De barro hasta en las pestañas

El videojuego oficial del campeonato de supercross nos adentra en el mundo de este deporte de motor, ahora con juego cruzado entre plataformas y una personalización sin límite.

Jeremy McGrath era al supercross lo que Valentino Rossi al motociclismo. Los dos consiguieron siete títulos mundiales en la categoría reina de sus respectivos deportes. Quizá el primero, nacido en San Francisco hace 51 años, no cuente con tanto reconocimiento y fama como el Doctor. Sin embargo, ahora vamos a tener la oportunidad de tratarlo más de cerca a través de la sexta edición del videojuego oficial Monster Energy Supercross. Él da imagen al título y es el encargado de guiarnos por el juego, por sus tutoriales y desafíos, de ofrecernos todos los consejos necesarios para que nos familiaricemos con su deporte.

Aunque estemos ante un simulador de velocidad en el que la habilidad es clave para manejar la moto en terrenos fangosos y con continuos saltos y curvas cerradas, sus desarrolladores han sabido hacerlo bien para que nadie se sienta excluido. Lo han conseguido incluyendo tres niveles de dificultad y muchas ayudas que podemos activar o desactivar según evolucionen nuestros sentimientos. De esa manera, podremos ir poco a poco. De hecho, si activamos todas las posibles ayudas a la conducción, conseguiremos un juego más cercano a lo arcade y evitaremos cierta frustración inicial. A quienes piloten por primera vez motos de supercross de forma virtual les recomendamos que empiecen activando bastantes ayudas porque siempre hay tiempo después de irlas desbloqueando poco a poco. Lo primero que tendremos que aprender es a repartir bien el peso del piloto sobre la moto para amortiguar los impactos y salir airosos de tantos saltos, muchas veces encadenados.

Hay que aplaudir que la personalización del juego es máxima, no solo en estos aspectos técnicos del control del vehículo, sino en el diseño del piloto, de su casco, de su equipamiento, etc. Para quienes no entiendan demasiado de mecánica, antes de realizar cualquier ajuste se nos explicará lo que eso conlleva. Así, por ejemplo, si estamos pensando en cambiar la amortiguación trasera, se nos hará saber que “a velocidades altas, con valores reducidos, el amortiguador trasero da más impulso en los saltos, pero puede desestabilizar la parte trasera. Con valores altos, la moto es más estable, pero tiene menos impulso en los saltos”. Como decimos, a medida que vamos pasando por cada uno de sus 17 circuitos disponibles, podremos valorar qué nuevo cambio queremos introducir para seguir mejorando y exigiéndonos más a nosotros mismos.

El juego es también muy completo en modos de juego. Tanto para jugar la clásica partida con un amigo en el mismo sofá a pantalla partida como online, en el que por primera vez se ha introducido el juego cruzado independientemente de la plataforma en la que esté conectado cada rival. El multijugador online también tiene en cuenta el ránking de cada perfil para emparejarlos al mismo nivel. Entre las novedades con respecto a las cinco entregas anteriores del juego, podemos destacar también el Rhythm Attack, un nuevo modo de juego que permite a los usuarios competir en rápidas carreras 1vs1.

En modo solitario, podemos optar por partir desde cero, recibiendo todos esos consejos de Jeremy McGrath en la Academia Supercross, a través de una serie de tutoriales y retos a completar, para ir pasando después de prueba en prueba en los circuitos, desde la categoría 250SX Futures hasta la clase reina, la 450SX. Para cuando nos metemos en harina y estamos en plena competición, también podemos tirar de un as en la manga: el rebobinado. Como ya hiciéramos en la serie Forza Motorsport, este recurso nos permite recuperar la carrera desde un punto anterior a un fallo garrafal que hayamos cometido. De todas formas, hay que decir que es limitado, que no lo tendremos siempre disponible, por lo que no conviene abusar de él.

Para cuando queramos explorar y entrenar en modo libre, podemos acercarnos por el llamado Supercross Park. Se trata de un escenario abierto compuesto de cinco zonas en las que probar entre diferentes saltos e incluso acrobacias. Ahí, lo mismo saltaremos entre aviones abandonados que descenderemos a toda velocidad un monte o nos perderemos por una cantera, entre otras opciones.

Técnicamente, el juego ofrece muy buen resultado tanto a nivel gráfico como en efectos de sonido y de ambientación. Pese a ser un simulador de velocidad con altas dosis de mecánica, los tutoriales y esa personalización de las ayudas consiguen que la curva de dificultad se adapte a cualquier perfil de usuario. El desarrollo es muy fluido, apenas sin tiempos de carga, lo que nos evita tener que esperar a la hora de reiniciar la carrera o saltar de un modo a otro. Sin duda, una buena oportunidad para adentrarse en el deporte del supercross, y, además, de la mano del rey de este deporte.