La electrificación necesita un impulso

La electricidad ha demostrado ser el motor de la descarbonización. Es más, sin mayor electrificación no llegaremos a los objetivos de descarbonización. Es el sector eléctrico el que más ha reducido sus emisiones hasta la fecha y el que más va a hacerlo a lo largo de la próxima década por su capacidad para integrar energías renovables.

Gracias a la electrificación pueden mejorarse o solventarse algunos problemas que sufrimos actualmente, como los asociados a la calidad del aire de las ciudades, originados principalmente por el tráfico rodado y las calefacciones. También puede reducirse la dependencia energética del exterior, generando un ahorro económico al evitar la importación de combustibles fósiles y un beneficio ambiental al reducir las emisiones producidas por los mismos.

El abaratamiento de la factura energética es otra de las consecuencias positivas de la electrificación. Porque la electricidad, además de limpia y eficiente gracias a las renovables y a los equipos eléctricos de climatización, es también la opción más económica a largo plazo. Por otro lado, la tecnología actual de redes y contadores ofrece a los consumidores una visibilidad sobre cómo están consumiendo y les permite tomar decisiones prácticas para mejorar su economía doméstica o empresarial. Un incremento de la electrificación nos permite aprovechar al máximo las capacidades de nuestro parque eléctrico. Además, no hay que olvidar que, a mayor contribución renovable, menores precios.

Por otra parte, un aumento de la electrificación puede facilitar la repoblación de la España vaciada porque hablamos de una actividad que tiene presencia en todo el territorio, gracias a unas infraestructuras de redes que llegan a todos los sitios. La disponibilidad de energía eléctrica en cualquier entorno rural nos permite mejorar nuestra calidad de vida y estar conectados para trabajar. Además, gracias al desarrollo de las renovables y de las redes eléctricas en el territorio, se crearán nuevos empleos de valor añadido asociados al mundo eléctrico en estas zonas.

Y no hay que olvidar la capacidad de la electrificación para generar riqueza y empleo. Según el Gobierno, solo las inversiones en redes y electrificación generarían entre 23.000 y 44.000 empleos al año.

Sin embargo, para que todo esto ocurra, la electrificación tiene que incrementarse notablemente en los próximos años. Con la reciente propuesta de anteproyecto de Ley para la creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE), se involucra a todas las energías para dar cobertura a los esfuerzos que son necesarios para el proceso de descarbonización, repartiendo de forma más equitativa los costes de esta.

El Foro para la Electrificación defiende el reparto entre todas las actividades energéticas de los costes de la descarbonización o de la industrialización que hasta ahora se repercutían en exclusividad sobre el consumidor eléctrico, lo que daba una señal errónea sobre la competitividad de la electricidad.

La historia de la electricidad en España y su apuesta por las renovables estos últimos 20 años ha sido, y es, un proyecto de responsabilidad y de trabajo arduo para lograr los compromisos de descarbonización que nuestro país tiene adquiridos. Es, además, el ámbito que más ha cumplido y avanzado durante este periodo, sobre el que hay que apoyarse y en ningún caso penalizarlo.

En este sentido, es importante que los ciudadanos conozcan la cantidad de tributos a los que la electricidad está sometida, proporcionalmente mucho mayor que en el caso de otras fuentes de energía. Por ello, es fundamental revisar la carga fiscal de las actividades del sector eléctrico de tal forma que se incorpore el efecto medioambiental, que promueva el consumo eficiente y que se aplique de forma justa, sin penalizar el uso de la electricidad respecto a otros productos energéticos.

Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que trae consigo la electrificación, actualmente el consumo de electricidad supone solo un 23% del total de energía consumida. Esta cifra debería triplicarse para alcanzar los objetivos de neutralidad climática a 2050, además de para aprovechar todas las oportunidades que ofrece.

Pero, por si fuera poco, nos encontramos en un momento en el que la demanda de electricidad está cayendo debido al Covid-19. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima la caída en un 5% en 2020. Aunque no todo son malas cifras: la AIE también prevé que las adiciones netas de capacidad de electricidad renovable serán casi un 4% más alto en 2020 que en 2019. Y este es, precisamente, uno de los retos a los que se enfrenta la electrificación: el fomento del uso de las energías renovables, que pasa por un apoyo consensuado y activo de las políticas públicas para avanzar en la electrificación como vehículo más adecuado para la descarbonización de la economía. Justamente en el contexto actual, marcado por una crisis tanto económica como sanitaria, debemos avanzar más rápido para aumentar el peso de la electrificación en nuestra economía.

Consiguiendo alinear los aspectos económicos, energéticos, industriales y climáticos se ganaría, significativamente, competitividad. Competitividad que aumentaría con una fiscalidad y regulación bien diseñadas, que mostrarán con transparencia la ventaja de costes en los precios que pagan los consumidores, y una implantación de políticas fiscales coherentes con el avance hacia la descarbonización.

Por eso, ahora más que nunca, si queremos aprovechar todas las oportunidades que ofrece la electrificación, hay que dar el impulso definitivo que necesita para aumentar su peso en nuestra economía y acelerar la descarbonización del país.