El ‘carsharing’ como pieza clave en la movilidad post-Covid

No hay aspecto de la sociedad actual que haya escapado de los efectos del Covid. Hemos modificado nuestra forma de trabajar, nuestra forma de relacionarnos con los demás, y cómo no, nuestra forma de movernos por la ciudad. En general, nos movemos menos, y cuando lo hacemos planificamos el viaje en torno a un nuevo eje: la seguridad. Mientras que antes los ciudadanos buscaban la ruta más rápida, la menos congestionada o el modo de transporte más barato, ahora se plantean cómo llegar a su destino de la forma más segura posible. Esta nueva situación plantea ciertos retos para la movilidad urbana que deben ser tenidos en cuenta en el futuro.

Cuando en marzo el confinamiento paralizó la vida, no solo de los españoles, sino de gran parte de la población mundial, se vivió una caída nunca antes vista en la movilidad urbana. Pese al gran impacto económico que esta situación ha causado, podemos subrayar una consecuencia positiva de la cuarentena: en el momento álgido del confinamiento, a principios de abril de 2020, las emisiones mundiales diarias de CO2 de origen fósil llegaron a disminuir un 17% con respecto a 2019, según el informe United in Science 2020 presentado por la ONU.

Con la reincorporación al trabajo tras los meses estivales y la reactivación progresiva de la movilidad urbana, es importante que las instituciones públicas promuevan formas de transporte que sean a la vez sostenibles y seguras. Es previsible que conforme decaigan las restricciones y vayamos retomando el trabajo presencial, la movilidad urbana aumente en consonancia.

Por ello, el vehículo privado, será menos útil para esas personas, y el estímulo que supone la accesibilidad a servicios de carsharing puede ser la última razón que anime a estas personas a completar su transición hacia una movilidad más sostenible compuesta de transporte público más carsharing.

Los cambios ya están siendo evidentes. Por ejemplo, el Gremio de Comerciantes de Bicicletas de Cataluña ha recogido un incremento del 30% desde el final del confinamiento. Con la reincorporación al trabajo presencial o semipresencial tras el verano, volvieron a ser habituales las imágenes de metros y autobuses con gran cantidad de viajeros, con lo que muchos ciudadanos encontraron en la bicicleta un medio de transporte sostenible, barato y seguro. Sin embargo, no todo el mundo opta por utilizar la bicicleta cuando hace mal tiempo o para distancias más largas y, por lo tanto, necesita un medio de transporte más cómodo que siga combinando la flexibilidad con la individualidad, como el uso compartido del coche.

El transporte público ha sido una víctima de la pandemia y un gran número de usuarios de transporte público optaron por cambiar al coche. Es aquí donde el carsharing juega un papel fundamental para ofrecer a los usuarios una manera sostenible, cómoda, segura y fiable de moverse por la ciudad. Los operadores de carsharing sufrimos de primera mano, como otros muchos sectores de la economía española, los efectos de la pandemia.

Pese a que intentamos mantener nuestros coches en la calle el máximo tiempo posible para dar servicio a los trabajadores esenciales que deberán continuar acudiendo a su puesto de trabajo, finalmente nos vimos obligados a parar la actividad por completo. Cuando en el mes de junio pudimos retomar nuestra actividad, lo hicimos acordando unas medidas y protocolos de higiene y seguridad que permitieran a los conductores madrileños recuperar la confianza en nuestro servicio, para así poder contar con el carsharing para sus desplazamientos por la ciudad. El resultado es muy positivo, ya que los vehículos están aún más limpios que antes, y el usuario nos ha dado su confianza.

Esta buena acogida se refleja en nuestras cifras, ya que el número de alquileres, por ejemplo, aumentó en octubre en un 56% en comparación con la mitad de este año. Un aumento similar se puede observar en la distancia, así como la duración de los alquileres durante este tiempo: los kilómetros recorridos aumentaron un 46%, la duración total un 52%.

En los últimos meses también hemos visto pasos muy positivos por parte de la administración pública de cara al respaldo e impulso de la movilidad compartida. Por un lado, la DGT ha incluido los coches compartidos en el Registro de Vehículos, otorgándoles un distintivo propio y reconociéndolos como pieza clave de la movilidad urbana. Y, por otro lado, el Ayuntamiento de Madrid ha inaugurado diversos puntos de parking exclusivos para coches compartidos en nudos estratégicos de movilidad, lo que facilita la intermodalidad y permite a los usuarios elegir la modalidad de transporte más ventajosa para cada momento.

Por último, la Comunidad de Madrid, en su esfuerzo por impulsar la movilidad eléctrica, subvencionará la compra de vehículos eléctricos y también ha anunciado ayudas para que los ciudadanos que achatarren un vehículo de más de diez años de antigüedad puedan acceder a un bono de 1.250€ a utilizar en servicios de carsharing.

Estas medidas suponen, tanto a nivel nacional como local, un importante respaldo del vehículo compartido frente al privado y plantean un escenario prometedor para la integración del carsharing como el componente central de la movilidad sostenible en las ciudades. Además, unidas a los cambios de hábitos y costumbres tras la pandemia, supone una oportunidad para realizar un verdadero cambio hacia la sostenibilidad, la mejora de la calidad del aire en las ciudades y la electrificación del transporte.

En este momento clave para el cambio, los operadores de carsharing debemos continuar trabajando para ofrecer productos y servicios que den respuesta a las nuevas necesidades de los usuarios y que, al mismo tiempo, permitan que nuestras ciudades sean espacios de convivencia e integración.