La nueva utopía de una Internet libre se llama Fediverso

La estampida de usuarios de Twitter a Mastodon da una nueva vida a las redes sociales descentralizadas, donde el usuario controla todos sus datos y donde la publicidad no tiene cabida

Desde que Elon Musk compró Twitter, la red social del pajarito ha perdido 285 millones de usuarios. Las medidas anunciadas sobre el cobro de una cuota han espantado a muchos tuiteros en busca de otros lugares, quizá también más libres. Algunos de ellos se han fijado en el fediverso, que llevaba seis años dormido, y ahora está protagonizando un auténtico boom. En concreto, se han pasado a Mastodon, que no tiene límite de espacio ni controles y que es el máximo representante de ese nuevo modus operandi. “Fediverso es el resultado de unir las palabras federación y diverso y está integrado por redes sociales formadas por distintos servidores que se basan en el software libre y en usar protocolos abiertos”, nos explica Juan Sebastián Molano, Senior Brand Manager de HubSpot para España. “Hoy en día, el fediverso se usa para designar a un tipo de red social descentralizada que no cuenta con unos servidores centrales directamente conectados entre sí”, añade. Así, a diferencia de Twitter, Facebook, Instagram o Youtube, no son “propiedad de una empresa concreta que controla esa información y los datos personales”.

De entre esas plataformas, ha sido Mastodon la que más titulares ha acaparado en las últimas semanas, al ser la red social federada con más usuarios del mundo, con casi seis millones de cuentas. Para contextualizar, queda claro que hablamos de una tendencia aún discreta si comparamos esas cifras con los centenares de millones de usuarios que siguen poblando las redes sociales más famosas. También aquí -como en Twitter- hay una diferencia notable entre el número de cuentas registradas y las que realmente tienen actividad: de esos seis millones, solo 3,6 millones muestran actividad (según datos del pasado 20 de noviembre). Todas las redes sociales del fediverso suman 7,45 millones de cuentas, de las cuales poco más de la mitad están activas.

El referido fediverso, con sus servidores locales e independientes federados, permite a los usuarios interactuar libremente entre sí como si estuvieran en una sola red social. Es decir, como si aquello fuera Twitter o Facebook, pero sin Elon Musk ni Mark Zuckerberg moviendo los hilos. En su caso, el fediverso funciona sobre el estándar técnico ActivityPub, con 10.000 nodos funcionando como si fuera uno solo. Tras las bambalinas de cada servidor aparecen voluntarios que trabajan de forma altruista, sin anunciantes ni firmas de capital riesgo. El tinglado se financia con microdonaciones de los usuarios, sin más interés que el de mantener operativo el invento y de dimensionarse para el crecimiento. Esto significa que aquí también hay que aportar, por lo que quienes salieron de Twitter rebotados por el cobro de una cuota también deberían pasar por caja de una forma o de otra. Los servidores no se mantienen solos y, para hacernos una idea, tendríamos que compensar lo que suelen recibir gracias a la publicidad, inexistente en este nuevo modelo.

Al contrario que las redes sociales que comandan el Nasdaq, las plataformas del fediverso no están en venta. Huérfano de algoritmos y de esa publicidad, no existe límite de caracteres, se pueden editar los mensajes ya enviados y también admite fotos, vídeos, animaciones, canciones y otros contenidos en formato digital.

¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de estas redes federadas? Nos responde Alberto Grande, responsable de Innovación en Paradigma Digital: “Como principales puntos a favor destacaría que ofrece una alternativa a la situación actual y que las promesas de privacidad son factibles técnicamente. Tampoco es excluyente respecto a la estructura actual, ya que las grandes plataformas seguirán existiendo. Como puntos negativos, es un modelo que de momento no está probado y la incertidumbre es muy elevada. Las grandes redes sociales han realizado inversiones enormes para, por ejemplo, moderar el contenido de los mensajes. No está claro cómo se pueden llevar estas tareas a un entorno descentralizado”.

Para Emi Romero, director de cloud y ciberseguridad en Syntonize, lo mejor del fediverso es “ver a esa gran comunidad informática repartida por todo el mundo, buscando compartir conocimientos libremente, simplemente con el afán de tener un mundo mejor y más libre”. Este experto se refiere a ellos como “los activistas del mundo online”. Se declara fascinado por este tema y reconoce que “al final es necesario que alguien se replantee todo y no acepte simplemente las normas establecidas sin hacer preguntas ni buscar una opción más justa”. En el lado negativo, Romero advierte: “Por desgracia, la mente que tenemos los informáticos a veces es peculiar y somos algo ajenos al público en general, por lo que nos cuesta que se tengan en cuenta ciertos aspectos como la experiencia de un usuario no tecnológico en todo aquello que hacemos o planteamos”.

