Cómo escapar de la frivolidad en un mundo marcado por la brevedad de las redes sociales

Avanzamos hacia el mundo de lo breve. El espíritu de lo conciso parece inundarlo todo. Fue la bandera que enarboló en sus inicios la plataforma de contenidos TikTok con sus vídeos de 15 segundos y también fue la consigna de Twitter en sus primeros tiempos, en los que solo permitía 140 caracteres... Después, con el tiempo, han aceptado contenidos de mayor desarrollo y duración, pero da la impresión de que ese espíritu de la brevedad se ha consolidado y que también se ha expandido al resto de redes sociales y plataformas de contenidos.

En este número analizamos en el tema de portada el debate filosófico que se esconde detrás de esa tendencia hacia los formatos breves. Y lo hacemos -en contra de ese criterio- sin prisas. ¿Qué entraña entonces esa brevedad, esa concisión? Más allá de la posible frivolidad de muchos de esos contenidos, ¿esa estructura de contenidos admite espacio para la reflexión, el pensamiento, el diálogo...?

En ese debate nos ha sorprendido la actitud de los expertos con los que hemos hablado, que coinciden en que ese concepto de la brevedad puede ser la puerta de entrada a cuestiones más profundas y complejas. Puede convertirse, por decirlo de alguna manera, en la llamada para despertar esa curiosidad, hacer las veces de eslogan o atractivo spot televisivo con el que activar algún mecanismo oculto. Es tal la variedad de posibilidades que ofrece ahora mismo Internet, que un simple tuit o vídeo de 15 segundos en TikTok puede después estimular a consumir un contenido de mayor duración sobre ese mismo tema, como un podcast de media hora o una serie de televisión en una de las plataformas de streaming.

Así, advierten también estos expertos sobre una cuestión previa y que no es menor: ese análisis y esa curiosidad es necesario alimentarla y trabajarla desde mucho antes hasta conformar un necesario espíritu crítico. Esto puede conseguirse por múltiples vías: a través de la lectura, de las conversaciones, de las experiencias, de los viajes... Así, si bien esa brevedad no es un obstáculo para el análisis, es necesario alimentar esos estímulos.

Al hilo de este debate, nos cuenta también el profesor de Filosofía de la Universidad de Navarra Alejandro Martínez Carrasco que “cada vez hay menos conversación real cara a cara”, que “quizá los móviles, las redes sociales y las pantallas nos están separando unos de otros”. Vivimos, pues, en la era de la comunicación, estamos cada vez más conectados entre todos en esa aldea global de la que hablaba Marshall McLuhan, pero al mismo tiempo, según este filósofo, parece que se reducen las oportunidades de encontrarnos unos con otros en vivo, que “son las conversaciones que realmente nos enriquecen”.