SOS: tecnología que salva vidas

Drones que ayudan en las operaciones de rescate o en la extinción de incendios y servicios de teleasistencia con inteligencia artificial son solo algunos de los dispositivos que salen al auxilio en situaciones de emergencia

Drones que luchan contra los incendios forestales de noche y sin poner en riesgo la vida de las personas; sistemas de navegación que predicen la ubicación de un náufrago a la deriva; cámaras térmicas que ayudan en la localización de desaparecidos; inteligencia artificial en redes sociales para predecir brotes de una enfermedad; servicios de teleasistencia con asistentes de voz... La tecnología avanza a grandes pasos en muy distintas aplicaciones que comparten el fin último de salvar vidas.

La actual pandemia ha demostrado la efectividad de aplicaciones y herramientas de software para intentar controlar la expansión del Covid-19. En Japón y Corea del Sur, por ejemplo, dieron muy buenos resultados las apps empleadas para el rastreo y la geolocalización de los contagiados. Llama la atención que en octubre de 2019, cuando aún no nos habían llegado las primeras noticias del brote de Wuhan, la Comisión Europea puso en marcha un proyecto dotado con 9,5 millones de euros para la predicción de pandemias. El proyecto Stamina reúne a 38 entidades de 16 países del Viejo Continente y no tiene nada que ver con el sistema de ahorro de batería de los móviles -con el que comparte nombre. Su acrónimo ya permite descubrir su objetivo: Demostración de apoyo inteligente a la toma de decisiones para la predicción y gestión de crisis pandémicas dentro y fuera de las fronteras europeas. Esta estrategia transnacional incluye múltiples proyectos tecnológicos para anticiparnos a situaciones sanitarias graves. Entre ellos, una universidad de Reino Unido ha creado un sistema dotado de inteligencia artificial para detectar a partir de conversaciones en redes sociales cuándo se producen síntomas de virus como fiebre, diarrea o dolores articulares en una misma zona. Esto podría dar muchas pistas para afrontar un problema en su origen y evitar su propagación.

Teleasistencia con inteligencia atificial

Una de las entidades españolas que participa de Stamina es Cruz Roja, acostumbrada a usar la tecnología para atender necesidades sociales y salvar vidas. El director de Servicios Tecnológicos Digitales de esta organización, Carlos Capataz, nos recuerda cómo hace 30 años pusieron en marcha algo revolucionario en la época y que ahora nos puede resultar muy básico: el servicio de teleasistencia. “Nos preguntamos entonces por qué los mayores tenían que dejar sus casas y sus raíces y marcharse a una residencia. Empezamos a explorar e importamos del Norte de Europa lo que llamaban telealarma, que ampliamos a la teleasistencia. En aquellos momentos, la gente era muy reticente a estos sistemas, pero pronto se vio que un simple botoncito podía activar una alarma a la central y ahorrar muchos disgustos innecesarios. Quince años después, también lo ampliamos a la calle. Ahora contamos con un protocolo de comunicaciones que ya es un estándar europeo”. Reconoce Capataz que desde entonces no han parado en la búsqueda de proyectos, a través de la Fundación Tecsos, en los que la tecnología es la mejor aliada para salvar vidas.

También en el campo de la teleasistencia y con la pandemia como telón de fondo, Cruz Roja se ha aliado con Amazon y Accenture para mejorar esa atención a los más mayores, muchos de ellos solos. “Nos gusta trabajar en alianza con socios y esta vez nos proponíamos ampliar los canales de comunicación que tenemos con nuestros usuarios, más allá del teléfono, el correo electrónico o las redes sociales. Queríamos ver las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial y los asistentes de voz, en concreto Alexa”. Decidieron desde Cruz Roja adaptar los contenidos que ya habían creado para su web con información práctica sobre cómo evitar contagios, soportar situaciones de estrés o angustia o cómo enfrentarse a pequeños accidentes en casa... “Se trataba de saltar todas las brechas digitales posibles. Pensamos en personas que no tienen habilidades tecnológicas y que nunca han manejado un ordenador o ni siquiera un móvil, que podrían manejarse hablándoles directamente a un altavoz al que solo tienen que aprenderse su nombre -Alexa en este caso-. Ya sabemos lo que sucede cuando un nieto enseña al abuelo en una hora a usar el móvil, que luego cuando se queda solo le empiezan a llegar notificaciones, alarmas, avisos de actualizaciones y termina perdido entre tantos mensajes. Aquí se evita cualquier problema de ese tipo”. Y menciona el caso de una usuaria muy mayor y enferma de Alzheimer que desgraciadamente ya no reconoce a su hija, pero que, en cambio, es capaz todos los días de pedirle a Alexa los ejercicios de gimnasia diseñados por un fisioterapeuta de Cruz Roja y de hacerlos mientras el altavoz con pantalla le va dando indicaciones. O de un anciano que no pudo ir a la escuela de pequeño y que antes del confinamiento estaba asistiendo a clases de alfabetización para adultos y que ahora mantiene esa actividad preguntándole todas las dudas a Alexa. “Cualquiera que disponga de un altavoz -preferiblemente con pantalla- puede descargarse la aplicación de Cruz Roja con estos contenidos. Seguiremos hasta el mes de febrero realizando pruebas con un grupo de 100 usuarios para ver qué más prestaciones o funcionalidades podemos ofrecer a través de estos dispositivos. Creemos que este tipo de desarrollos tecnológicos ayuda a salvar vidas porque esta situación de semiconfinamiento, que obliga a pasar tanto tiempo en casa, y muchas veces en soledad, provoca estrés y angustia que puede derivar en accidentes domésticos. Además, queremos llegar al momento en el que el asistente de voz pueda detectar, por las búsquedas realizadas, que la persona se encuentra en una situación de necesidad y le pueda recomendar bien un contenido concreto o directamente activar una llamada”, añade Capataz.

