“Los ordenadores nunca tendrán sentido común”

Mateo Valero, director del Centro Nacional de Supercomputación, echa en falta un mayor protagonismo de la Unión Europea para la fabricación de procesadores

Cuando el actual director del Centro Nacional de Supercomputación estudiaba telecos en 1971, Intel lanzó el primer microprocesador. Aquel chip original contenía 2300 transistores. Mateo Valero nos recuerda la evolución experimentada hasta hoy gracias a la ley de Moore, que nos permite configurar superordenadores con chips de 50.000 millones de transistores. “Desde 1940, la velocidad ha aumentado 10 elevado a 18”, subraya. Pese al avance logrado y a llevar las riendas del supercomputador MareNostrum en Barcelona, Valero está convencido de que “los ordenadores nunca tendrán sentido común”. Lo dice una de las voces más autorizadas y mejor conocedoras de lo que podemos conseguir uniendo chips y más chips. En un encuentro organizado por la Fundación Ramón Areces, Valero explicó algunos de los logros experimentados hasta la fecha por ese supercomputador, que da trabajo a 800 personas. Recordó por ejemplo cómo ayudan a Caixabank a perseguir el fraude financiero o a Repsol a localizar petróleo bajo las profundidades del Golfo de México. “Trabajamos desde 2006 con ellos. Desarrollamos un software para buscar petróleo en ambientes hostiles, a dos o tres kilómetros bajo el océano, un kilómetro y medio más abajo de una capa de tierra y sal. Enviamos señales similares a las que nos aplican cuando nos sometemos a una prueba de rayos X y, tras el procesamiento de las imágenes en 3D y de realizar múltiples cálculos, decidimos dónde hay que pinchar”.

Pese a las múltiples aplicaciones ya disponibles de estos superordenadores, Valero se mostró crítico con la dependencia actual de Europa en la fabricación de estas máquinas. “Lo único que se fabrica en Europa de los supercomputadores son las carcasas y los tornillos. Somos incapaces de producir cualquier otro elemento: los procesadores, las memorias, los conectores...Ni sabemos fabricarlos, ni tampoco diseñarlos. Para fabricar chips son necesarias más de 50 máquinas y 70 tecnologías. Y el 72% de los chips se producen en Asia, especialmente en Taiwán y en Corea del Sur. Dependemos de ellos totalmente. De ahí que Estados Unidos nunca permitirá la toma de Taiwán por China. Y cada vez vamos a necesitar chips más potentes”, avisó. “Ahora, un coche tiene 20 procesadores no muy avanzados. Cuando avancemos en conducción autónoma, necesitaremos los procesadores más avanzados. Bastaría con que Estados Unidos decidiera no vender esos chips a las empresas de automoción europeas para eliminarlas”, advirtió. “Hasta ahora hemos creído que no era importante dónde se produjeran las cosas, que luego ya las compraríamos, pero eso es verdad si las puedes comprar. Si no las puedes comprar, no es verdad. Y tenemos que ver qué puede pasar en ese caso, en el caso de que no estén dispuestos a vendértelas. Llevo 15 años en Europa y ahora estamos intentando que existan aquí programas de diseño de chips avanzados para fabricar un supercomputador, también coches del futuro y técnicas de inteligencia artificial a muy alto nivel. Poco a poco vamos avanzando”.

No sabemos si por cuestiones de la geopolítica o por estrategia empresarial, pero el mismo día que Valero hacía este diagnóstico, el fabricante de procesadores Intel anunciaba inversiones multimillonarias para fabricar sus chips en Europa. En concreto, la suma superaría los 80.000 millones de euros para destinar a I+D y la fabricación de semiconductores en el viejo continente en los próximos diez años. “Estas inversiones harán posible avanzar el ecosistema de semiconductores de repercusión mundial en Europa, abarcando Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Polonia y España”, anunciaba Intel en un comunicado. Entre otras partidas, destinarán 17.000 millones de euros para la construcción de una megafábrica de semiconductores de vanguardia en Alemania, crear un nuevo centro de I+D y diseño en Francia, e inversiones en I+D, fabricación, servicios de fundición y producción back-end en Irlanda, Italia, Polonia y España. En palabras del CEO de Intel, Pat Gelsinger, este “plan de inversiones supone un paso importante tanto para Intel como para Europa”. “La nueva Ley Chips Act permitirá a las empresas privadas y a los gobiernos trabajar juntos para que avance de manera significativa la posición de Europa en el sector de los semiconductores. Esta iniciativa tan amplia impulsará la innovación en I+D de Europa y traerá la fabricación de vanguardia a la región en beneficio de nuestros clientes y socios de todo el mundo”. Y días después Pedro Sánchez anunciaba un Perte de 11.000 millones de euros para fomentar la fabricación de microprocesadores en España.

Despejado el horizonte sobre esa total dependencia de Europa de los chips, el director del Centro Nacional de Supercomputación describió algunas de las cosas que podremos hacer con estas máquinas en un futuro. “Igual que antes de fabricar algo o de construir una infraestructura creamos un gemelo digital para realizar todo tipo de cálculos sobre su viabilidad, llegará el momento en el que consigamos un gemelo digital de la Tierra. Y así podremos analizar el impacto que tendría la construcción de una planta industrial en un determinado lugar o qué efectos provocaría la destrucción de la Amazonia...” Mateo Valero también apuntó a otra aplicación que nos daría muchas satisfacciones: la creación de un gemelo digital de cada uno de nosotros para avanzar hacia la medicina totalmente personalizada. Con ello, por ejemplo, antes de decidirse un tratamiento concreto, se vería el resultado obtenido en ese gemelo digital. Valero considera que queda un largo camino por recorrer para lograr ese gemelo digital sanitario, sobre todo en lo que supone de privacidad y de intercambio de datos de múltiples fuentes y bases, pero alabó las acciones llevadas a cabo ya por varios centros hospitalarios para avanzar en esa dirección.

Sobre cómo ve el futuro de aquí a diez años, Valero fue bastante prudente y redujo las expectativas sobre algunos fenómenos o tendencias: “En 2032 no habrá computadores cuánticos todavía. Seguiremos sabiendo muy poco del cerebro. Tampoco habremos alcanzado la fusión nuclear. El gemelo digital sanitario sí estará bastante avanzado, pero dependerá de que compartamos los datos y de que podamos crear grupos muy potentes. Del cambio climático sí sabremos algo más...” Y recordó lo que él considera sinsentidos: “Durante la pandemia, algunos estaban en contra de los rastreadores porque iban a saber dónde estábamos... ¡Si Google sabe siempre dónde estás!”