El caleidoscopio de las TIC en 2021: nuevas tendencias y posibilidades

La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de disponer de una “conectividad robusta, diversificada y de alta calidad”. Esas virtudes se acentuarán a lo largo de 2021 con el incremento exponencial del tráfico de las redes

Los múltiples efectos de la pandemia en las telecomunicaciones se dejarán sentir en los próximos años. Además de poner de manifiesto la importancia de contar con una conectividad robusta, diversificada y de alta capacidad, -para poder emplear de manera continuada los servicios de videoconferencia y colaboración-, con un incremento exponencial del tráfico de las redes de los operadores, se ha propiciado la adopción por las instituciones y empresas de nuevos servicios, basados en el procesamiento masivo de datos y el uso de herramientas de inteligencia artificial que impulsan al alza el crecimiento de la actividad en las numerosisímas “nubes” en Internet, cada vez más próximas física y lógicamente a los usuarios en las que se alojan un número creciente de recursos de los operadores, convertidas en el nuevo escenario de la competencia real entre los “super-agregadores” de datos (en Occidente, Amazon/AWS; Microsoft; Google; IBM Bluemix y Oracle y en China, Alibaba; Tencent y China Telecom) y los operadores. Todos estos y otros actores adyacentes y emergentes, basados en soluciones propias y modelos mixtos de pago por suscripción y uso, configurarán en 2021 en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones un “conjunto diverso y cambiante”, como define el Diccionario de la Lengua Española el término caleidoscopio.

El próximo año, en función de la situación geo-política tal vez se cierre o amplíe la separación entre la Internet libre y la Internet intervenida, dando lugar a una “Splinternet”, en el término empleado por el análisis sobre la política global en materia tecnológica de The Economist de 21 de Noviembre pasado (”The New Grand Bargain”) y en consecuencia será más previsible, no obstante los patentes antagonismos actuales, cómo pueden evolucionar los trasvases entre ambas. Tal vez la adopción por los actores principales en Internet de un “contrato por la web” si no estrictamente el mismo al menos similar al promovido por Tim Berners-Lee, sirva para devolver a Internet su condición de espacio de relación libre, ordenado y seguro con que fue concebida o quizás se torne en la práctica en una organización global de los datos (”WDO”) como la propuesta por Ian Bremmer, sirviendo para ordenar los desajustes sobre el uso de la información en la plataforma de plataformas a nivel planetario.

Asimismo, cabe la posibilidad de que se produzca una diferenciación efectiva en la regulación de las actividades que se sirven de Internet, con y sin ánimo de lucro, más allá de la distinción por las categorías de los dominios e incluso de las normas tributarias aplicables a la venta de productos y servicios a través de Internet, con independencia de la ubicación de los dispositivos conectados. En 2021 muy probablemente el protagonismo en el tráfico de datos lo sigan ostentando de manera creciente los OTT (”over-the-top” o proveedores de valor añadido para los que la conectividad es un ingrediente de su actividad principal): Google, Facebook, Amazon, Apple, que podrían llegar a actuar como operadores de manera indirecta pero efectiva -como ya hace WhatsApp utilizando la numeración asignada por los operadores a sus clientes-, especialmente en el formato de vídeo, como se ha puesto de manifiesto como consecuencia de la pandemia por parte de zoom y de Teams, sucesor de Skype, como solución propietaria de conectividad colaborativa de Microsoft.

Además, siempre respetando la normativa sobre protección de datos personales y requiriendo la autorización previa de los clientes, esos titanes de Internet podrían seguir accediendo a los clientes de los operadores para sus servicios vinculados a la comunicación y colaboración en Internet, añadiendo sucesivas capas de valor y estableciendo una vinculación similar a la que une al usuario de un dispositivo con el sistema operativo de éste.

Jugadores que no invertirán en redes

Parece probable que los OTT no deseen caracterizarse como operadores con red propia, con el fin de evitar las obligaciones regulatorias específicas de cada país y las consecuencias tributarias de un arraigo efectivo en un territorio determinado, lo que hace por ello muy improbable su interés en adquirir infraestructuras de redes “de última milla” sujetas a estrictas reglas de acceso de terceros. Sin embargo, parece probable que alguno de los OTT continúe desarrollando infraestructuras propias que conecten sus centros de proceso de datos, especialmente si, como hacen posible empresas como Multiverse en el parque tecnológico de Miramón en San Sebastián, se puede poner la potencia de los ordenadores cuánticos a disposición de grandes generadores de registros.

