Elie girard, consejero delegado de Atos: “España es estratégica para Atos por su apuesta por la nube y la supercomputación”

España es un país de extraordinaria importancia para Atos, no sólo por su impacto creciente el negocio del grupo francés, sino también por la aceleración diferencial que se está produciendo en el país en asuntos como los negocios en la nube, la supercomputación y los procesos de transformación digital

Elie Girard, consejero delegado de Atos, lidera un coloso que factura más de 11.000 millones de euros al año, con 105.000 empleados repartidos en 71 países. El ideario empresarial de su grupo coincide precisamente con los tres pilares del desarrollo tecnológico de nuestros días: la ciberseguridad, el cloud y la supercomputación. En una entrevista para elEconomista.es, Girard confirma el compromiso de su organización para reducir la huella de carbono a golpe de digitalización. También destaca el carácter estratégico de España, un mercado muy receptivo a los negocios en la nube, los proyectos de computación cuántica y la transformación digital.

¿Qué retos ha asumido Atos en materia de descarbonización?

Hemos anunciado que Atos logrará cumplir las emisiones cero en 2028, es decir, compensaremos todas nuestras emisiones antes de siete años, lo que supone cumplir con el objetivo del Acuerdo de París -limitar el calentamiento global a 2º C en 2050- con 22 años antelación. De esa forma, seremos Net Zero en todo nuestro entorno, incluidos los clientes y proveedores.

Ese objetivo debe ser especialmente exigente cuando trabajan con supercomputadores, de altísimo consumo energético... Así es, pero en nuestro caso tenemos los supercomputadores más verdes de todo el mundo. De lejos, los nuestros son los más ecológicos. Nuestro empeño consiste en ser líderes mundiales en el sector en ciberseguridad y la descarbonización. Esos retos están en el corazón del grupo: reforzar la seguridad y reducir la huella de carbono.

¿Qué actuaciones diferenciales han puesto en marcha?

Muchas y le pongo el ejemplo de una de ellas. Nosotros refrescamos los supercomputadores con un sistema único, patentado, que utiliza agua caliente para refrigerar los equipos. En lugar de aire, empleamos agua entre 38 grados y 40 grados centígrados. No voy a abundar en detalles, pero tenemos muchos ejemplos de ese estilo. Nuestra estrategia consiste en trabajar para cuidar el planeta, porque eso también supone una ventaja competitiva para nuestros clientes.

¿Cómo responden a esa demanda ecológica de los clientes?

Nuestra solución ante la descarbonización es digital, siempre con un coste variable. A menudo se escucha que para descarbonizar el planeta hay que dejar de consumir y hay quien dice que 2020 ha sido un año fantástico porque se han reducido las emisiones globales, pero yo pienso lo contrario. En absoluto ha sido fantástico. Creo que no podemos reducir la huella de carbono a costa de sacrificar los estándares de vida y del progreso. Esa no es la solución que deben heredar nuestros nietos.

¿Qué importancia tiene la filial española en el grupo?

España es un país muy importante para Atos, donde llevamos décadas trabajando. Es un mercado muy interesante por dos razones: existe una gran apuesta y aceleración hacia la nube, especialmente tras el Covid. También es muy valiosa la dimensión estratégica del país en torno a la supercomputación, con una alta demanda también en el entorno cuántico. Estamos deseando apoyar estos desarrollos en el país y percibimos una alta demanda en España de universidades, centros de investigación o la propia Agencia Estatal de Meteorología. Atos quiere ser líder en supercomputación y por eso España es un país estratégico para nosotros.

¿Cómo congenia la reducción de costes con la de emisiones?

La reducción del consumo y de los costes siguen caminos paralelos y la solución debe ser digital. Nuestras máquinas cuestan menos que las de otros porque consumen menos energía y, por lo tanto, generan menos huella de carbono. Eso también lo comprobamos en nuestros clientes del sector de transporte. Ellos utilizan grandes barcos y son capaces de optimizar sus trayectorias y reducir energía y combustible con la ayuda de servidores locales (edge).

La descarbonización y la digitalización forman parte de los objetivos del programa Next Generation de la CE, con los que ustedes están alineados ¿Qué esperan de estas iniciativas?

Estos programas están muy bien hechos y su enfoque es excelente en términos económicos y de proyectos. Por fin se ha entendido que el lugar de Europa debe estar unido a la tecnología. Es la primera vez que se reconoce el valor del reto tecnológico que el continente tiene por delante. Un buen ejemplo es Gaia-X, que ofrece un enfoque muy moderno de la tecnología en la nube, la supercomputación, el universo cuántico y la descarbonización.

¿Podrá competir el consorcio Gaia-X con gigantes del ‘cloud’ como Amazon, Google o Microsoft?

No somos rivales sino socios. Gaia-X no va crear una nube europea que compita con la Amazon. No va de eso. El objetivo consiste en establecer normas políticas y regulatorias, como el RGPD, para precisar cómo queremos que nuestros datos queden protegidos. Se trata de establecer los principios y las especificaciones técnicas precisas para que los datos puedan moverse de unas nubes a otras, con idénticos principios de libertad tecnológica, interoperabilidad y ciberprotección de los datos. El planteamiento de Europa es el correcto, muy abierto, inteligente e idóneo para cualquier región o país del mundo. Nosotros cumplimos las normas y el resto también debe hacerlo.

¿Qué perfil de empresa podría ser objetivo de compra de Atos?

Le doy una pista. El año pasado compramos diez empresas en cuatro áreas distintas y, de ellas, cuatro eran de ciberseguridad y una de descarbonización. En general, tienen que ser empresas con unas habilidades muy sólidas, capaces de mejorar nuestro organigrama.

¿Hay algo en España que pueda interesarles?

Comprendo esa pregunta, pero por ahora no tengo una respuesta.

¿Qué sectores demandan los servicios de supercomputación?

Especialmente los centros de investigación, pero cada vez más las empresas. Lo percibimos en todo el mundo, con grandes empresas energéticas, industria y entidades financieras.