La transformación digital del fútbol pasa por el NFT

Sigue siendo cierto que el fútbol es uno de los pilares de nuestra sociedad y también, en buena parte, de nuestra economía: billones de euros en derechos, entradas y camisetas; sigue siendo el ocio preferido de casi 4000 millones de personas en todo el mundo; turismo de partidos; objetivo laboral de tantos niños y cada vez más niñas... Y, por otro lado, está la tecnología: esa transformación digital que abarca a todo y a todos, dentro y fuera del terreno de juego.

Estas dos industrias, las más pujantes en el mundo actualmente -la tecnología y el propio deporte, empezando por el fútbol-, se han encontrado e interactúan desde hace ya bastante tiempo con estrategias de big data, analíticas, simulaciones automatizadas, redes sociales o juegos online.

Y ahora, apenas en los últimos cuatro o cinco años, también con el blockchain que, como una de las revoluciones tecnológicas más importantes de la última década, está siendo ya utilizado por las empresas deportivas en forma de iniciativas basadas en NFT (o tokens no fungibles) como coleccionables de jugadores a disposición de cualquier aficionado del mundo.

Porque igual que los cromos de antaño -o las entradas de un partido histórico; o un trozo de la red de la portería de la final-, los coleccionistas de hoy día siguen buscando objetos únicos, y valiosos en el mundo digital. Un ejemplo de ello son estos activos NFT que también pueden guardar, intercambiar, vender, acumular o, incluso, jugar con ellos en el mundo virtual del fútbol fantasy, con licencia oficial, y de forma totalmente segura y fiable gracias a la tecnología Blockchain. Con Ethereum -uno de los sistemas más seguros, resistentes e interoperables- es posible, ya que permite tener el historial digital completo del activo desde sus orígenes y garantizar los intercambios con seguridad.

Es decir, cada tarjeta digital o NFT pertenece a una colección concreta y posee un registro digital, lo que hace que sean únicas e irreemplazables, con lo que el usuario es dueño absoluto de sus jugadores, puede intercambiarlos, venderlos y utilizarlos libremente en el mundo digital.

Las empresas tecnológicas del sector tenemos la responsabilidad de ayudar a la industria deportiva en este camino porque, seamos claros, les va el futuro en ello. La transformación digital, para ellas como para el resto, no es una mera fachada o lavado de cara sobre el papel. Tampoco es un adorno para presumir de modernización, sino que va mucho más allá.

Para empezar, es una manera más de acercarse a la afición, fidelizar a su público y llegar cada vez más lejos -geográficamente hablando- en influencia -tanto como a la audiencia global que está conectada a internet, desde Asia a Oceanía, pasando por supuesto por los mayores aficionados a este deporte en Europa y Latinoamérica-. Pero, además, el desembarco digital y la incorporación de las licencias de NFT está demostrando ser una manera de crecer y de aumentar los ingresos, especialmente en momentos delicados como los que hemos vivido con la pandemia, con campos cerrados y partidos anulados.

Gracias a ello están pudiendo diversificar sus canales de ingresos, al margen de los contratos de jugadores o de la venta de entradas, con algo totalmente nuevo. No estamos descubriendo nada nuevo si decimos que los clubes son, cada vez más, marcas comerciales cuyo cometido principal, como el de cualquier empresa, es ganar dinero.

Las posibilidades de negocio son, todavía, difíciles de prever, aunque podemos hacernos una idea del volumen que puede alcanzar si tenemos en cuenta que el mercado de colección de tarjetas deportivas tiene un valor de unos 5.400 millones de dólares, lo que equivale a 6.098 millones de euros solo en los Estados Unidos. Si miramos a los deportes fantasy, según la consultora Research & Markets, su volumen de negocio ha sido de 20.360 millones de dólares (23.003 millones de euros) en 2020 y se espera que alcance los 38.600 millones de dólares (43.605 millones de euros) en 2025, lo que de confirmarse supondrá que prácticamente se haya duplicado el mercado en apenas cinco años. Y en medio de todo ello los tokens no fungibles -que son a la vez coleccionables y parte del juego fantasy-, de los que se han vendido más de 10.700 millones de dóllares (12.089 millones de euros) según datos del tercer trimestre de 2021.

Esto no para aquí, porque sin duda el mundo digital seguirá evolucionando y con él deberán hacerlo las empresas, deportivas o no, que se planteen mantenerse como referencia de sus públicos. Los NFT, como tecnología estable y duradera, están especialmente bien posicionados para, en un futuro no muy lejano, utilizarse en estos entornos virtuales donde el usuario puede interactuar con otros en un escenario concreto, por ejemplo, un terreno de juego.

Para el usuario, el atractivo debe de estar en la oportunidad de ‘salir’ de ese campo propio de un equipo concreto para llegar a jugar, si cabe, en ligas mundiales donde el intercambio de jugadores o de equipos a nivel internacional -y siempre hablando del mundo digital- pueda convertirse en una realidad. Para las compañías involucradas en este mundo, por su parte, puede llegar a multiplicar el alcance y las posibilidades tanto publicitarias, como de patrocinio o, ¿por qué no?, de realizar eventos en sus propios metaversos igual que hoy día lo hacen en sus estadios.

El incremento de la población joven, el abaratamiento de los dispositivos móviles, el interés por el deporte o la popularidad de grandes estrellas como Cristiano Ronaldo o Messi, que acumulan millones de seguidores en sus redes sociales son una ola imparable que llevará consigo esta transformación de los clubes. El potencial, en fin, es enorme, y el interés de estas empresas, según parece, también.