Por razones diversas, de capacidad de desarrollo de producto, limitación de su implantación en función de las autorizaciones administrativas nacionales para el ejercicio de su actividad y en bastantes casos por su coste elevado de financiación, que puede disuadir de invertir en actividades que en el pasado no han dado los resultados esperados, lo contrario, o sea, que los operadores se conviertan en OTT es altamente improbable, más allá de sus ofertas actuales de servicios de entretenimiento y de domótica y seguridad para el gran público y de servicios informáticos diversos para empresas. No obstante, los operadores podrían eventualmente ampliar sus ofertas a los clientes como proveedores de confianza de servicios de electricidad, seguros y algunos otros servicios, aprovechando experiencias propias de escala limitada y aprovechando modelos de fidelización y retención empleados con éxito en el negocio de telecomunicaciones. Es patente que la diferenciación de la oferta más allá de los servicios tradicionales implica nuevos riesgos, pero a la vez puede ser necesaria para capturar cuota de mercado adicional sin sacrificio de rentabilidad de la conectividad, si bien la historia de los paquetes de servicios de los operadores está cuajada de subvenciones cruzadas que desvirtúan los resultados por separado y frecuentemente no arrojan el retorno esperado.

Normativa de protección de datos

En 2021 no obstante cabe la posibilidad de que la normativa de protección de datos personales, especialmente en lo que concierne al lugar de tratamiento de los datos y una posible agenda digital y de ciberseguridad “vigilante” en la Unión Europea puedan frenar el desarrollo de servicios de valor añadido, si se mantuviese el empeño de crear una federación de “nubes” europeas homologadas con los parámetros previsiblemente más restrictivos en el uso de herramienta de filtrado, anonimización y tratamiento de los datos protegidos, mediante una aplicación más estricta del RGPD europeo, auténtico referente en materia de protección de los datos personales. Puede ocurrir igualmente en 2021, siguiendo la idea de crear campeones mundiales de entre los actores principales, que el mercado digital en Europa pueda consolidarse mediante la fusión de operadores en el mismo mercado nacional, gracias a una visión más orientada a la competencia efectiva en función de los precios para los clientes finales y menos en razón del número de empresas en competencia, teniendo en cuenta la profusión de operadores virtuales y las opciones de conectividad asociadas a los OTT antes mencionadas, al tiempo que cabe esperar que se apoye la creación de operadores pan-europeos para aprovechar las ventajas de la escala para la innovación y las sinergias operativas. La eventual ola de concentración de operadores podría estar acompañada de varias decisiones de la Comisión europea para “compensar” la ventaja de los titanes de Internet y contribuir a reparar la maltrecha situación financiera de un buen número de operadores, para los que desde hace meses la rentabilidad de los negocios actuales no alcanza su coste de capital. En este sentido, como indica el analista de Morgan Stanley Emmet Kelly, cabría que la UE revisara de cuatro a tres el número de operadores móviles con red propia en cada mercado nacional; que se establecieran precios mayoristas de referencia más elevados para las redes de fibra de última milla; que las concesiones de espectro lo fuesen a perpetuidad, como en Estados Unidos y que el principio de neutralidad de red se formulase de modo imperativo y más favorable para los operadores, que en la actualidad ofrecen gratuitamente el tránsito y la interconexión a los OTT, a los que tratan como un componente de su propuesta de valor para sus clientes.

En lo que concierne al ecosistema industrial, igualmente condicionado por la creciente exclusión de proveedores chinos en Occidente por aparentes razones de seguridad y la evolución incierta de las restricciones al comercio internacional de componentes y uso de patentes, parece posible que se produzca una integración de fabricantes de equipamiento entre sí o con empresas que desarrollan sistemas de gestión de red, convirtiéndose en vendedores de servicios, con una mejor generación de márgenes y mayor recurrencia de ingresos.

En 2021 probablemente sepamos si las arquitecturas abiertas de redes móviles, basadas en las prescripciones de TIP (liderado por Facebook) y Open RAN (ya desplegado en Japón por Rakuten), si llegan a ser industrializadas, tienen el efecto disruptivo en la instalación, gestión y supervisión de red y especialmente en la reducción de costes de las infraestructuras de red, como recoge en su perfil de Mikitani Hiroshi, la columna Schumpeter de The Economist de 7 de Noviembre pasado.

Naturalmente la infraestructura más competitiva será necesaria para poder rentabilizar la probable erosión de ingresos derivada del constante envilecimiento de los marcos de tarifas en las telecomunicaciones, en los distintos paquetes de conectividad y utilidades para los segmentos de residencial y empresarial, destacando los impactos en la futura oferta de servicios del aumento muy considerable del teletrabajo (62% de las empresas encuestadas por Cisco tienen más de la mitad de su plantilla trabajando en remoto frente al 19% antes de la pandemia) y en el número de personas empleadas por las mejoras de productividad y los nuevos modelos de relación profesional.

