¿Y si producimos nuestra propia energía?

No es ninguna idea descabellada. Grandes compañías ya lo hacen o lo tienen en sus planes para ahorrar costes, ser más eficientes y avanzar en la transición ecológica

Dice Íñigo Bertrand, CEO de EDF Fenice Ibérica, que “no hay energía más sostenible que la que no se consume”. El siguiente ‘tipo de energía’ más eficiente, barata y respetuosa con el medio ambiente es la que producimos nosotros mismos. Compañías como Amazon Web Services o Pascual ya cuentan con planes para abastecerse de su propia energía. Los centros de datos de AWS en Aragón incluirán su propia planta de producción eléctrica. Y la empresa alimentaria también contempla el autoabastecimiento para su planta de producción de Gurb (Barcelona).

La idea no es para nada peregrina y supone la culminación de un largo proceso de transición y de mejoras en eficiencia energética. En el caso de Pascual, lleva cinco años trabajando con EDF Fenice, filial de EDF dedicada a servicios energéticos y especializada en soluciones de eficiencia energética y de autoconsumo fotovoltaico para el sector empresarial. “Los 26 proyectos en los que EDF Fenice ha invertido en las instalaciones de Pascual han permitido no sólo una mejora del 35% de la eficiencia energética en cinco años, sino también una disminución del consumo de agua superior a los 60.000 metros cúbicos al año y una reducción de las emisiones a la atmósfera de 7.659 toneladas de CO2 al año”, nos resume Bertrand. Confirma que estos proyectos han tenido un coste respetuoso, en este caso 1,8 millones de euros, pero que la inversión se ha amortizado con creces con esa mejora del 35% en eficiencia. Para conocer cómo es todo el proceso, le preguntamos por dónde hay que empezar: “Creemos que es fundamental ponerse en manos de una empresa especializada, plenamente dedicada a la eficiencia energética. Salvo alguna excepción, es muy complicado que una empresa tenga los recursos, conocimientos y medios para optimizar sus consumos. La solución es externalizar este servicio”.

A partir de ahí, explica que es necesario realizar un correcto análisis de la situación de partida, auditar todos los activos energéticos de la fábrica, entender el estado de sus vectores eléctrico, térmico e hídrico y, de esta forma, “identificar oportunidades de mejora y las acciones más indicadas a poner en marcha, en función de su rentabilidad”. En ese proceso de optimización, juega un papel “imprescindible” implantar un sistema de gestión energética (SGE). “Este permite monitorizar la eficiencia, en tiempo real a través de una herramienta digital y automática, y realizar un seguimiento permanente de los principales KPI, en especial de los procesos intensivos en energía. En otras palabras, no se puede ahorrar sin medir”, explica Íñigo Bertrand.

Una vez el SGE está operativo, de forma inmediata se reducen los consumos y se obtienen tanto ahorros económicos como beneficios medioambientales, ya que el sistema también ayuda a reducir el consumo de agua, la generación de residuos y, especialmente, las emisiones de CO2. “En definitiva, las empresas eficientes no sólo son más rentables, sino también más sostenibles y por tanto más responsables socialmente”, aclara.

Sin embargo, en esa transición hacia la energía verde, la cuenta de resultados también se ve bastante beneficiada. “La experiencia nos dice que hay que tener una estrategia clara y a largo plazo. No hay milagros ni botones mágicos para reducir un 35% los consumos, sólo trabajo y talento”, reconoce. El papel de la tecnología es crucial también pues el Sistema de Gestión Energética que permite tomar decisiones en tiempo real se apoya en algoritmos propios de EDF Fenice, que “operan con un enorme volumen de datos, monitorizan y gestionan de forma automática”.

Añade Bertrand que el sistema permite “identificar multitud de oportunidades de mejora, muchas de ellas ni siquiera requieren inversiones adicionales, sino sólo modificar hábitos de consumo”. Y en ese proceso llegamos al autoconsumo fotovoltaico: “Permite a nuestros clientes producir su propia electricidad renovable, en la misma industria donde la consumen y a un precio mucho menor, reduciendo la energía que compran de la red, más cara y contaminante. Esta solución es totalmente complementaria a la eficiencia energética y está alineada con la estrategia de sostenibilidad. Y al igual que ocurre con la eficiencia, el cliente no tiene que asumir ninguna inversión, sólo disfrutar de los ahorros durante años”, asegura el CEO de esta compañía. Añade que, en el caso de España, “tenemos la suerte de contar con este recurso casi todo el año”, destaca.

En ese largo proceso de la transición energética, los sensores también juegan un papel importante. “Los activos energéticos hace tiempo que cuentan con sensores para controlar su funcionamiento, pero de forma independiente, es decir, que no se hablaban entre ellos. La evolución tecnológica nos ha permitido multiplicar el volumen de información que podemos gestionar, en primer lugar, por estar alojada en la nube y, en segundo, porque todas las variables que nos interesa monitorizar se traducen a un idioma universal y son integradas en un único sistema de gestión energética, maximizando el rendimiento de todas las fuentes y usos de energía, incluyendo el autoconsumo fotovoltaico. En definitiva, los activos ya se hablan entre sí, permitiendo detectar ineficiencias o aspectos a mejorar”, concluye Bertrand.