De la sostenibilidad empresarial a los criterios ESG

Es de sobra sabido que la crisis sanitaria del Covid-19 ha catalizado la sensibilización hacia la sostenibilidad en todos los ámbitos. Un tema del que están especialmente concienciadas las nuevas generaciones, pero que afecta a todos y necesita de la colaboración conjunta de individuos, empresas e instituciones para revertir la situación actual. Solo con una acción en común podremos obtener los resultados necesarios para corregir la crisis medioambiental que sufrimos.

Las razones para abrazar un nuevo modelo son obvias para los que trabajamos en empresas modernas y con visión de futuro. Resumo a continuación algunas de ellas:

En primer lugar, tenemos que asumir que el futuro será sostenible, o no será. Sencillo. Si no corregimos algunos de nuestros hábitos simplemente no podremos seguir operando, por escasez de materia prima y de recursos, por la alteración de las condiciones climáticas o las migraciones masivas de población entre otros muchos.

·En segundo lugar, debemos ofrecer a nuestros inversores productos capaces de adaptarse al futuro. Estamos convencidos de que los activos que no tengan en cuenta la sostenibilidad tendrán ciclos de vida bastantes más cortos y estarán penalizados por altos consumos, obsolescencia, sin beneficios para la salud de las personas, etc.

·En tercer lugar, tenemos que entender la demanda del mercado y de nuestros clientes. Es una realidad que las empresas que desarrollamos productos y servicios cercanos y que promuevan la sostenibilidad y la ética son más demandados y mejor valorados.

Muchos de estos tópicos quedan englobados bajo el termino de sostenibilidad, pero hay algunos que van más allá. En este último lustro se ha desarrollado una visión que sobrepasa la sostenibilidad medioambiental. Hablamos por supuesto de la sostenibilidad social y la gobernanza o ética y transparencia. Estos tres conceptos forman el cada vez más popular concepto de ESG (por sus siglas en inglés, environmental, social and governance) y son el ABC de nuestros modelos de negocio.

En nuestro sector, el inmobiliario logístico, esos desafíos se concretan en diferentes ámbitos. Por un lado, tenemos responsabilidades sobre las materias primas con las que construimos y los sistemas que instalamos. Hemos de motivar la producción local, conocer las cadenas de suministro, revisar el impacto de éstas en las comunidades vecinas y en la salud y el bienestar de nuestros futuros clientes. Todos estos elementos son pilares clave para lograr un efecto positivo en las naves.

Como gestores de fondos, en GLP llevamos tres años reportando a GRESB, un índice de referencia que tiene como objetivo conocer el desempeño ambiental, social y de buen gobierno de las empresas del sector inmobiliario, así como de construcción de infraestructuras. Reportar anualmente a este prestigioso índice de referencia ayuda a que las compañías y colaboradores estemos sumergidos en ambiciosos procesos de mejora continua y aprendizaje relacionados al ámbito de ESG.

La sostenibilidad en una construcción se manifiesta a través de la incorporación de certificaciones medioambientales. Entre otros, podemos mencionar aquí el sello BREEAM, además de los certificados energéticos conocidos como de A. También es importante medir el carbono embebido en los proyectos de construcción y trabajar con proyecciones del carbono operacional que puedan llegar a consumir los futuros clientes.

Ofreciendo estos sistemas de construcción innovadores y eficientes podemos reducir nuestra huella de carbono, el uso de energía y los costes operativos e incluso llegar a neutralizar algunos consumos con elementos como paneles fotovoltaicos y paneles térmicos para generar agua caliente.

Por otro lado, creemos que es igual de importante nuestro compromiso con las comunidades locales, escuchar y respetar su voz durante el desarrollo y funcionamiento de los proyectos. Hemos de responsabilizarnos del entorno que nos rodea, garantizando que nuestra presencia aporte beneficios a la zona.

Para ello, se debe cuidar y ensalzar la biodiversidad mediante la puesta en marcha de iniciativas específicas in situ. Este propósito se puede concretar, por ejemplo, replantando vegetación autóctona o recuperando especies antiguas. Por poner un ejemplo concreto, los olivos que rodean nuestra nave en Valls producen aceite con denominación de origen Siurana, y en Reino Unido nuestros apicultores gestionan la producción de una miel deliciosa y local, creada en las zonas verdes de nuestros parques logísticos. Con estas y otras muchas medidas, además de crear un entorno agradable y natural para los ocupantes de la nave, generamos una fuente de economía local que potencia la riqueza de vegetación y fauna de la región.

En definitiva, es el momento de realizar un llamamiento hacia la transparencia y la honestidad por parte de las empresas para caminar juntos hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible -más conocidos como ODS- que ha marcado Naciones Unidas para implicar a compañías, gobiernos, instituciones y ciudadanos. Estamos en lo que se conoce como la década de acción.

Ha llegado la hora de pasar del compromiso sobre el papel a la puesta en marcha de iniciativas reales y tangibles ya que el futuro del planeta y de todos nosotros depende de nuestras actuaciones actuales.