Proveedores pasivos de red

Adicionalmente habrá que observar la progresión de los cada vez más influyentes proveedores de pasivos de red (torres de móvil, redes de última milla de fibra) que podrían ambicionar convertirse en proveedores neutrales de red mediante adquisiciones de activos técnicos de los operadores o el despliegue de recursos de red propios apoyados en las autorizaciones e intangibles de aquellos, mediante la coexistencia de capas de red públicas y privadas, físicas y lógicas, como un paso más en la progresiva virtualización de redes en la que se basan los modelos abiertos antes mencionados.

En paralelo, los proveedores de equipos de clientes, terminales inalámbricos, módems y enrutadores como eslabón imprescindible para la operatividad de la nueva tecnología seguirán aumentando la oferta de dispositivos para crear la experiencia de cliente asociada al menor retardo, destacando el potencial de mejora esperado de la nueva generación de videoconsolas para el gran público y la profusión de tipos de sensores para la conexión inalámbrica masiva de máquinas. Capítulo aparte representa el despliegue de servidores para el tratamiento cercano de datos (”edge computing”) asociado a procesos de fabricación y logística, creando entornos inteligentes de gestión cerrados aprovechando especialmente las prestaciones esperadas de 5G.

De cara a los próximos años, en el ámbito de la Unión Europea habrá de tenerse presente el efecto incentivador de los fondos públicos “Next Generation EU”, para la recuperación previstos para la inversión en infraestructuras de telecomunicaciones, orientados a cerrar la “brecha digital”entre territorios y a facilitar el imparable proceso de digitalización en todo tipo de intercambio de información, con sustanciales mejoras esperadas de productividad y eficiencia.

No obstante el impulso recibido desde los poderes públicos y el conjunto del sector de las telecomunicaciones, a estas alturas es imperativo reconocer la inmadurez de las referencias de uso de 5G, como recoge refiriéndose a la cobertura disponible en Estados Unidos Matt Kapko en un artículo en SDX Central del pasado 9 de Noviembre: “5G ain’t all that”, a falta de una aplicación clave para la habilitación de la tecnología en un paradigma de uso superior, aunque bien podría serlo el videojuego cooperativo y competitivo, especialmente ante el inminente duelo entre las nuevas consolas Microsoft Xbox X y Sony PS5, que promete aún más resolución y por ello menor retardo, también en dispositivos móviles. En todo caso, como reconocen voces autorizadas e interesadas, como el actual presidente de Ericsson, Börje Ekholm, la “aplicación definitiva” está por llegar y tal vez en razón de la versatilidad de la tecnología 5G, podrán en realidad ser varias, en función de la evolución de la matriz de comunicación de uno para uno; uno para muchos; muchos para uno; muchos para muchos, a su vez alimentada indefinidamente por todos los esquemas anteriores.

Sin ánimo de agotar la posible enumeración de retos, oportunidades y desafíos en el futuro más próximo, será finalmente necesario tener presentes los nuevos modelos del uso del espectro y la posible nueva ecuación entre espectro e infraestructura de red, resultando en un poliedro de opciones combinables que, sin duda, ofrecerá posibilidades de comunicación e intercambio de la información apenas imaginados, como la telepresencia mediante hologramas y la generación de diagnósticos basados en un número de registros inimaginables, a disposición de quien pueda precisarlos prácticamente en tiempo real. Ojalá seamos capaces, ya en 2021 y más allá de los encomiables esfuerzos del Foro para la Gobernanza de Internet promovido por Naciones Unidas, de aunar esfuerzos a nivel global, como propone Robert Knake, a través de “zonas de libre comercio de los datos personales” para que del tejido social, heterogéneo, cambiante y lamentablemente no siempre armónico, a través de las instituciones públicas y privadas, surja una aproximación humanista a la tecnología, un impulso enriquecedor de la dignidad de las personas, protegiendo adecuadamente su identidad e intimidad, a través de la creación, difusión y utilización responsable de la información, que no ponga en riesgo nuestra libertad, como atinadamente señaló el profesor García Manglano en sus reflexiones sobre el documental de Netflix “El Dilema Social”, disponible en YouTube, de modo que, como dice el catedrático de Filosofía del Derecho, Francisco Laporte, Internet no se convierta en el “panóptico universal en el que todos somos vigilantes y vigilados”.