El antídoto contra el Covid-19: el autoconsumo fotovoltaico

La crisis del Covid-19 está afectando a todos los ámbitos de nuestra vida y, según señalan los analistas, parece que desacelerará significativamente nuestra economía. Tras esta pandemia, auguran nuevas reglas en las relaciones comerciales, los hábitos de consumo y en el peso del Estado frente al mercado.

En este contexto, pocos sectores se libran de sufrir los efectos de esta crisis y el sector fotovoltaico no es uno de ellos. Las empresas de autoconsumo están experimentando un parón en la actividad y, aunque no se espera un impacto significativo ni en precios ni en el suministro de componentes, desde las empresas del sector fotovoltaico sí se han sufrido algunos retrasos en la entrega de los pedidos procedentes de China, fiel reflejo de la magnitud global de nuestro negocio.

Sin embargo, si miramos más allá y analizamos cómo podría ser el escenario post Covid-19, nos daremos cuenta de que el sector fotovoltaico seguirá siendo un sector rentable y razonablemente seguro a la hora de hacer inversiones. Es más, la fotovoltaica y, en general, todas las energías renovables, pueden llegar a convertirse en una palanca de crecimiento que nos ayude a salir de esta crisis sanitaria que tiene visos de convertirse en crisis económica.

Centrándonos, por ejemplo, en la instalación de paneles solares residenciales, actividad a la que nos dedicamos en Otovo, vemos que este tipo de proyectos pueden ayudar a los consumidores y a la sociedad española, en general, a superar esta crisis desde tres ámbitos diferentes que van más allá de los compromisos adquiridos a nivel internacional en la lucha contra el cambio climático.

Por un lado, la instalación de paneles solares en viviendas nos permite reducir nuestra dependencia externa, algo que adquiere especial valor en situaciones de crisis mundiales como la actual o en casos de posibles fallos en la red, por ejemplo, por causas meteorológicas. Así, este tipo de instalaciones, no solamente garantizan la continuidad del suministro, sino que ayudan a abaratar la factura eléctrica en momentos en los que el ahorro es esencial y a compensar el incremento de actividad que es más que posible empecemos a vivir todos en nuestros hogares.

En segundo lugar, este tipo de proyectos ayudan a reducir la balanza de pagos comercial española. Al generar nuestra propia energía, no es necesario importar de otros países materias primas como, por ejemplo, el petróleo, lo que hace que reduzcamos el gasto en las importaciones y seamos un país más autosuficiente. Este dinero, al permanecer en España, nos servirá para invertirlo en proyectos y economía local, ayudando en cualquier escenario de recuperación.

Por último, esta actividad es una fuente de empleo y riqueza económica local: la instalación de paneles solares implica una necesaria y fuerte red de instaladores profesionales repartidos por toda España. Antes de la crisis del Covid-19, ya existían en España 1.500 empresas instaladoras de paneles solares, cifra que puede crecer considerablemente en los próximos meses con la creciente demanda que debería disfrutar el autoconsumo. De esta forma, además, conseguimos que el empleo no se focalice en las grandes ciudades, sino que se reparta por todo el territorio nacional, ayudando incluso a combatir los efectos de la llamada “España vaciada”.

Si en la actualidad las viviendas representan en torno al 10% del autoconsumo solar, tras esta crisis y teniendo en cuenta todo lo comentado, es más que probable que en los próximos meses veamos cómo crece este porcentaje, continuando con la tendencia alcista experimentada desde que se aprobó la regulación del autoconsumo eléctrico en abril de 2019, momento en el que se disparó la demanda de paneles solares fotovoltaicos por parte de empresas y hogares.

Y es que, como se ha ido demostrando a lo largo de todo su desarrollo, el autoconsumo fotovoltaico puede jugar un papel clave en el crecimiento económico, suponiendo una gran aportación para la economía nacional, regional e incluso familiar.

En un momento en el que las cuentas públicas están bajo mayor escrutinio y presión que nunca y en el que los presupuestos del Estado han sufrido una mordida inesperada y contundente causada por la necesaria inversión en la lucha contra la expansión del Covid-19, es aún más necesario que antes pararse a analizar las trabas al crecimiento del autoconsumo -y, por expansión, a muchos otros sectores- con el objetivo de establecer una regulación que facilite los trámites y estimule la adopción del autoconsumo.

En este sentido, las ayudas directas son más que bienvenidas siempre pero, siguiendo el proverbio de la caña y los peces -"dale un pez a un hombre y comerá hoy. Dale una caña y enséñale a pescar y comerá el resto de su vida"-, desde Otovo vemos más necesarias otras iniciativas como, por ejemplo, las propuestas por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF).

Dentro de su plan de reactivación del sector, la asociación plantea la reducción del término fijo en la factura, la tramitación digital de todos los procesos administrativos, o la reforma de la Ley de Propiedad Horizontal. Todas estas medidas supondrían, no un revulsivo puntual para el sector, sino un crecimiento de la fotovoltaica sostenido en el tiempo, un futuro lleno de hitos que celebrar para el sector y un más que positivo impacto económico para el país.

Desde Otovo, creemos que el sector fotovoltaico tenía y tiene perspectivas importantes a medio y largo plazo, por lo que seguirá siendo rentable invertir en él, contribuyendo así además a luchar contra el cambio climático, generar empleo local de calidad, sanear la economía española y, en definitiva, estar más preparados ante posibles crisis como la del Covid-19, siendo más autosuficientes y robustos económicamente como individuos y país.