La digitalización también revoluciona el sector funerario

Una plataforma española promete llevar transparencia al sector más opaco y que paguemos exactamente por lo que deseamos, ya sea por adelantado o a plazos.

Todos los filósofos del mundo coinciden en una sola cosa: lo único cierto cierto en esta vida es que moriremos algún día. La muerte sigue siendo un tema tabú, que tratamos de esquivar. Cuesta hablar de él y también que te lean cuando decides por una vez escribir de él. Sin embargo, también en el sector funerario y asegurador la digitalización está haciendo de las suyas. Y además llega con la promesa de ahorrarnos bastante dinero y algún que otro mal trago.

Plataformas como la española Pazy -en funcionamiento desde 2021- ya permiten contratar por adelantado este tipo de servicios. Parece impensable, pero hemos hecho la prueba y, a través de una conversación por whatsaap y en apenas dos minutos, ya hemos conseguido tres presupuestos. A partir de ahí, basta decidir con cuál nos quedamos para cuando llegue el momento. El más básico y ecológico sale por 2.600 euros, uno estándar por 3.710 euros y uno premium por 4.995 euros. Quizá sea necesario tener la mente un poco fría, pero bien mirado, también puede ser la mejor opción para dejar las cosas preparadas y pagando el precio justo.

“Quien tiene contratado un seguro de decesos termina pagando 3 o 4 veces lo que vale el funeral en sí”, nos explica el CEO de Pazy, Alejandro Nieto. Y lo ilustra con cifras reales: “Un señor con seguro que fallezca a la edad media española -84 años en el caso de varones- ha abonado 19.500 euros a la aseguradora. Ésta paga a la funeraria que va a realizar el servicio unos 2.500 euros. El asegurado no sabe lo que ha pagado, porque nunca se ha descargado su extracto bancario de los últimos 60 años en los que ha estado pagándolo, ni su seguro le ha ofrecido una aplicación (por dar un ejemplo) en la que vea lo que lleva pagado”.

Si atendemos a las cifras globales medias, cada año fallecen en España 400.000 personas y entre aseguradoras y funerarias se reparten 4.200 millones de euros, lo que significa que cada fallecimiento sale a 10.500 euros, también de media.

Los asegurados suelen alegrarse de pagar la cuota porque eso significa que siguen vivos, pero más allá de ese engañabobos, a poco que se hagan cuentas, resultaría mucho más lógico contratar el servicio deseado con antelación y luego pagarlo a plazos. Además, resulta llamativo que sigamos asegurando algo que tenemos la certeza contrastada de que, mal que nos pese, va a acabar sucediendo sí o sí.

Explica el CEO de Pazy que el asegurado español lo sigue contratando por diversos motivos: “Lo ha tenido su familia toda la vida y continúa con lo que se hace. No se plantea una alternativa. No sabe verdaderamente lo que cuesta el servicio. También tiene miedo de que, llegado un mal momento en el que algún familiar o él mismo fallezca, haya esa cantidad disponible en el banco”.

En su web, Pazy ofrece una calculadora para conocer cuánto llevamos pagado de seguro o por cuánto nos acabará saliendo la broma según la edad a la que se produzca la despedida. “Nuestra plataforma ofrece un servicio transparente, personalizado y digitalizado. Ofrecemos el servicio que todo español necesita en el momento de su fallecimiento, quitando cualquier añadido que le ofrezca una funeraria al uso sólo por el hecho de enriquecerse, y añadiendo cualquier detalle que la persona/ familia en cuestión quiera para personalizar su experiencia. No tenemos un límite de cosas a ofrecer”, asegura este emprendedor, que ya ofrece los servicios en toda España. Para ello, cuando llega el momento, Pazy contacta con las funerarias de cada zona, con las que tiene acuerdos cerrados.

Alejandro Nieto habla claro con elEconomista.es sobre los socios con los que tiene que trabajar: “Los agentes funerarios de las distintas funerarias cercanas a lugares de fallecimiento -hospitales, residencias, viviendas- aprovechan el momento de debilidad de los familiares para venderles un servicio y vendérselo lo más caro posible en función de lo que observen que puede ser el poder adquisitivo de la familia (el reloj que lleva, o si entran en su casa, los cuadros que haya o el tamaño de la casa). Al no estar tabulado ni ser transparente, el mismo funeral le puede costar a alguien 2.500 euros y a otra persona 16.000 euros”. Admite que la digitalización ayuda en la rapidez, comodidad, cercanía, facilidad y transparencia. “El contacto se produce cuando uno lo desea”, añade.

Le preguntamos si no ha encontrado dificultad para entrar en el sector. Responde que, de parte de las funerarias, están encontrando “resistencia en algunas zonas con monopolio”. “No quieren colaborar porque el difunto les llegará igual y al doble de precio, dado que nosotros ofrecemos precios tarificados y transparentes en la web y ellos cobrarán lo que estimen’”. Añade que “las funerarias no quieren abrir la entrada a un player nuevo que trae novedades sobre el servicio porque creen que se quedarán obsoletos”. En cuanto a las aseguradoras, comenta el CEO de Pazy que empiezan a ver “nuevos relatos comerciales a la hora de comunicar el producto, pero sin cambios sustanciales y reales para el consumidor”.

Aprovechamos para preguntarle a Nieto si no cree que falta sostenibilidad en el sector. “Falta muchísima sostenibilidad, pero hay una normativa fuerte a día de hoy que impide el progreso en este ámbito. La sanidad mortuoria es una competencia delegada en las Comunidades Autónomas, pero por lo general exigen unos mínimos que se cumplen en todas. Algunos ejemplos de ello son la obligatoriedad de usar un ataúd y de madera por persona”. Es algo que a día de hoy puede resultar absurdo si tenemos en cuenta que podría establecerse la fórmula de alquiler de ataúd en aquellos casos en los que se va a incinerar el cuerpo. Y nos recuerda la polémica del Grupo Funerario El Salvador de Valladolid que, supuestamente, reutilizaba esos ataúdes. Además, esas cajas han de ser siempre de madera, con la única excepción de Castilla y León y Valencia, que ya han homologado las realizadas con cartón. “Algunas Comunidades son más restrictivas que otras (por la presión que hacen los funerarios), algunas no homologan, pero permiten las cajas de cartón”, señala Nieto, que asegura que ya han prestado servicios con ellas.

Otro punto al que no llega la sostenibilidad es a los hornos crematorios, donde es obligatorio su uso de uno en uno. “Esto tiene cierta lógica en casos en los que la familia sí quiere conservar las cenizas o restos, dado que de otra manera, se mezclarían con los de otros difuntos. Sin embargo, en casos en los que la familia no quiera restos por la razón que sea (beneficencia, no tiene familiares...), nunca se optimiza la capacidad calorífica del horno, incurriéndose en más gasto de combustible y generación de gases poco sostenibles para el planeta”. También nos habla de la acuamación, una técnica ya aprobada en otros países, que requiere de un 90% menos de energía y que no emite gases de efecto invernadero.

La digitalización puede ser el revulsivo necesario para revolucionar el sector en muchos aspectos.