Tras el espíritu de lo breve de TikTok

La plataforma china marca tendencia y los formatos cortos se consolidan también en el resto de las redes sociales y plataformas. Sin embargo, como si de anuncios de televisión se tratara, no parecen reñidos con la reflexión. ¿Es todo frivolidad o pueden despertar la curiosidad de la audiencia hacia temas complejos y profundos?

Algo está cambiando en el mundo de las redes sociales. Esta nueva vuelta de tuerca apunta a una consolidación de los formatos cortos. El espíritu de TikTok, que arrancó con vídeos que no podían superar los 15 segundos, ha ido contagiando a las demás plataformas de contenidos. Clubhouse, que prometía crear espacios de reflexión con audio social, está en declive y asiste a una espantada de seguidores y creadores de contenidos. Twitter, que emuló a Clubhouse con sus Spaces, también deja ese proyecto en punto muerto. Facebook se siente atraída por ese formato de TikTok, en su caso con los Reels de vídeos cortos en bucle. Según vemos, todo se ‘tiktoktiza’, todo se hace breve, conciso...

Es cierto que ahora la plataforma de contenidos china, que ha superado los 2.000 millones de descargas, admite vídeos de tres y de hasta diez minutos pensando en los tutoriales, en las recetas de cocina... Pero basta pasar un rato en TikTok para comprobar que los vídeos brevísimos siguen siendo los más abundantes y los más aplaudidos. Igual suele suceder en Youtube... Todos abrazan la máxima de que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Teniendo en cuenta que estas redes sociales se han convertido en un espejo de la sociedad, que están marcando la manera en que nos relacionamos y comunicamos con los demás, hemos querido preguntarnos -esta vez sin prisas- qué implicaciones tiene esa tendencia hacia la brevedad. ¿Queda espacio para la reflexión?

“Es una realidad que los formatos cortos son tendencia”, nos confirma Mauricio Cabrera, analista de medios y creador de Story Baker. “¿Es necesariamente malo el formato corto? Me parece que no. De hecho, considero que es una gran vía para intentar provocar que la gente se interese por temas que antes habían estado alejados del interés general, por decirlo de alguna manera”. Propone este analista utilizar esos formatos cortos como reclamo hacia formatos más extensos, como si se tratara de spots publicitarios o eslóganes. “A través de estos contenidos breves se puede despertar la curiosidad en el público para que luego, si así lo decide, profundice a través de la lectura de textos mucho más largos o de la escucha de un podcast de 30 minutos a una hora. Los periodistas y contadores de historias debemos empezar a entender que una misma temática puede tener la misma sustancia desde un formato corto o desde un formato largo, lo que llamo un formato acordeón”, añade Cabrera a elEconomista.es.

“Parece que cada vez nos cuesta más mantener la atención y por eso buscamos cosas breves”, nos reconoce Alejandro Martínez Carrasco, profesor de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Admite esa tendencia hacia los formatos cortos y aclara que “eso no implica necesariamente que la reflexión sea más difícil de encontrar”. “Los formatos breves de vídeo, incluso los escritos como los microrrelatos, pueden favorecer la reflexión igual que los más largos. Cualquier vídeo en TikTok por muy breve que sea, un detalle en una conversación, un encuentro, un libro, etc., puede fomentar esa reflexión. En el fondo, es una actitud que nos lleva a fijarnos en algo que quizá no habíamos reparado hasta ese momento, que nos ayuda a ver con ojos nuevos, a pensar, algo que nos saca de lo acostumbrado, algo que nos molesta por así decir, que rompe nuestras rutinas...”

Historia para tontos

Ejemplos de ello encontramos muchos en estas mismas redes que mencionábamos al principio. Mauricio Cabrera nos destaca una serie de podcast con el elocuente título de Historia para tontos. En ella, se utiliza esa estrategia de lo anecdótico para desarrollar después temas más complejos como por ejemplo las relaciones entre Israel y Palestina... “No podemos esperar que alguien que no tiene un primer contacto con la Historia vaya a consumir formatos largos. Historia para tontos tiene un lenguaje común y consigue que aquellos que habían dicho que no les interesaba la Historia Universal se interesen por ella. En el momento en el que utilizas un contexto mucho más relajado, la audiencia se muestra interesada por algún pasaje del pasado. A partir de ahí, esos mismos oyentes pueden ir a fuentes más especializadas, con mayor profundidad... Tenemos que hablar cada vez más de esta conversión de contenidos”, explica este analista de medios.

Queda claro entonces que los formatos cortos no están reñidos con la reflexión. Sin embargo, el filósofo de la Universidad de Navarra va más allá. “Una persona tiene que tener ya una predisposición a la reflexión, que ya de entrada tenga facilidad para fijarse en las cosas, para dejarse admirar, dejarse sorprender... Los formatos breves no impiden el análisis, pero esa reflexión hay que fomentarla, hay que enriquecerla también de otras muchas maneras. Ese trabajo es previo”, nos explica Martínez Carrasco.

