Cómo transformar los datos en valor

Cada época económica tiene su nudo gordiano y uno de estos problemas aparentemente irresolubles de la economía digital, global e interconectada de hoy en día es cómo convertir el ingente volumen de información disponible en valor añadido real para los negocios y la sociedad.

Llevamos hablando desde hace décadas de la falta de datos y de la necesidad de acumular más y más información para que las organizaciones desarrollen mejores estrategias de mercado y ofrezcan productos y servicios más adaptados a sus clientes. Esta obsesión se ha visto acelerada, aún más, con la digitalización. En 2019, según Statista, se acumularon a nivel global 46 zettabytes de datos (una cantidad equivalente a 46 veces el volumen del océano Pacífico) y, en 2021, sólo dos años después, ya almacenamos cerca del doble (79 zettabytes).

A pesar de ello, seguimos hablando de la falta de información de valor y de insights. El volumen de datos disponibles no parece ser el problema, ya que hoy, según estudios, la mayoría de las organizaciones utiliza menos del 32% de los datos que tiene almacenados. Eso sí, el ritmo al que crece la acumulación de información en la economía interconectada, representa una seria amenaza para la capacidad de la mayoría de las organizaciones de absorberla, interpretarla y tomar las decisiones oportunas en base a ella con la suficiente celeridad.

El almacenamiento de datos también tiene un impacto directo en la sostenibilidad y el cuidado medioambiental. Las TI acapararán un 8% o más de la demanda de electricidad mundial para el año 2030, frente a un 2% en 2020, y el almacenamiento de datos es el responsable del entre 10 y el 15% del consumo energético de los centros de datos a nivel global. De este modo, hace falta cortar el despilfarro tecnológico, almacenando sólo los datos que se pueden transformar en valor y poniendo en marcha las herramientas necesarias para que esta transformación sea real y efectiva.

El mercado es consciente del problema. No por casualidad, hoy el principal indicador de la madurez de las empresas y organizaciones en cuanto a su transformación digital no es el volumen de datos almacenados, sino su capacidad de aprovecharlos. Desde hace más de una década también se están buscando soluciones para impulsar este aprovechamiento, con la creación de toda una serie de herramientas avanzadas centradas en transformar los datos en insights, como las modernas herramientas analíticas, la inteligencia artificial y un largo etcétera de tecnologías. Dichas herramientas, sin embargo, no parecen suficientes porque se siguen aplicando sobre silos de información, representando un problema desde el origen.

La nube es parte integral de esta problemática. La misma ha revolucionado la gestión y el manejo de los datos, siendo clave para el establecimiento de nuevos procesos y servicios por parte de las organizaciones y para la evolución de la economía digital en general. El traspaso de cargas desde los centros de datos empresariales locales a la nube también reduce el gasto energético. Gracias a todo ello, la migración a los entornos cloud ya es parte integral de la estrategia de almacenamiento y servicio de datos de la mayoría de las empresas, más del 60% de las cuales afirma que sus infraestructuras y aplicaciones estarán en la nube de aquí a dos años, lo que deja pocas dudas acerca de la dirección que está tomando el mercado.

Sin embargo, cuando las organizaciones adquieren servicios de nube pública para ampliar sus centros de datos locales, sus infraestructuras combinadas también se vuelven más dispares, inconsistentes y fragmentadas. Los silos multicloud generados son intrínsecamente más complejos de gestionar que las infraestructuras de gestión de datos tradicionales, generando nuevos costes, una mayor demanda de profesionales, complejidades en el traslado de datos y riesgos para la seguridad, la latencia o el rendimiento. Resolver esta complejidad es uno de los principales retos de las organizaciones más modernas, hoy en día.

Hoy, poder efectuar el análisis y la gestión conjunta de grandes volúmenes de datos, estén estructurados o no, es imprescindible para cualquier organización que quiera convertirse en un negocio impulsado por los datos y en asegurar su lugar en la economía digital.

Los problemas, que parecen irresolubles, a veces necesitan soluciones drásticas y, en el caso del que nos ocupa aquí, los líderes del ámbito TIC parecen coincidir en una solución bastante alejandrina: la creación de un tejido de datos, o Data Fabric, único (compuesto por una arquitectura de sistemas, software y servicios) que permita integrar y manejar los datos corporativos dentro de una experiencia unificada y conectada.

Este tejido de datos único en el entorno multicloud híbrido permitirá que la nube sea transparente para cualquier organización, con visibilidad de la infraestructura, aplicaciones y datos, desde un único lugar, asegurando además que los datos empresariales funcionan de manera óptima e integrada en cualquier aplicación, entorno y plataforma, entre otras muchas ventajas en términos de automatización, costes y escalabilidad.

Hoy, dotarse de esta experiencia multicloud híbrida, unificada y consistente, parece ser la única forma de superar los retos en la gestión y el aprovechamiento de los datos en la economía digital interconectada. Y para conseguirlo, las organizaciones precisan del apoyo de proveedores con unas soluciones hybrid cloud de próxima generación, que les aseguren esta experiencia simplificada para consumir, gestionar, proteger y ofrecer flexibilidad operativa dentro de sus entornos multinube híbridos. Son las herramientas con las que estas organizaciones podrán liberar el potencial de sus datos, tanto dentro de sus propios CPDs locales, como en cualquier nube o en los entornos de edge computing.