Tu viejo iPhone puede tener una segunda vida
Entramos en los talleres de Swappie en Helsinky para conocer cómo funciona la empresa que está reacondicionando cientos de miles de teléfonos iOS cada año
Por cada iPhone que se vende en el mercado de segunda mano, evitamos la emisión de 47 kilogramos de dióxido de carbono a la atmósfera. Es el cálculo que han hecho entre el Instituto de Investigación Medioambiental de Suecia (IVL) y la consultora especializada en medioambiente Ethos International para la web Milanuncios.com. La economía circular está en auge y cada vez son más los consumidores que prefieren dar una segunda oportunidad a sus dispositivos electrónicos. Con esta decisión, contribuyen a la lucha contra el cambio climático y, de paso, también se ahorran unos euros curiosos... En algunos casos, incluso se puede optar por el alquiler de equipos, como viene ofreciendo la startup alemana Grover, que renta equipos de hardware a particulares y empresas.
En ese contexto, Swappie se ha convertido en muy pocos años en la compañía líder europea en reacondicionamiento de iPhones. También empezó como startup en 2016 y ya cuenta con 1.500 trabajadores. Ha superado los 800.000 clientes en 15 mercados europeos -incluido España- y en 2020 registró unos ingresos de 97 millones de euros. Su facturación ha crecido a tres dígitos en algunos ejercicios. “A final del año pasado, alcanzamos la marca de haber vendido más de un millón de iPhones y en estos momentos estamos vendiendo varios cientos de miles de estos dispositivos al año”, explica a elEconomista.es su CEO y fundador, Sami Marttinen (Heinola, 1990), en una visita a las instalaciones de la central de la compañía en Helsinky.
Nos cuenta que todo empezó porque a él mismo lo estafaron cuando compró un iPhone de segunda mano por Internet. “Me puse a preguntarle a la gente en la calle y me sorprendió que, en realidad, los consumidores querían acceder a este tipo de móviles para reducir el desperdicio de productos electrónicos, que aumenta sin parar. Sin embargo, no confiaban en los vendedores que había”. Detectó así esa demanda desatendida y, aunque estaba metido en otros proyectos, él y sus socios se pusieron manos a la obra. “Nos centramos en crear un servicio que pudiera atraer a personas que en lugar de comprar un móvil nuevo pudieran comprar uno reacondicionado”, añade.
El sistema que utilizan es muy sencillo y todo tiene lugar desde la propia web. Basta entrar y elegir si queremos comprar o vender un terminal usado. Si optamos por la adquisición, podemos encontrar modelos -todos ellos con garantía de dos años- desde el iPhone 7 al último modelo. “El ahorro oscila desde el 10% para los terminales más recientes hasta el 40% para los más antiguos”, nos detalla Marttinen. Así encontramos por ejemplo un iPhone 11 de 128GB por 489 euros (frente a los 639 euros que costaría uno nuevo) o un 11Pro de 256GB por 509 (frente a los 582 euros).
Si disponemos de un iPhone usado que queramos vender, basta indicar el modelo, responder a unas preguntas sobre su estado y se ofrece una propuesta de precio. Tras aceptarla, se deja preparado para la recogida y una vez lo reciben en Helsinky confirman el precio y realizan la transferencia. Ambos procesos se realizan por separado, por lo que si queremos cambiar un terminal usado por otro ya reacondicionado debemos realizar una venta y una compra. Para asegurarse de que no haya problemas, aparte de esa garantía de dos años, cada móvil también es sometido a 52 pruebas de todo tipo. Desde la compañía añaden que su garantía tiene una cobertura más amplia que la que ofrece la propia Apple en sus terminales nuevos.
“En la actualidad, solo uno de cada cuatro clientes de iPhone está revendiendo sus terminales. Queremos acceder a ese 75% de iPhone usados que acaban olvidados para siempre en un cajón. Creo que existe un gran potencial para que crezca el mercado de teléfonos inteligentes reacondicionados”. Y ofrece un dato sobre el mercado europeo, en el que se están centrando y consolidando antes de iniciar su expansión a otros continentes: “Aquí, el mercado de teléfonos inteligentes reacondicionados representa solo el 10%”. Aunque de momento solo están comprando y vendiendo dispositivos entre particulares, pronto se plantean el salto a empresas para que les remitan los teléfonos cuando éstas se los renuevan a sus trabajadores.
En su visita a las instalaciones de la compañía, comprobamos que todo el proceso de reacondicionamiento de los móviles es aún bastante artesanal. “Para plantearnos esa expansión a otros mercados antes tendríamos que avanzar en la automatización”, reconoce el CEO de Swappie. Cuando llegan los móviles, se les identifica para permitir la trazabilidad en todo el proceso. En la primera sala, vemos muchos de los iPhones conectados a una especie de servidores para borrar cualquier tipo de información que pudieran contener de sus anteriores propietarios. Ese reseteo sí es automático, como el diagnóstico que se lleva a cabo en otra sala, en la que hasta ocho terminales están conectados a un ordenador realizando múltiples comprobaciones sobre su estado. A partir de ahí, se establecen las prioridades. Por ejemplo, si la batería está aún por encima del 80% de su capacidad, se opta por mantenerla, a menos que el comprador exija que sea reemplazada.
A partir de ahí, los terminales son derivados a los técnicos encargados de cada misión. Por los puestos, algunos de ellos lucen orgullosos un cartel que les acredita como campeones en su meticuloso trabajo de las reparaciones. Niko Uimone, por ejemplo, consiguió cambiar la friolera de 177 baterías el 21 de enero de 2021, un auténtico récord por el que fue premiado. Por los escritorios de los trabajadores encontramos bastoncillos sanitarios y alcohol para limpiar las minúsculas piezas junto a avanzados microscopios electrónicos de alta precisión, soldadores y tornillos casi invisibles. Frente a procesos como el cambio de batería, que pueden realizarse en pocos minutos, atendemos también cómo se repara el sistema de reconocimiento facial en las tripas del procesador, un trabajo mucho más lento. Para la limpieza final o pulido de la superficie externa, un cepillo de dientes eléctrico ayuda a eliminar cualquier imperfección.
“Por cada dispositivo que vendemos, podemos reducir de forma considerable la huella de carbono que supondría fabricar un terminal nuevo. Así que esto no es solo bueno desde el punto de vista económico, sino también para el medio ambiente. Somos capaces de impulsar uno de los mercados más grandes del mundo hacia una dirección más sostenible no imaginada hasta ahora”, nos explica Marttinen. Le preguntamos sobre su relación con Apple, que es inexistente, y añade que también gracias a Swappie se está ampliando el mercado de usuarios de la marca de Cupertino. “También entiendo que es muy positivo para los fabricantes comprobar que se puede alargar la vida útil de sus dispositivos”, añade.
Cuando le pedimos su opinión sobre la obsolescencia programada, responde que siempre le ha interesado conocer cómo se fabrican las cosas. “Ya sea que esté planeado o no, los teléfonos inteligentes y la electrónica en general tienen una vida concreta. No tengo datos o confirmación de que realmente exista esa programación de la vida útil de los dispositivos, pero si no es algo planeado, es algo que sucede de forma bastante natural y que te hace pensar”.
Sami Marttinen, a quien le gusta empezar el día nadando diez minutos en agua helada, confía en que este negocio siga creciendo cada año por encima del 10%. “Cuando vemos a las generaciones más jóvenes, que tienen cada vez más poder adquisitivo, en todos ellos está la preocupación por el medio ambiente. Creo que eso es algo que podemos ver en todos nuestros mercados”.