Cómo ayudar a cubrir la demanda de profesionales TIC que se duplica cada dos años

La pandemia ha dado un impulso a la transformación digital de la sociedad que le ha hecho avanzar en pocos meses lo que hubiera supuesto varios años de esfuerzo. La necesidad ha obligado a realizar cambios a toda prisa. La experiencia ha demostrado que la tecnología estaba ya lista, que solo había que decidirse por apostar por ella. La tendencia es imparable y la demanda de profesionales relacionados con las llamadas TIC también va en continuo aumento. De hecho, incluso antes de que se detectara el Covid-19, venía duplicándose cada dos años el número de vacantes de profesionales con estos perfiles tecnológicos. Así, si en 2017 se publicaron 55.099 ofertas de empleo de este tipo, en 2019 fueron 113.776 y en 2021 ya alcanzó las 212.673 plazas. De esta manera lo refleja el informe Tech Cities 2021 de Mampower y Experis. En sus páginas leemos también que el salario anual de un profesional con habilidades TIC suele ser 11.000 euros superior a la media. Este podría ser un buen aliciente para aquellos jóvenes españoles que no encuentran empleo -conviene recordar que la tasa de paro entre los españoles menores de 25 años se sitúa en la nada despreciable tasa del 40%-.

Uno de los hándicaps a los que se enfrentan las compañías tecnológicas a la hora de encontrar a los profesionales idóneos es la falta de formación. O la falta de adecuación de lo que les enseñan las universidades y lo que realmente necesitan en su día a día para desarrollar sus funciones. Es un tema que viene de largo, que sale a relucir en todos los foros empresariales, y al que muchas compañías ya han atajado creando sus propias academias. En ellas, los trabajadores de la firma enseñan a los recién llegados la formación práctica y esas destrezas cotidianas o el funcionamiento de herramientas concretas.

Ahora que cumplimos el número 90 de esta publicación, recordamos una de las historias que incluimos en el primer número. Hablábamos entonces de Peter Thiel, uno de los fundadores de la compañía PayPal, que ofrecía becas de 100.000 dólares a aquellos jóvenes menores de 22 años que tuvieran una idea que no pudiera esperar. Para ello, les exigía abandonar las aulas universitarias y centrarse al 100% en poner en marcha esa iniciativa. Quizá no haya que llegar tan lejos pues todos los que hemos pasado por la universidad sabemos que, más allá de los conocimientos prácticos, son otras muchas cosas las que contribuyen a la formación, por ejemplo, las ahora tan demandadas habilidades blandas: como la capacidad de comunicación, de negociación, de trabajar en equipo, de escuchar a los demás, de empatía, de buscar soluciones, de ser proactivos, etc. Es cierto que queda un largo camino por recorrer en esa adecuación de contenidos entre la universidad y la empresa para avanzar en la digitalización y que serán necesarios los esfuerzos de todas las partes. También es cierto que avanzar en ese camino ayudará a consolidar todo lo conseguido en digitalización en este último año y medio.