Porque el verdadero talón de Aquiles del fediverso es qué ofrece realmente a los usuarios finales y, sobre todo, si estos están dispuestos a comprometerse con esa nueva plataforma. “La propuesta actual plantea soluciones a problemas sobre los que muchos usuarios no tienen constancia o directamente no les importa. La mayoría de proyectos plantean replicar lo que existe ahora mismo, simplemente aplicando la idea de la descentralización, así que la propuesta de valor no es atrayente para un gran grupo de usuarios. Que los proyectos tengan recorrido o terminen muriendo antes de nacer dependerá que estas plataformas ofrezcan algo diferencial que realmente pueda atraer a todos los usuarios”, explica Alberto Grande, de Paradigma. “Lo que ha convertido a las redes sociales en lo que son han sido los usuarios que prácticamente se conectan casi de forma adictiva a ellas. Por ejemplo, que la red social por excelencia entre los jóvenes sea TikTok, robando usuarios a Instagram o incluso a Google como su motor de búsquedas, no es por tener más publicidad o capital, sino por tener un mayor atractivo de lo que ofrecía la competencia y, sobre todo, una facilidad de uso y mucho trabajo que no siempre se ve para pensar en lo que quieren encontrar esos jóvenes cuando se conectan”, justifica el experto de Syntonize.

Gestión de audiencia sin intermediarios

El fediverso también ofrece la posibilidad de gestionar la audiencia sin intermediarios, sin más control que el de cada servidor descentralizado quiera proponer. Así, cada uno de los nodos establece sus propias reglas que se aplican de forma local y no de forma universal, como sucede con las redes sociales convencionales. También aquí las normas son más flexibles y al gusto de los diferentes grupos de personas que participan, por lo que los usuarios que no compartan esas directrices pueden salir en silencio y buscar un servidor (o instancia) que se acomode mejor a sus principios.

Un de los muchos administradores de Mastodon explica que están aportando “recursos extraordinarios para agrandar la capacidad y soportar la carga en la Red que significa todo esto”. “Y ni siquiera sabemos si los que vienen realmente buscan esto como una opción real de comunicación descentralizada y federada, y no como un paseo de fin de semana para luego volver a Twitter”, añade.

“Concretar hacia dónde va a evolucionar esta nueva plataforma es muy complicado, al igual que ya pasó con los inicios de Internet”, reconoce Juan Sebastián Molano. “Es probable que cada usuario sea quien posea y gestione sus datos sin que sean accesibles para los demás. Esto podría llevar a una democratización en el dominio de los datos y de la información personal. Por otro lado, que se trate de una red federal permite que haya instancias con diferentes temáticas o para diferentes idiomas, creando así una mayor variedad lingüística y de contenido”, añade este experto de HubSpot.

De todas formas, ¿el modelo sería viable técnica y económicamente? “Aunque es muy pronto para poder valorarlo, en la actualidad ya existen multitud de proyectos que funcionan con un modelo similar, con financiación alternativa (patronos o donaciones directamente), en otros los usuarios simplemente mantienen los servidores a fondo perdido”, responde Alberto Grande. Reconoce que a día de hoy la publicidad es el principal mecanismo de financiación. Por ese motivo, considera que “sería interesante ver si, bajo un contexto en el que proyectos dentro del fediverso tengan éxito, aparecen mecanismos alternativos que permitan su viabilidad económica e incluso un beneficio”, añade este experto de Paradigma. Ninguna de las grandes compañías especializadas de internet consultadas ha querido aportar su punto de vista sobre el fediverso, sabedoras de que el nuevo modelo se propone acabar con ellas.

Pero no todo es paz y armonía en ese entorno de mayor libertad. Encontramos reticencias en los expertos consultados sobre esa utopía de una red social descentralizada, sin normas, abierta, sin publicidad ni controles. Nos recuerdan, por ejemplo, lo que sucedió en la década de los 2000 con los Peer 2 Peer, con los Torrents o las descargas ilegales... “Tiene mucho que ver en todos estos conceptos de la descentralización que ahora hablamos como un futuro mejor. Recordemos que esos movimientos impulsaron servicios como YouTube o Spotify, que al final volvieron a ser controlados por aquellos a los que intentaban derrocar”, explica Emi Romero.

Siguen quedando muchas preguntas en el aire y muchas de ellas sin respuesta a la vista. “¿Podemos obviar el esfuerzo e inversión que las grandes compañías han realizado sobre las plataformas para, por ejemplo, moderar mensajes de odio, luchar contra el abuso / acoso o combatir la pornografía infantil? ¿Cómo se puede realizar esta labor en un entorno descentralizado? ¿Tenemos los usuarios la madurez suficiente para realizar de forma adecuada esta labor de moderación de contenidos?”. Se las plantea el responsable de innovación de Paradigma. Él mismo añade que “tenemos referencias de grandes proyectos que han nacido a partir de la iniciativa de los usuarios (no hay más que ver la cantidad de proyectos bajo el amparo del software libre), pero en este caso, todos los proyectos descentralizados ‘van con retraso’”. Y lanza otro interrogante: “¿Tiene sentido intentar replicar los proyectos propietarios en vez de buscar modelos nuevos?”

También bastante realista se muestra Emi Romero, de Syntonize: “Si simplemente hablamos del concepto base de un mundo libre y sin control, la respuesta es que no es factible. No veo que sea algo que se vaya a convertir en la norma”. Concluye que, si lo llevamos al día a día, sería el equivalente de creer que el hombre puede vivir en una sociedad sin clases, sin gobiernos y sin leyes; y que esa sociedad sería justa y que todos actuaríamos de forma correcta. “Nuestra condición humana, en mi opinión, nos obliga a estar regulados y pienso que esa forma de vivir totalmente libres es demasiado utópica. Creo que no es posible pensar que un mundo online 100% descentralizado es el futuro que nos espera. ¡Ojo! Eso no implica que no sea necesario para evolucionar la tecnología de algún modo, o más bien sea precisamente el mayor motor para hacerlo”.