hablemos de la demanda de gas. Como primer impacto, los precios bajos y la baja demanda asiática han provocado un claro y evidente aumento del almacenamiento. España tiene seis plantas de regasificación operativas con tanques de GNL en Barcelona, Bilbao, Cartagena, Huelva, Mugardos y Sagunto.

Durante 2019, todas las plantas de regasificación han alcanzado valores de llenado muy superiores a los del año anterior y, en ocasiones, con valores cercanos al 100% de su capacidad. En septiembre de 2019 se produjo el máximo histórico con 33 descargas, hecho que no se producía desde inicios del 2008.

En lo que va de este 2020, la demanda de gas se ha derrumbado en respuesta a la cuarentena mundial impuesta por los Gobiernos para poner freno a la propagación del Covid-19, provocando un exceso mayor de GNL y un nuevo derrumbe en los mercados internacionales de gas.

Esperemos que, a medida que los diferentes países vayan recuperando la normalidad, la demanda tienda a normalizarse y es seguro que a largo plazo se recuperará.

Poco a poco los países irán volviendo a su funcionamiento habitual, con las industrias incrementando su actividad y volviendo a elevar el consumo, presumiblemente no tardaremos en ver niveles similares a los de antes del Covid-19. Pese a ello, la extrema volatilidad seguirá dominando en los mercados mundiales en las próximas semanas y meses, en función de la evolución de la pandemia en cada uno de los países.

Por todo ello, a medio plazo, los precios del gas serán un reto y un desafío. Vivimos una incertidumbre respecto al plazo de recuperación de la demanda, a la que se añaden las dudas sobre si la oferta se va a mantener en los niveles anteriores al Covid-19.

Si continúan los precios bajos, esto provocaría un cierre de los pozos existentes de shale gas, ya que su viabilidad económica y rentabilidad no sería posible. Pero, una vez la demanda se recupere, en algún momento los precios volverán a subir si la oferta de gas no puede respaldar ese incremento.

Y, nuevamente, debido a los diferentes orígenes de aprovisionamiento de la Península Ibérica mediante gas canalizado y con las plantas de GNL, la situación futura será de un beneficio para España, ya que el riesgo estará más diversificado.

A largo plazo, también hay que tener en cuenta en España el desarrollo del gas renovable que será a un precio competitivo, lo que disminuiría la dependencia energética que mantenemos ahora con respecto a otros países.

Si logramos, por fin, en un futuro no demasiado lejano, contar con precios competitivos de gas renovable, ello diversificaría aún más el aprovisionamiento en España. Entonces sí podríamos decir que la nueva era del gas habrá llegado, por fin, a nuestro país.