Renovarse para no morir: las claves de la digitalización en pymes y autónomos

Tras la pandemia, hemos visto como numerosos negocios de nuestro barrio, proyectos de familiares y conocidos o empresas con las que nos relacionábamos no han podido continuar con su actividad comercial por no poder desarrollarla de forma fluida. Ha sido una tónica habitual en nuestro país. Se dio una situación nueva, de un día para otro, y las pymes y autónomos se vieron en una posición poco competitiva para hacer frente al nuevo marco, por no haber abordado la digitalización. Quedó patente que antes la transformación digital era una opción muy deseable pero, de un momento a otro, se había convertido en una necesidad.

Es una realidad que los países que cuentan con empresas más digitalizadas son más resilientes en épocas de inestabilidad económica. Y la clave es ser capaces de agilizar sus negocios mediante la optimización de procesos por medio de nuevas herramientas digitales.

La mayor parte del tejido empresarial de nuestro país está formada por pymes (99,8% de las empresas, que representan más del 66 % del empleo empresarial). Son fundamentales tanto en el crecimiento de la economía como en el fomento de la competitividad. Y, en el proceso de globalización y digitalización actual, las pymes no deben quedarse atrás, sino que han de tener un papel fundamental en la innovación y en la transformación digital, que les supondrá una mejora en su productividad y en su capacidad para aportar propuestas de valor.

Además, los procesos de digitalización son uno de los pilares en los que se basa la recuperación económica. No en vano, contarán con las ayudas de los fondos NextGeneration EU, instrumento temporal concebido para impulsar la recuperación de Europa. Además, a nivel nacional, también se han proyectado planes con este mismo objetivo, con el anuncio del gobierno de una inversión multimillonaria para poner en marcha la Agenda España Digital 2025.

Se trata de un plan que pretende impulsar la digitalización mediante ayudas a pymes, entre otras cuestiones, para ayudar a una recuperación de la economía con empresas más digitales, ágiles y rentables que, a su vez, sean capaces de crear más empleo. Por ejemplo, según este plan, se promoverá la adopción de nuevas tecnologías y plataformas que permitan agilizar todas aquellas gestiones diarias y repetitivas, como la firma de documentos y la validación de facturas o albaranes, de forma que se abra paso a un nuevo modelo de gestión flexible.

Muchas compañías ya han asumido la transformación digital como un cambio necesario para la evolución. Sin embargo, hay una situación desigual en el ámbito empresarial, ya que para autónomos y PYMES es más difícil conseguir esta adaptación. Un caso concreto como ejemplo: no tienen nada fácil competir con marketplaces o grandes superficies que operan en la red. La diferencia entre unas empresas y otras es grande: por ejemplo, una de cada cuatro PYMES no cuenta con conexión a Internet en su local y una gran parte de autónomos y dueños de PYMES (hasta un 70%) no son nativos digitales.

Además, el nuevo contexto ha hecho perder a las pequeñas empresas la que era su mayor ventaja frente a grandes corporaciones: el contacto directo y cercanía con el cliente. Aunque las restricciones no son las mismas, ha habido una evolución en la forma de hacer gestiones que ha llegado para quedarse.

Cuando pensamos en la evolución del negocio de un autónomo o una pyme nos vienen a la cabeza la generación de ideas sobre cómo mejorar el producto o servicio, estrategias para darse a conocer, ampliar la zona en la que se trabaja, etc. Pero tan importante como los avances en lo que se ofrece es trabajar en cómo se ofrece. Por ello, la optimización de los procesos, muchas veces burocráticos y que no aportan un valor añadido al cliente, es fundamental. Un negocio que se sustente en un modelo digital y que logre un intercambio de documentos seguro, la contratación de personal a distancia o la firma de acuerdos con proveedores y clientes de forma remota, consigue generar más valor y reducir el gasto. La clave, por tanto, es la digitalización, que tiene como elemento central la identidad digital.

Sin identidad digital no podemos hablar de una digitalización real. Una firma digital identifica al firmante de forma inequívoca y asegura la integridad del documento firmado, de tal forma que el documento electrónico tiene la misma validez legal que el original. Al utilizar un certificado digital, el profesional queda identificado y puede utilizar distintas aplicaciones de firma electrónica y gestionar trámites de forma online, todo ello con plenas garantías legales.

Queda, además, garantizada su identidad y situación como autónomo, la confidencialidad de la información que trata y se asegura de que las transacciones no serán repudiadas. Disponer de herramientas que permitan firmar de forma digital es clave para repensar el modelo de negocio y realizar diferentes gestiones de una forma mucho más eficiente y práctica, desde firmar un contrato con un proveedor o empleado, hasta los trámites con las administraciones públicas. Además, ya es posible tramitar certificados digitales, sin necesidad de moverte de tu casa, pudiéndote identificar de forma remota, lo que garantiza una mayor agilidad.

La digitalización va mucho más allá de la faceta tecnológica. Tiene más bien un enfoque financiero, ya que aumenta la competitividad de la empresa, aumenta los ingresos y disminuye sus gastos.

Autónomos y PYMES generan riqueza y empleo y no pueden quedarse atrás por no contar con los recursos o información adecuada. Una vez que se hayan introducido y superado la digitalización, podrán ser mucho más competitivos, aumentar su productividad y la capacidad de generar empleo, en definitiva, hacer crecer su negocio.