Empantallados por la pandemia

El 86% de los adolescentes reconoce usar más el móvil ahora que antes de que llegara el Covid-19

Que de la pandemia saldremos todos mucho más tecnológicos no admite, a estas alturas, casi ninguna réplica. La digitalización de casi todas las empresas para mantener su actividad es indudable. También las personas mayores se han ido familiarizando con dispositivos y plataformas que les permitían reunirse virtualmente con sus familiares y amigos... Pero, ¿cómo les ha impactado a los niños y adolescentes estos dos años de Covid-19? Un panel de expertos de Orange, la Universidad de Navarra, ISDI, GAD3 y empantallados.com intentan responder a esta pregunta con el estudio El impacto de las pantallas en la vida familiar. Familias y adolescentes tras el confinamiento. La investigación, realizada a finales de 2021 entre padres y menores de 14 a 17 años, ha contado con el apoyo de la iniciativa ‘Por un uso Love de la Tecnología’ y de la Comisión Europea. En él leemos que el 56% de los padres creen que los hijos están más “enganchados” a las pantallas que antes del Covid-19.

La primera conclusión del estudio apunta a que dos de cada tres adolescentes (el 68%) utilizan el teléfono móvil más que antes de que conociéramos de la existencia del Covid-19. También el ordenador, al que muchos veían en declive hace unos años, ha recuperado importancia: más de la mitad de padres (51%) e hijos (54%) reconocen utilizar este dispositivo más que antes. La mitad de los padres (51%) reconocen que las normas digitales se han flexibilizado en casa en cuanto al uso de pantallas, algo que solo percibe uno de cada tres adolescentes (34%). “El aumento de confianza de los padres en sus hijos, cuando estos van creciendo; y la inercia de la pandemia, también ayudan a entender esa tendencia”, explican los responsables del estudio.

La segunda idea que destacan los autores de este trabajo es que las pantallas se han convertido en un refugio para los adolescentes. El 84% de ellos afirma usar mucho el móvil para no aburrirse. Reconocen también recurrir más a las pantallas cuando están solos en casa. El confinamiento ha acentuado una realidad que ya existía y que se había constatado en las tres ediciones anteriores del estudio sobre el uso de pantallas en adolescentes con ese 56% de padres que afirman que sus hijos están más “enganchados” a las pantallas que antes de la pandemia. Los expertos que han realizado este trabajo aconsejan promover otras actividades como el voluntariado, el deporte o las salidas a la naturaleza. De hecho, han constatado que en el fondo hay más adolescentes que prefieren lo presencial frente a lo virtual: solo el 36% de ellos prefieren quedarse en casa jugando a un videojuego antes que salir a la calle. Y casi el 60% prefiere las clases presenciales.

Redes sociales como amenaza

Hablar de adolescentes e internet implica hablar de las temidas redes sociales. “El 65% de los padres piensan que las pantallas y estas redes sociales son una amenaza para la autoestima de los adolescentes”, leemos en el trabajo. Reconocen que “la tecnología es la puerta de acceso a experiencias emocionales intensas” y que “el 55% piensan que les ayudan a ser más felices, y el 48% a evadirse de su realidad diaria”. En ese ranking de felicidad, los videojuegos ayudan a sentirse mejor al 59% de los adolescentes y las redes sociales, al 52%. “Otros datos, aunque con carácter más minoritario, invitan a la reflexión sobre el impacto que las pantallas tienen en la salud emocional de los adolescentes: sin móvil durante dos días, el 16% de los adolescentes no se aguantarían a sí mismos; y el 12% se sentirían sin ganas de nada”, explican los autores.

En cuanto a las preocupaciones más frecuentes sobre el entorno digital: la relación con desconocidos es lo que más agobia a los padres, y el ciberacoso el principal quebradero de cabeza de los adolescentes. El acceso a contenidos inadecuados, daños en la salud mental (ansiedad, depresión...) y la dependencia o adicción a redes sociales son otros factores de preocupación. De hecho, según este trabajo, uno de cada cinco menores reconoce que les han insultado por WhatsApp o redes sociales. En cuanto a contenidos inadecuados o prácticas de riesgo, el 20% reconoce abiertamente haber visto pornografía, el 7% apostado en una web de apuestas y el 5% haber enviado a otra persona imágenes desnudo.

Para los autores del trabajo, “la irrupción de la tecnología en el hogar ha puesto de manifiesto la importancia del papel educativo de los padres”. Y aportan otro dato: el 78% de los adolescentes reconocen que, aun pensando distinto, hacen caso de los consejos de sus padres. En cuanto a la elección de estudios, el 60% afirman que a quienes hacen más caso es a sus padres, seguidos de sus amigos y tutores. Llama la atención el escaso peso de los influencers en decisiones importantes: solo el 6% dicen que les harían caso.

Entre los efectos positivos de este mayor uso de las pantallas, el 58% de los adolescentes reconoce que la tecnología les ayuda a tener más comunicación con los demás y el 53% que les ayudan a ser más curiosos y generar nuevas inquietudes. Sin olvidar que la tecnología estará omnipresente en sus vidas y en sus futuros trabajos y que en estos momentos les permiten desarrollar competencias nuevas como el aprendizaje permanente o nuevas formas de colaboración en equipo. De hecho, seis de cada diez han hecho algún trabajo online. Y tres de cada cuatro adolescentes han buscado recientemente algún videotutorial para aprender a hacer algo nuevo.

Otro hecho indudable es la competencia mayor de los pequeños de la casa en habilidades tecnológicas. También este estudio refleja que durante la pandemia el 48% de los adolescentes tuvo que echar una mano a sus padres en el uso de pantallas como las videoconferencias o las redes sociales. Al mismo tiempo, el 43% de los padres han ayudado a sus hijos en temas que dominaban mejor, como los programas Office. Como conclusión, este trabajo de investigación social denota un problema de fondo: más de un 30% de los padres reconocen que se sienten perdidos a la hora de educar a su hijo en un uso saludable de las pantallas.