Menuda infección

En ‘Dead Island 2’ descubrimos que los muertos vivientes también hacen de las suyas a plena luz del día. La espera del título, varias veces retrasado, ha merecido la pena.

Entre todos los géneros o temáticas que tenemos para clasificar a los videojuegos, hay uno que aparece de vez en cuando con notable aceptación: el de matar zombies. Desde el mítico Ghost’n Goblins a la saga Resident Evil, pasando por The last of us o Dead Rising, encontramos buenos ejemplos de lo mucho que desestresa enfrentarse a hordas de muertos vivientes. Lo mismo sucede con el esperado Dead Island 2, que tras varios retrasos por varias interrupciones en su desarrollo, ya ha llegado finalmente a nuestras manos.

Lo primero que podemos decir es que ha merecido la pena la espera. Estamos ante un título muy completo en el que lo primero que salpica en la pantalla es su violencia gore contra estos enemigos desalmados (abstenerse sensibles). El argumento está bien construido, nos presenta muy bien a todos los personajes y nos mete dentro de una película de serie B, cargada de humor negro. En cuanto al género, Dead Island 2 pertenece a la mezcla tan extendida últimamente de rol y acción en primera persona. Aquí todo está enfocado a la jugabilidad, de manera que incluso quienes no estén muy familiarizados con las dinámicas del rol pueden ir entrando en harina poco a poco.

Tras una introducción que sirve de tutorial encubierto para hacernos con los controles principales, se nos explica que, una vez más, un virus ha contaminado nuestra ciudad, esta vez Los Ángeles (aquí conocida como Los Diablos). Otro tópico: resulta que el que acaba de enchufar la consola es de los pocos supervivientes sin contaminar o, al menos, permanece inmune a la epidemia. Hemos conseguido subirnos a un avión en el que unos pocos privilegiados planeaban quitarse de en medio, pero también acaba estrellándose... Así que no queda otra que elegir entre los seis personajes que han salido ilesos del accidente y empezar la aventura.

Entre esos seis personajes (Jacob, Ryan, Amy, Carla, Dani y Bruno), debemos valorar no sólo cuál nos puede caer más simpático por su estética, sino qué atributos nos convienen más para salir airosos. En su perfil vemos sus diferentes niveles de robustez, resistencia, recuperación de la salud, agilidad, salud máxima y resiliencia (también aquí se ha colado con cierta sorna la palabra de moda en los libros de autoayuda). A medida que evoluciona el juego, esas habilidades van mejorando mediante cartas que también podemos mezclar y que nos confieren nuevas técnicas y golpes para acabar con los zombies.

Una vez elegido el personaje, no lo podremos cambiar en mitad de la partida, pero lo que sí podremos hacer -y acabaremos haciendo- es repetir toda la historia con otro individuo. Así que las opciones de rejugabilidad se multiplican por seis. La acción arranca en el distrito residencial de Bel-Air, donde recorremos primero la mansión de una celebridad que de momento está sin infectar. En contraposición a la mayoría de videojuegos de matar zombies, que suelen ser en plena oscuridad, en este caso descubrimos que estos desagradables personajes se mueven también con bastante soltura a plena luz del día por escenarios coloristas y perfectamente diseñados.

El elemento de rol es importante controlarlo porque de ello dependerá que podamos sobrevivir. A los primeros enemigos -los llamados arrastrados y caminantes- los liquidaremos con lo primero que encontremos (un leño quemado, una barra de hierro oxidada, etc.) pero cuando aparezcan los corredores, los aplastadores infernales, los corredores con pinchos o los caminantes granaderos, si no hemos sido capaces de componer algo más complejo, lo pasaremos bastante mal. Dead Island 2 tiene bastante de exploración y debemos estar atentos a guardarnos todo lo que vayamos viendo en nuestro camino, porque de ese material dependerá que luego en la mesa de trabajo podamos desarrollar nuevas armas. El juego también incluye algunos puzles a la hora de abrir puertas, algo que, sin ser un componente importante en el desarrollo, sí aporta variedad.

A veces, echamos en falta no poder interactuar con más objetos. Por ejemplo, en una ocasión estamos sin armas, sobreviviendo de mala manera a puñetazos y patadas, y cuando encontramos en un garaje herramientas, resulta que no las podemos tomar para defendernos... Sí deberemos aprender a utilizar los entornos para tender trampas, como la siempre mágica combinación de agua y electricidad, cuando varios de esos seres en descomposición están en una piscina. Otro de los ingredientes del juego más que interesantes es el modo cooperativo, que desbloqueamos cuando abandonamos la primera de las mansiones de Bel-Air. En esta modalidad de partida, otros dos amigos pueden ayudarnos a limpiar Los Ángeles de infectados.

Dead Island 2 nos lleva a redescubrir la mítica ciudad californiana desde una óptica diferente, casi apocalíptica, plagada de sangre y vísceras. Pero confían en que nosotros la salvemos de una destrucción mayor, así que nos veremos obligados a continuar con nuestra misión. La evasión está más que garantizada.