ChatGPT o inteligencia artificial al servicio real de la sociedad

La dificultad que han encontrado muchos usuarios para probar el robot conversacional ChatGPT es, en realidad, una buena noticia. Los servidores aguantaron estoicamente durante la primera semana en pruebas, en el que estuvo accesible al público. En esos días, ya se registró más de un millón de perfiles. A partir de ahí, la plataforma desarrollada por OpenAI y por la que Microsoft ha anunciado que va a pagar 9.200 millones de euros ha tenido sus altibajos, con interrupciones en el acceso por ese colapso, algo natural ante tal demanda... Decimos que es una buena noticia porque este robot, capaz de responder a preguntas de todo tipo por escrito y con un nivel de razonamiento más que destacable, ha logrado que una tecnología tan compleja como la inteligencia artificial se haya popularizado completamente. Antes de que llegara el ChatGPT, los asistentes personales como Alexa, Siri o Google Assistant ya habían mostrado en buena medida de lo que podían ser capaces estos algoritmos.

Pero la inteligencia artificial lleva muchos años entre nosotros. “ChatGPT es la estrella de este 2023 y permite dimensionar la magnitud de las ventajas y el paradigma de los retos que nos depara la inteligencia artificial. Mediante una interfaz muy sencilla, imita la inteligencia humana, y apunta a ser clave en la manera de relacionarnos con nuestro entorno. Mediante esta tecnología se empuja la frontera de la tecnología de supercomputación de inteligencia artificial en la nube de forma masiva”, explica la directora de innovación de CapGemini, que acaba de presentar un informe sobre las próximas tendencias tecnológicas. Pilar Rodríguez nos recuerda que las principales ventajas que encuentran las empresas en la inteligencia artificial son la toma de decisiones basada en las experiencias pasadas, el impulso de la eficiencia en las operaciones, el ahorro de tiempo y la mejora y rentabilidad en la automatización de procesos.

Pero no a cualquier precio. Muchas compañías implementan sistemas de chatbots -aun en un nivel de desarrollo muy precario- para atender a sus clientes. Incluso en situaciones de emergencia, estas firmas han declinado esa responsabilidad en unos chatbots sin apoyo de personal especializado. También en esos casos, son incapaces de aportar soluciones y remiten una y otra vez en modo bucle a un formalismo absurdo... Las empresas deben aprovechar el potencial que ya ofrece la inteligencia artificial, pero sin renunciar a su esencia de servicio a la comunidad y de cuidar a los clientes. Al fenómeno del ChatGPT dedicamos el tema de portada de este número. Y es curioso que el mismo robot conversacional de OpenAI tenga que advertirnos una y otra vez que todas sus aportaciones deben de ser revisadas por los seres humanos. Esto nos recuerda algo importante: la necesidad de avanzar hacia un humanismo digital, de seguir poniendo en el centro los intereses y valores que nos son propios. Resulta paradójico que el propio robot nos lo tenga que recordar, no vaya a ser que se nos olvide.