Así puede ayudar la tecnología geoespacial a combatir los incendios forestales

Si hacemos balance de la última década, los incendios forestales han sido una constante y, por ende, una gran preocupación a nivel social, medioambiental y legislativo. Desde que, a finales de 2003, se aprobará la Ley de Montes, se han sumado distintas normativas y estrategias a todos los niveles -estatal, autonómico y local- para luchar contra el fuego; sin embargo, y por desgracia, no han sido suficiente.

Factores como el cambio climático, el abandono de la actividad agrícola, la pérdida en los usos tradicionales del monte o el éxodo de la población de las áreas rurales han hecho estragos en nuestros campos y bosques. Precisamente, un estudio internacional en el que participó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a mediados de 2022 comprobó que el riesgo de incendios ha aumentado en todo el mundo debido al calentamiento global e incluso lo ha hecho por encima de las expectativas que los expertos habían contemplado en un principio.

2022 ha sido el año más duro en cuanto a incendios del que se tienen registros, y ha quedado patente que la emergencia forestal es mucho más grande de lo que se tenía previsto. Las previsiones para próximos años son, si cabe, aún más nefastas si no se lleva a cabo una gestión territorial que englobe la rama económica, social y medioambiental, fomentando la agricultura y la economía conjunta y circular.

El Gobierno de España ha trabajado en un cambio legislativo reciente para poner freno a esta situación. El pasado mes de agosto se aprobó un real decreto de medidas urgentes sobre incendios forestales, que introduce modificaciones en la Ley de Montes en tres ámbitos: prevención, extinción y mantenimiento y restauración de los terrenos forestales afectados.

Las Comunidades Autónomas deben adaptarse lo antes posible a esta norma. Su próximo paso será dar el salto y abrazar la innovación como parte de sus planes, así como contar con nuevos instrumentos que les ayuden en su labor.

El nuevo decreto aborda un punto que, a mi juicio, es la base de toda protección del territorio: que las Administración Públicas empiecen a aplicar recursos tecnológicos “que faciliten la predicción del nivel de riesgo, la alerta temprana y la inmediata activación de las medidas y dispositivos de extinción”.

Esto último se traduce en emplear innovaciones como los gemelos digitales, la inteligencia artificial y el machine learning, las imágenes por satélite, y, sobre todo, los sistemas de información geográfica (GIS) para proteger tanto a los montes como a las personas que trabajan en ellos y a la ciudadanía en general, obligada en ocasiones a evacuar las zonas afectadas.

La tecnología geográfica para el conocimiento de la situación y la coordinación de equipos es hoy indispensable en cualquier intervención y plan que se ponga en pie. Los GIS y los datos geográficos -procedentes de fuentes primarias o de terceros como el Living Atlas of the World, el mayor repositorio de esta información que existe en el mundo- dotan a los organismos implicados en las labores de prevención, actuación y mantenimiento de insights de valor con los que tomar mejores decisiones, además de ser activos esenciales para estudiar el comportamiento del fuego y hacer evaluaciones del riesgo.

A través de una aproximación geográfica a la situación, se puede, entre otros casos de uso, parametrizar el riesgo por cada uno de los incendios/conatos activos, realizar simulaciones de fuegos forestales teniendo en cuenta distintas variables, o evaluar los elementos más vulnerables de un territorio. Todo ello tiene como objetivo una mejor planificación de la defensa y de los planes de prevención.

Es importante recalcar que, para extraer todo el valor de la tecnología, las AAPP deben colaborar y trabajar de la mano de la comunidad científica, los operativos de emergencias y protección civil y las empresas que forman parte de su territorio. Solo así se conseguirá concienciar a la población de la importancia del cuidado y protección del entorno, impulsar la actividad agrícola y no perder la vista del reto demográfico, también determinante.

En España ya estamos viendo proyectos que utilizan datos y tecnología geográficas para prevenir y actuar contra los incendios forestales.

En las Islas Canarias, el Cabildo de Gran Canaria ha implantado un simulador 3D de incendios forestales pionero para analizar datos en tiempo real. Con ello busca prever cómo se va a comportar el fuego, a qué zonas va a alcanzar o en qué momento impactará en determinada área para mejorar la gestión.

Si nos vamos a Cataluña, la Diputaciò de Barcelona ya lleva varios veranos poniendo en marcha un dispositivo de casi 100 unidades móviles para realizar tareas de información preventiva, detección de puntos de riesgo y revisión de infraestructuras de prevención de incendios. Todos estos datos los analiza a través de tecnología geoespacial y los publica en un geoportal al que cualquiera tiene acceso para que la población esté informada.

Estos son solo un par de ejemplos de iniciativas que ya hay en pie, pero ponen de manifiesto que cada vez es más importante que las Administraciones Públicas, y la población en sí misma, dispongan de soluciones colaborativas con el fin de poder compartir información y ser más eficientes.

La mayoría de las regiones ya son conscientes de ello, por eso estoy seguro de que, en los próximos meses veremos nuevos proyectos basados en la colaboración y la aproximación geográfica para poner freno a estas emergencias medioambientales.