La energía afronta a la vez la revolución digital y ecológica

El sector energético afronta dos grandes transiciones al mismo tiempo. Por un lado, la propia del sistema de generación energética y, por otro, la digital que encaran todos los sectores de la economía. La digitalización está cambiando la forma de vivir, trabajar y relacionarse en todos los ámbitos y prueba de ello hemos tenido más que suficiente durante el reciente confinamiento por culpa del coronavirus. Su alcance es tan amplio, que se habla ya de ella como la Cuarta Revolución Industrial, tal y como señala un estudio reciente elaborado por Enerclub.

En el caso del sector energético, la digitalización está suponiendo un antes y un después en la manera en la que producimos, transportamos y usamos la energía. Esta transformación digital está afectando a sus tres pilares fundamentales: tecnologías y activos, proyectos y personas -tanto clientes como empleados-, a la vez que contribuye en la lucha contra el cambio climático en diversos ámbitos: mejora de la eficiencia energética, integración de las renovables y la generación distribuida, fomento de la economía circular, mejora de la transparencia y seguridad, y desarrollo de un transporte más sostenible, según recoge el informe.

Las compañías energéticas han sido pioneras digitales, utilizando las tecnologías emergentes para facilitar la operación y gestión de las redes, o en actividades de exploración y producción. Sin embargo, en los últimos años, la transformación se ha ido centrando en el consumidor, permitiéndole evolucionar hasta convertirse en un cliente-proveedor que, además de consumir productos y servicios, proporciona datos y cuenta con más poder en todo lo relacionado con el suministro energético. Gracias a los datos y herramientas digitales, las compañías pueden comprender mejor lo que los clientes demandan y atender mejor sus necesidades.

Para que las nuevas capacidades digitales se conviertan en verdaderos ejes impulsores del cambio de modelo energético, es fundamental seguir acometiendo las inversiones necesarias. A nivel mundial, el estudio apunta que, desde el año 2014, las inversiones en infraestructuras eléctricas digitales y software están creciendo a un ritmo anual del 20%.

La transformación es imparable y con esta evolución hacia lo digital las empresas del sector afrontan los retos de la transición energética y la descarbonización. Las compañías energéticas son conscientes de la oportunidad que supone para ellas no perder este tren. En este número damos cumplida cuenta de algunas de las mejores iniciativas.