El empleado desconectado, la cara olvidada de la digitalización empresarial

La crisis sanitaria ha acelerado la digitalización de muchas empresas, sobre todo con la imposición del teletrabajo. Esta coyuntura ha obligado a muchas de estas firmas a llevar a cabo un proceso de modernización más rápido de lo previsto. Sin embargo, esta velocidad de digitalización sólo ha sido posible para los departamentos de carácter más administrativo como contabilidad, atención al cliente o recursos humanos, que ya utilizaban herramientas informáticas.

Pero, ¿qué ocurre con los departamentos ligados a procesos productivos, los llamados empleados "desconectados", cuyo trabajo no está delante de un ordenador? Para ellos, la crisis del Covid-19 no ha cambiado nada o, en todo caso, ha ampliado las desigualdades que ya de por sí estaban presentes en su día a día, en su cotidianidad.

Vamos a analizar a continuación tres aspectos que merece la pena considerar sobre esta situación:

1. Digitalización desigual entre departamentos

Con la crisis del coronavirus, las empresas no han tenido muchas opciones. Las que ya habían puesto los cimientos de su transformación digital sólo han tenido que ponerla en marcha, otras han tenido que dar el paso y algunas se han detenido por completo.

En el último año, muchas se han conformado con incluir en sus procesos operativos herramientas de colaboración y videoconferencia como Slack, Zoom o Teams. Este avance, pese a ser importante y merecer reconocimiento, no es suficiente ya que, en muchos casos, solo llega a las funciones que se desarrollan en oficinas y deja fuera al resto de departamentos.

Por ejemplo, en Francia, el Covid-19 ha hecho más daño que bien en términos de digitalización: según el estudio Sortlist 2020, el 39% de las pequeñas y medianas empresas (pymes) asegura que su digitalización se ha ralentizado, mientras que el 33% ha experimentado una aceleración.

El motivo es principalmente presupuestario, pero también práctico. ¿Cómo digitalizar los servicios de producción?

2. El teletrabajo amplía la brecha entre los empleados

Para los empleados que no pueden teletrabajar, el coronavirus no ha hecho más que ampliar la brecha entre ellos y los que sí han podido seguir trabajando pero desde sus casas. Antes de esta crisis, el mundo empresarial y, en particular, sectores como la industria y el comercio, ya estaban en alerta. Denunciaron varias desigualdades salariales, condiciones de trabajo difíciles, falta de comunicación por parte de la dirección, falta de consideración frente a otros departamentos, etc.

El teletrabajo pone de manifiesto las brechas entre estos dos modelos de empleo: por un lado, están los empleados que trabajan en oficinas con el ordenador como herramienta principal y, por otro lado, están los transportistas, las profesiones manuales, el personal de la gran distribución, los agricultores y otros muchos profesionales.

Estas categorías laborales se ven obligadas a realizar su trabajo de manera presencial y se sienten desatendidas. Además, la situación empeora cuando, desde la dirección, la comunicación interna está dirigida principalmente a los empleados de oficinas o que trabajan en sus domicilios.

3. El potencial de los empleados desconectados

Una compañía que no avanza en su digitalización está perdiendo oportunidades de negocio frente a sus competidores. Sin embargo, el estudio Sortlist 2020 muestra que el 7,8% de las empresas cree que carece de las competencias necesarias para reforzar su digitalización. Es un problema histórico, las organizaciones tienden a subestimarse a sí mismas y a sus empleados.

Por ejemplo, muchas empresas siguen comunicando internamente en papel -periódico interno, tablones de anuncios, etc.-. Sin embargo, en la actualidad existen herramientas que facilitan la comunicación interna, la convierten en multicanal y están adaptadas a todos los empleados.

Todos los trabajadores, por muy desconectados que parezcan, tienen un verdadero potencial. De hecho, la mayoría de ellos son digitales en casa y utilizan herramientas informáticas. Partiendo de este supuesto, es posible involucrarlos en la digitalización de la empresa eligiendo las soluciones adecuadas.

En la segunda década del siglo XXI, la transformación digital de las empresas es algo inevitable, pero no puede llevarse a cabo a cualquier precio. No incluir en este proceso a todos los empleados es una forma muy grave de discriminación que puede acarrear graves problemas internos en el medio plazo.

Por ello, los directores y gerentes deben ser conscientes de que juegan un papel decisivo en la integración de los empleados desconectados y, en consecuencia, la digitalización de la empresa. Deben estar presentes moralmente, estar en comunicación diaria para mantener el vínculo social, evitar conflictos y mantener la cohesión con los empleados presentes en el lugar y los que trabajan desde casa.

La tecnología y el conocimiento que los trabajadores tienen de ella hacen posible que herramientas que antes solo podían disfrutar quienes trabajaban con un ordenador estén disponibles para toda la plantilla. Nos toca ahora aprovechar todas estas ventajas y dar el salto que necesitamos para convertirnos de verdad y de una vez por todas en la empresa del futuro.