¿Se está perdiendo la empatía con la digitalización de la sanidad?

La pandemia ha puesto en jaque a los sistemas sanitarios del mundo, forzando un proceso de transformación digital complejo destinado, sobre todo, a aliviar la presión en hospitales y centros de salud. A pesar de esto, España sigue siendo el segundo país europeo con mayor obsolescencia en tecnología sanitaria según la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (FENIN). En esta línea, el Sistema Nacional de Salud (SNS) aún presentaría un “índice bajo” de transformación digital, situado en un 31%, según otro estudio realizado por la asociación en 2020.

La saturación del SNS se debe, en parte, a que la acumulación de procedimientos no relacionados con el Covid ha crecido hasta alcanzar proporciones sin precedentes, además de la existencia de otros retos, como es el envejecimiento de la población en uno de los países con mayor calidad de vida de la OCDE. Ante esta situación, es imperativo ampliar los canales digitales para seguir prestando una atención de alta calidad a todos los pacientes, pero ¿es posible hacerlo sin perder el vínculo médico-paciente?

Si bien la sanidad privada llevaba varios años utilizando la telemedicina, para la sanidad pública está suponiendo un mayor reto. En este sentido, según las conclusiones de un estudio realizado por McKinsey, el uso de los servicios de telesalud ha incrementado 38 puntos durante la pandemia. Además, y probablemente en respuesta a ese crecimiento, muchos servicios de salud están introduciendo una mayor regulación y directrices para su personal con el fin de mejorar la experiencia de los pacientes.

Aunque estos pasos para ofrecer mejores servicios digitales son necesarios, también plantean dudas sobre cómo los profesionales de la asistencia sanitaria pueden tratar con empatía a sus pacientes a través de una pantalla. Está claro que la empatía es y seguirá siendo un componente clave de la asistencia sanitaria de calidad y centrada en el paciente, por lo que es vital que no se pierda.

A pesar de este reto, hay una buena noticia: los primeros comentarios de los pacientes sobre sus experiencias con la telesalud desde el inicio de la pandemia sugieren actitudes más favorables en comparación con los niveles anteriores a la pandemia. A este respecto, un estudio sobre Experiencia del Paciente Digital, impulsado desde la Fundación IDIS, desprende que, cuanto más digitales son los pacientes, más monitorizan su salud y más sienten que mejora.

Además de la pérdida de contacto médico-paciente, la telemedicina presenta otros riesgos. Aunque un número suficiente de datos conduce a una mejor comprensión, es vital que se recojan y mantengan de forma segura. El crecimiento exponencial de la telemedicina y las soluciones digitales en la sanidad han despertado el interés de los ciberdelincuentes; la proliferación de endpoints y la sensibilidad de los datos lo convierten en un objetivo atractivo para los hackers. Además, muchos de los sistemas, que están mal gestionados o desactualizados, contienen una gran cantidad de información sanitaria protegida y de datos personales, por lo que los ataques de ransomware en el sector sanitario aumentan y son cada vez más avanzados.

De esta forma, a medida que la atención sanitaria avanza hacia las soluciones digitales y la telesalud, la seguridad del endpoint debe ser una prioridad absoluta. La ciberdelincuencia es cada vez más sofisticada y los proveedores de servicios sanitarios tienen el deber de mejorar sus defensas de forma proactiva.

Un solo ataque puede interrumpir servicios esenciales y provocar la pérdida de datos, lo que a su vez damnifica la reputación. Invertir en soluciones digitales que incorporen IA y machine learning para detectar actividades sospechosas es necesario para crear plataformas que puedan facilitar, de forma segura y eficaz, la empatía en el sector sanitario para todos los pacientes.

Comprender mejor la situación de otra persona es el punto de partida para ser empático. En el ámbito de la salud, esto puede lograrse utilizando plenamente todos los datos disponibles sobre un paciente, pero, por desgracia, los historiales de los pacientes suelen estar dispersos en sistemas dispares y aislados entre departamentos, incluso dentro del mismo centro. Esto dificulta la recopilación y el intercambio de información de manera eficiente, cuando debería ser accesible para proporcionar a los profesionales los conocimientos necesarios y poder así desarrollar una mejor comprensión y una mayor empatía hacia el paciente.

Con el fin de poder sacar el máximo provecho de todos los datos recopilados y ocultos, los profesionales de la salud necesitan gestionarlos de forma centralizada para que los análisis avanzados puedan aportar mejores conocimientos. Un único punto de acceso a estos datos facilitará más que nunca la prestación de una atención oportuna y de calidad. De este modo, el personal médico puede sacar conclusiones de toda la información disponible y, en última instancia, tomar decisiones basadas en datos que beneficien al paciente.

Poder disponer de toda esta información sobre el paciente permitirá a los profesionales sanitarios comprenderles mejor y, por lo tanto, aumentar la empatía, independientemente del canal de contacto, ya sea de forma presencial o virtual. Las soluciones digitales basadas en datos también pueden impulsar la productividad del personal, ya que pueden acceder a los registros con mayor rapidez, permitiendo al personal médico proporcionar una mejor atención a más personas.

Por último, esto permitirá a los profesionales de atención sanitaria aprovechar toda la información disponible sobre un paciente para atenderlo mejor, dotando a los médicos de los conocimientos adecuados para que se relacionen con sus pacientes con empatía en todo momento.