Transformar la banca pasa por tecnologías flexibles y desarrollos adaptados a los clientes

La digitalización de la banca es hoy uno de los grandes retos del sector. A los cambios regulatorios constantes hay que sumar la introducción en el mercado de las plataformas fintech. Este nuevo escenario también nos lleva a hablar de la entrada de compañías de origen tecnológico como Amazon, Facebook o Google en el negocio bancario ofreciendo a sus millones de clientes servicios de estas entidades financieras. Además, por si todo lo anterior no fuera suficiente, también hay que recordar que el cliente está demandando últimamente nuevas formas de relación e interacción con los bancos. Estas vienen impulsadas, sobre todo, por la generación millenial y su uso intensivo de Internet y dispositivos como los smartphones. Todo ello coloca a los actores tradicionales ante el dilema de asumir un proceso de digitalización que les permita mantenerse en el mercado o desaparecer.

Esta decisión, que convierte al cliente en el leitmotiv de la entidad financiera, implica abandonar la idea de abordar la digitalización con proyectos departamentales y caminar hacia una forma de operar más ágil y dinámica. Sólo así podrá dar respuesta e incluso, anticiparse a la experiencia que el cliente actual demanda. Es, sin duda, un desafío enorme pero necesario, que deben afrontar cuanto antes, si quieren mantener su ventaja competitiva en el mercado.

En este escenario, el low-code se presenta como una enorme oportunidad, pues permite a las organizaciones dotarse de nuevas capacidades, de forma sencilla y rápida, para adaptarse a cualquier cambio, frente a un enfoque más convencional basado en lenguajes de programación. El desarrollo low-code se apoya en la lógica empresarial, es decir, es capaz de transformar la idea para una nueva aplicación en software sin necesidad de escribir una sola línea de código, lo que ahorrra tiempo y recursos.

Se trata de hacer el desarrollo de aplicaciones y servicios más intuitivo y accesible a cualquier miembro de la organización con el objetivo de que incorpore al desarrollo la forma en la que la empresa trabaja y se relaciona con sus clientes. De esta manera, no sólo se consigue acortar de forma significativa el tiempo de entrega y la puesta en producción- Forrester señala que el 75% de las empresas no es capaz de desarrollar aplicaciones tan rápidamente como las necesidades empresariales lo requieren-, sino que, además, se consigue dar respuesta a lo que la empresa espera o demanda de este desarrollo.

Según el informe El futuro del trabajo de IDC, el 50% de las aplicaciones empresariales no cumple las expectativas de los responsables de negocio. Esto evidencia la falta de alineación entre tecnología y negocio que el desarrollo low-code subsana.

Ya hay importantes referencias en el mercado bancario internacional y local que, de la mano de Appian, vienen utilizando el low-code para seguir creciendo y conservar así su liderazgo en sus mercados. Una de las más recientes en sumarse a esta lista ha sido Bankia, la cuarta entidad financiera de nuestro país, que ha evolucionado su manera de trabajar gracias a un nuevo enfoque más digital en su área legal.

Se trata de un proyecto de mejora de la eficiencia operativa de sus procesos y de los tiempos de respuesta de los asuntos, con el fin último de proporcionar un servicio de alto valor y calidad a sus clientes.

Por regla general, las compañías bancarias suelen apostar por una solución de rápida implementación y fácilmente adaptable a los cambios normativos que vayan surgiendo.

Con estas premisas, Appian se posiciona como la alternativa idónea por tres motivos fundamentalmente: Uno, porque permite a las entidades financieras la agilidad y la autonomía para que sus consultores puedan desarrollar la herramienta de forma independiente. Dos, por su escalabilidad, que ofrece total garantía para que las entidades desarrollen de forma ágil todos los procesos ante posibles cambios de regulación o en la estrategia. Y en tercer lugar, por su capacidad de integración de forma que toda la información que recoge la herramienta también queda registrada en los sistemas corporativos con los que ya contaba la compañía.

Un nuevo proceso de trabajo que reduce el tiempo de tramitación en un 40%. Con el desarrollo low-code, Bankia ha logrado tener en tres meses una primera entrega del proyecto, gracias a que los datos extraídos por algoritmos luego son incorporados por Appian en las propias aplicaciones del banco para facilitar la gestión y procesamiento al equipo legal.

Antes de su puesta en marcha, el proceso recibía todas las notificaciones en un buzón de correo electrónico. Ahora estas notificaciones están embebidas en el propio sistema, por lo que el abogado sólo registra la notificación y se dirige automáticamente al siguiente paso del proceso.

A este primer desarrollo se ha ido incorporando nueva casuística jurídica, generando una herramienta de trabajo muy potente y eficiente, que facilita la comunicación con el resto del equipo y logra una mejor eficiencia operativa en todo el proceso. De hecho, se reduce el tiempo de tramitación de los asuntos en torno a un 40%.

Como en otros sectores, la banca necesita hacer frente a los nuevos desafíos competitivos y del mercado. Los cambios regulatorios, la demanda de una experiencia de cliente digital cada vez más exigente y seguir siendo relevante en una carrera sin cuartel con nuevos y ágiles competidores, son el escenario perfecto para mostrar a las entidades el potencial del low-code para crear software y valor comercial más rápidamente de lo que hubieran imaginado. La diferencia reside en ser disruptivo y sumarse a la transformación digital, o ser arrollado por el cambio.