Descarbonización del sector energético y pandemia

El sector energético, estratégico por definición pues ha de garantizar la seguridad del suministro, está en continuo desarrollo para adecuarse a las necesidades de la sociedad a la que sirve. En la actualidad, tanto las autoridades nacionales como las supranacionales se enfrentan a una importante evolución que marca el devenir de sus políticas. En el caso de la UE, los desafíos a los que se enfrenta el sector y sobre los que pivotan las decisiones que marca Bruselas para esta transformación sectorial giran en torno a tres ejes, denominados comúnmente como las 3D: Descarbonización, Digitalización y Descentralización.

Estas tres palancas están íntimamente relacionadas y no puede entenderse una sin las otras. El objeto de estas líneas es tratar la descarbonización, entendida como la transformación del modelo energético para alcanzar el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Este objetivo está consensuado por la comunidad internacional en general, y por la UE en particular, en virtud del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, particularmente tras los acuerdos de Kioto 1997 y París 2015.

En el marco de políticas internacionales dirigidas a esta transición energética, liderada por la UE, destaca el objetivo establecido para 2050 de cero emisiones netas de carbono. Este ambicioso objetivo requiere, por tanto, de acciones intermedias, de una hoja de ruta clara que guíe esta transición del modelo energético hasta 2050. Para lograr el objetivo marcado, se hace necesaria la adopción de medidas desde hoy mismo, concentradas en el período 2020-2030, contando con todo el conocimiento, innovación, tecnologías y energías disponibles. En concreto, se requieren tres grandes grupos de acciones:

1. Cambiar vectores energéticos, aumentando la electrificación de la economía y reduciendo el consumo de combustibles de origen petrolífero y del carbón, que ayude a reducir la emisión de GEI un 40% respecto a 1990. El hidrógeno verde aparece como la gran alternativa.

2. Desarrollar la generación eléctrica sustentada en energías renovables para conseguir que alcancen una cuota mínima del 32% del total

3. Implantar medidas de eficiencia energética para no malgastar en consumos no necesarios, que consigan mejoras a partir del 32,5% respecto a las actuales.

El hecho de que la UE, hoy, haya logrado reducir sus emisiones de GEI un 20% muestra el esfuerzo y el éxito al haber conseguido el objetivo de 2020.

España, muy alineada con la política de transición energética de la UE, ya ha diseñado un marco de políticas de transición energética y descarbonización 2021-2030: el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), presentado a la UE en marzo de 2020.

Este Plan analiza las políticas a implementar en el período en cuestión, pudiéndose estimar el impacto económico, social y para la salud del mismo. Algunas de las conclusiones relevantes para España, en relación al escenario tendencial -variación media durante el periodo analizado- son: aumento del PIB y efecto expansivo en la economía, generación de empleo, crecimiento del ahorro, favorecer a rentas más necesitadas y a colectivos vulnerables, mejora de la salud por mejora de la calidad del aire.

Hoy nos encontramos en plena pandemia global de coronavirus, que ha generado una situación de emergencia sin precedentes, al poner en riesgo la salud y la economía sin respetar fronteras. La economía española, y también su sector energético, no resultan ajenos a esta realidad. Este contexto podría generar dudas acerca de la aplicación de las medidas de transición energética ya reflejadas en los planes de la UE y España. En nuestra opinión, no creemos que este contexto impacte de forma crítica en la hoja de ruta de la UE y de España hacia la descarbonización.

En este mismo sentido se postulan grandes actores internacionales. Se aboga por potenciar políticas que se centren en la transición energética y que también ayudarán a salir del atolladero consecuencia de la pandemia. En esta línea se muestran el sector privado y la sociedad civil, a través de organismos como la Energy Transitions Commission.

Proponen mecanismos de salida a la crisis derivada de la pandemia que están alineados con los objetivos climáticos y que ayudan a la recuperación económica, siempre de la mano de la descarbonización. De igual forma se posicionan países miembros de la UE, incluyendo España, donde hasta 13 ministros responsables de Energía y Clima han solicitado a Bruselas por carta llevar a cabo políticas económicas y energéticas de reactivación contra el Covid-19, siempre al amparo del Pacto Verde Europeo.

En conclusión, la descarbonización del sector energético es un hecho y es imparable, logrando el consenso de países, empresas y sociedad civil. La UE, ejerciendo un papel de líder mundial en la transición ecológica y en la descarbonización, afronta la próxima década con optimismo, previendo lograr los objetivos establecidos para 2030, incluso cinco años antes de lo previsto, a pesar del escenario Covid-19.

A nivel local, el compromiso establecido a través del PNIEC alinea a España con los objetivos de la UE y deberá suponer un espaldarazo importante a las políticas de descarbonización, que también serán palanca para el crecimiento económico y del bienestar. Sin embargo, no debemos obviar el actual contexto de pandemia que, a todas luces, afectará a las políticas a desarrollar. Pero también existe consenso entre los actores energéticos en el sentido de que esta coyuntura es una oportunidad para potenciar políticas de transición ecológica que ayuden a mejorar la situación económica y energética desde el corto plazo.