El Covid-19 hace estragos en el consumo energético en España

La demanda de electricidad, gas y carburantes registra fuertes caídas desde el Estado de Alarma debido al descenso de la actividad económica y la restricción de movimientos

La pandemia del Covid-19 no solo está causando verdaderos estragos a nivel sanitario, también está provocando importantes caídas en muchos mercados. En el caso del mercado eléctrico, el descenso de la actividad económica desde la declaración del Estado de Alarma en España, provocó que la demanda nacional de electricidad en marzo fuera un 4,6% inferior a la registrada en el mismo mes del año anterior. Si tenemos en cuenta los efectos del calendario y las temperaturas, la cifra disminuyó un 6,3% con respecto a marzo de 2019, según datos de Red Eléctrica de España (REE).

El impacto económico derivado de las medidas tomadas por el Gobierno está siendo especialmente acusado en las actividades de servicios, que presentan una caída en torno al 11% frente al 8% de las actividades industriales, según Euro-Funding. Solo las industrias agroalimentarias, farmacéuticas, químicas y papeleras registran datos positivos.

Donde el consumo de electricidad sí ha aumentado de manera importante debido al confinamiento ha sido en los hogares, nada menos que un 28% según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Hasta mediados de abril, la demanda peninsular de electricidad ha sido un 16,2% inferior a la del mismo mes del año anterior -con algún repunte en la semana del 13 de abril debido a la reincorporación laboral de algunos sectores no esenciales-, mientras que en lo que llevamos de año ha sido un 5,4% menor a la registrada en el mismo periodo de 2019, según REE. La puesta en marcha, a partir del 4 de mayo, del plan de desescalada aprobado por el Gobierno, permitirá la vuelta a la actividad laboral, lo que mejorará los datos registrados hasta el momento.

El sistema gasista tampoco se libra de las consecuencias de la pandemia. Según datos de Enagás, la demanda de gas natural ha caído un 25,6% en los 26 primeros días de abril. La caída en la demanda convencional ha sido del 26,2% y en la del sistema eléctrico del 23,4%. En este mismo periodo, el descenso en la demanda de gas ha sido de un 7,1%, hasta los 121.372 GWh respecto al mismo periodo del año anterior. Esta bajada se ha visto afectada por una disminución del consumo de la industria, comercios y pymes desde que se estableció el Estado de Alarma en España, y por una menor demanda para generación eléctrica. Por lo que respecta al año móvil -del 27 de abril de 2019 al 26 de abril de 2020-, la demanda de gas natural ha bajado un 2,3%, hasta los 388.935 GWh, con un descenso del 2,7% en la demanda convencional y de un 1,3% en la del sector eléctrico.

Las medidas de confinamiento, por el contrario, sí han tenido una repercusión especialmente positiva en las ventas de gas butano en España -consumido mayoritariamente en los hogares-, con un incremento del 26% en el mes de marzo respecto al mismo mes del año anterior, según datos de Repsol. Donde, sin embargo, sí se ha registrado una disminución del 11% de las ventas ha sido en el gas propano, utilizado, sobre todo, en los sectores de hostelería y restauración, actualmente sin actividad.

El consumo de carburantes se ha desplomado en España, influido por las medidas de restricción de movimientos decretadas por el Gobierno el 14 de marzo para afrontar la crisis del Covid-19. Según datos de CLH, las salidas de productos petrolíferos desde las instalaciones del Grupo al mercado español en marzo superaron los 2,6 millones de m3, un 22,3% menos que en el mismo mes del año anterior. Por productos, las salidas de gasolinas descendieron un 35,5%, las del total de gasóleos un 15,8% y las de querosenos un 42,5%.

En lo que llevamos de abril, el consumo de carburantes ha seguido su tendencia descendente, aunque se aprecia un pequeño repunte respecto a las semanas anteriores. Entre el 20 y el 26 de abril, las salidas de gasolinas se situaron un 75% por debajo de la misma semana del año anterior y las de gasóleo A un 55%. Por su parte, las salidas de carburantes de aviación representan una bajada del 93%.