Cae el interés por las noticias

Otro fenómeno relacionado con esa brevedad de los contenidos es la pérdida de interés de la población por la información. Según el último Digital News Report, por primera vez, los escépticos en las noticias (39%) superan a los que se fían de ellas (32%). Por edades, también en España son los mayores de 65 años los más interesados en la información (76%), mientras que solo uno de cada cinco con edades entre 25 y 34 años se muestra atraído por las noticias. En esa lucha por captar la atención de la audiencia, el New York Times ha iniciado una estrategia para alcanzar 15 millones de suscriptores en todo el mundo y avisa que eso implicará más contenidos de entretenimiento, de ocio... “No estoy tan seguro de que hoy en día la gente huya de las noticias”, reflexiona Martínez Carrasco. “De hecho, somos cada vez más curiosos, buscamos todo tipo de información, todo tipo de datos... Quizá nos preocupamos menos por las noticias de fondo, por las noticias importantes. Muchas veces, nuestra curiosidad busca cosas más morbosas, más de moda, quizá más entretenidas y divertidas. Nos cuesta informarnos de las cuestiones serias e importantes. Siempre necesitamos esas interpretaciones. Lo ideal es que cada uno sea capaz de realizar esos análisis, pero eso requiere un nivel de conocimiento y un esfuerzo intelectual que a veces no es sencillo. Por eso triunfan tanto las teorías de la conspiración, las fake news...”

Añade este profesor de la Universidad de Navarra que a veces incluso buscamos interpretaciones a hechos profundos en redes sociales, que nos aporten en un momento una visión de lo que está sucediendo. Y admite que lo que más nos cuesta es buscar fuentes fiables, escuchar a gente que sabe, escudriñar en más de una fuente...

Objetivo: captar la atención

El creador de Story Baker sí ve necesario un cambio de rumbo en los medios -como el que postula el New York Times- para poder captar la atención del público. Anima a desaprender muchas cosas, como la repetición de las declaraciones de los políticos sin más. “Si los periodistas se siguen ciñendo a lo que digan los políticos, no vamos a seguir la agenda de la audiencia. El error de los medios está en convertir eso en la narrativa principal, en lugar de ser ellos los que propongan contenidos propios. Llama la atención que entre las razones que argumenta el público para evitar las noticias está la afirmación de que las consideran inútiles. En ese contexto, emerge el periodismo humano y positivo, pero tendríamos que avanzar hacia el periodismo accionable. Esto se traduce en estimular al lector, en provocarle a nivel intelectual o moverle a hacer algo”, explica.

¿Están cambiando también los temas de conversación? “Cada vez es más interesante ver esto. Antes, la agenda de temas estaba marcada por aquello que todos leíamos en los periódicos, oíamos en la radio o veíamos en la televisión. Ahí estaban los temas de los que debíamos conversar. En la era de la personalización, de las redes sociales, de los algoritmos que nos van diciendo lo que realmente nos interesa -a veces sin que ni siquiera lo sepamos-, se produce una segmentación de las temáticas. Todo eso explica que cinco personas sentadas alrededor de una mesa no tengan un tema común tan marcado como antes”, añade Cabrera. Para Martínez Carrasco, el problema es otro: “Cada vez hablamos menos, cada vez hay menos conversación real cara a cara. Quizá los móviles, las redes sociales y las pantallas nos están separando unos de otros. Conversamos a través de redes sociales, a través de wasap, peso eso no es una verdadera conversación directa y personal, que es la que de verdad nos enriquece”.

¿Tenemos todos la misma curiosidad?

Al mismo tiempo que en las redes sociales predominan los formatos cortos, después no tenemos problema en sentarnos a ver una serie de diez horas cuyo argumento y tramas bien podrían resumirse muchas veces en una película de dos horas. “Los medios han sido muy erráticos en ese sentido. Spotify o Netflix te pueden tener atrapado varias horas, mientras que los medios de comunicación se han conformado con que entremos a consultar una noticia y nos vayamos, no han sabido atraparnos”, explica Cabrera.

Añade también este analista de medios que “estamos en una sociedad del mínimo esfuerzo, pero si somos capaces de generar curiosidad, esa curiosidad va a provocar dedicación de la sociedad hacia las cosas”. Y también advierte: “No tenemos que escandalizarnos porque no todo llegue a las masas. El conocimiento no ha llegado a las masas nunca no solo por la falta de medios, sino por el propio interés humano, porque no todos tenemos el mismo nivel de curiosidad ni el mismo tiempo para atenderlo, ni la misma disposición para reflexionar”.

¿Quién ganará la partida en esa lucha por la hegemonía en las redes sociales y plataformas de contenidos? Nadie se arriesga a aventurar qué sucederá finalmente y qué tipo de formatos acabarán imponiéndose. Alejandro Martínez sí recuerda lo sucedido en los últimos años, esa continua transformación, cómo unas van desapareciendo, al tiempo que van surgiendo otras propuestas... “Posiblemente las empresas o plataformas o formatos que triunfarán dentro de 10 años todavía no las conocemos hoy. También es cierto que muchas veces triunfa no quien innova, sino quien mejora lo que otros han innovado. En ese sentido, quizá una empresa que está bien posicionada es Meta, la antigua Facebook, que ha ido aprovechando lo que otros hacían para ir mejorándolo, integrándolo, yendo un poco más allá. A priori, parece la más dinámica...”