El desplome en un 60% de los precios del barril de petróleo no se verá repercutido en el precio del carburante, que se reflejará, según apuntan desde Fenadismer, como una reducción de precio de entre un 10% y un 12%, es decir, unos 10 céntimos de euro por litro de carburante, de ahí que desde la asociación de transportistas hayan pedido al Gobierno que intervenga el precio de los carburantes mientras se mantenga la situación del Estado de Alarma y que restablezca el sistema de fijación de precios máximos que estuvo vigente hasta 1998 en España. La explicación por la que la reducción del precio del crudo apenas se nota en el coste de la gasolina es porque el precio final de los hidrocarburos depende cada vez menos del petróleo. Los impuestos suponen más del 50%, mientras que los costes laborales y de distribución se llevan también una parte importante de cada litro, impidiendo que los combustibles bajen tanto como el oro negro.

La bajada de la facturación debido a la reducción de la movilidad y el peligro sanitario que podría entrañar para los empleados mantener abiertas todas las estaciones de servicio, ha llevado al Ministerio de Sanidad, tal y como venían reclamado asociaciones como Aevecar y CEEES, a establecer unos servicios mínimos. Según la Orden aprobada el pasado 11 de abril, permanecen abiertas alrededor de un 37% del total de estaciones de servicio que hay en España, que son las que cumplen con alguno de los criterios de apertura establecidos por el Ministerio.

El petróleo cotiza en negativo

La crisis del coronavirus ha impactado gravemente en los mercados petroleros, provocando una fuerte caída de la demanda de crudo, cuyo impacto en el corto plazo es prácticamente imposible de predecir. Las medidas para contener la pandemia en el mundo, unidas al exceso de producción, han provocado la caída en picado del precio del petróleo. Si hace tan solo un mes el barril de crudo Brent, de referencia en Europa recuperaba el nivel de los 30 dólares tras haber perdido, en lo que va de año, más del 50% de su valor, y el barril de petróleo West Texas Intermediate (WTI), de referencia en EEUU, se revalorizaba hasta los 28 dólares, lo que ha sucedido en abril no tiene parangón.

El pasado 20 de abril, los futuros de mayo del WTI sufrieron un desplome de más del 260%, cerrando con precios negativos por primera vez en su historia, hasta los -38 dólares el barril; es decir, al comprador se le pagaba dinero por adquirir los barriles de petróleo americano ante el pánico causado por la falta de almacenamiento. Los descensos continuaron al día siguiente en los futuros de junio no solo en el WTI, sino también en el Brent. Desafortunadamente, los problemas de sobreoferta siguen abrumando a este mercado que está viviendo una volatilidad histórica. Al cierre de esta edición, el 'oro negro' del Viejo Continente volvía a perder la cota psicológica de los 20 dólares, mientras que el WTI se situaba por debajo de los 13 dólares el barril.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha manifestado que 2020 será “el peor año de la historia para el petróleo” y se ha referido a abril como “el mes negro", en el que prevé un descenso de 29 millones de barriles, lo que hundirá la demanda a niveles mínimos desde el año 1995.

Este baile de cifras minimiza el impacto positivo que pueda tener el recorte de producción aprobado por la OPEP de 9,7 millones de barriles por día a partir de mayo, ya que el exceso de oferta seguirá reinando en el mercado, poniendo a prueba la capacidad mundial de almacenar crudo, con el riesgo de que la saturación en algunos yacimientos obligue a parar la producción. Con todos estos datos sobre la mesa, la demanda media para el conjunto del año 2020 será de 90,5 millones de barriles diarios, un 9,3% menos que el ejercicio precedente.

En las próximas semanas, el inicio del desconfinamiento en algunos países europeos incrementará la demanda. Pero los niveles de producción aún son elevados y la capacidad de almacenamiento se agota, por lo que se podrían registrar nuevos descensos antes de finalizar el mes de abril.