Búsqueda de desaparecidos

Otra alianza, esta vez con la empresa de ingeniería Altran, está permitiendo a Cruz Roja mejorar sustancialmente los sistemas de rastreo en la búsqueda de personas desaparecidas. “Ellos desarrollan sistemas de navegación aeroespaciales y nos propusieron una serie de retos con la utilización de drones”, resume Carlos Capataz. “Cuando nos llega un aviso de una desaparición, las primeras horas son cruciales. Los problemas de hipotermia pueden provocar desenlaces fatales. Es necesario batir superficies muy amplias a contrarreloj. Si contamos con un sistema que utiliza nuestra metodología de rastreo -que como cabe imaginar no es salir al monte sin más y andar por andar- y le colocamos una cámara térmica que detecte puntos de calor y que sepa distinguir un animal de una persona, esto ya es un gran avance”, explica el director de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja. De esta manera, el dron se convierte en un operador más que puede ir 100 metros por delante de los rastreadores a pie. Estos pueden ver en el móvil la imagen que va captando el dron. A partir de ahí, el dron puede ahorrarles mucho trabajo, hacerles avanzar más rápido con recomendaciones de saltarse determinados cuadrantes ya rastreados por el dispositivo en vuelo... El proyecto, aún en fase de pruebas, se está beneficiando de una convocatoria de ayudas de Red.es y en él participa también la Fundación Vodafone y Huawei ya que el 5G tiene mucho que decir en este caso. “Si el dron utiliza la tecnología 5G, la capacidad de computación y velocidad va a ser aún mejor. Tampoco necesitaremos un ordenador muy potente cerca del dron, sino que se comunicará con un centro de datos en la nube y al reducirse la latencia no habrá problemas de choques con líneas de alta tensión o árboles”, destaca Capataz.

Los drones, los protagonistas

Rastreando proyectos tecnológicos que ayuden a salvar vidas, hay que reconocer que los drones acaparan bastante protagonismo. Desde la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítimas también nos hablan de lo familiarizados que están con estos artilugios. Néstor Perales, jefe de Inspección Aérea de esta sociedad pública, nos cuenta cómo “la primera de estas operaciones tuvo lugar a principios del 2019 con aeronaves no tripuladas de la EMSA”. “Esta operación fue liderada por el Servicio de Vigilancia Aduanera, que permitió a Salvamento Marítimo y Secretaría General de Pesca hacer uso de ellas en Huelva para diferentes misiones de las tres agencias”, añade. El modelo utilizado en esos casos fue un avión de 150 kilogramos de peso al despegue de la empresa portuguesa Tekever. En estos momentos, Salvamento Marítimo está desplegando otra operación con drones en el que participan la Dirección General de Aviación Civil, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, Enaire y la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio de la Universidad Politécnica de Madrid. “Para el siguiente proyecto -iSAR- daremos un paso más al desarrollar una aeronave no tripulada para Salvamento Marítimo que podrá operar desde barcos remolcadores nuestros. De hecho, este desarrollo va alineado con la construcción del nuevo buque donde ya se prevén espacios para estacionar y operar este tipo de aeronaves”, añade Perales.

Extinción de incendios

Todavía en el aire, los drones también pueden ayudar a combatir el fuego aun cuando los medios tripulados por pilotos tienen que retirarse por la llegada de la noche o por condiciones adversas. Esta vez la responsable es la startup Drone Hopper, que ha sido seleccionada entre más de 700 propuestas como finalista de la convocatoria española del Premio Everis 2020 al emprendimiento. Este dron, llamado Wild Hopper, tiene una capacidad de carga de agua de 600 litros y permite realizar un cortafuego de 100 metros con una sola descarga. Cuenta con un sistema de nebulización de agua combinado, con capacidad de soltarla a baja altura que permite ser hasta cinco veces más eficaz en la extinción de un fuego que con los medios tradicionales. Otro de sus puntos fuertes, como decíamos antes, es la posibilidad de operar de noche, de forma precisa, eficiente y sin poner en riesgo la vida de los pilotos.

Más allá de los artilugios voladores sin piloto, Salvamento Marítimo también se sirve de la tecnología para localizar a náufragos. “Utilizamos herramientas informáticas de modelado para analizar cada emergencia con un software que permite predecir el movimiento del náufrago u objeto de búsqueda sobre la superficie del mar desde su última posición conocida. También incluye un módulo de despliegue de las unidades de Salvamento Marítimo para optimizar la búsqueda maximizando su probabilidad de éxito basándose en múltiples factores como el tipo de objeto, el método de búsqueda y condiciones ambientales”, explica Christian De Lera Fernández, jefe del Área e-learning y Proyectos I+D+i del Centro Jovellanos. Añade que estas aplicaciones informáticas utilizan la información océano-meteorológica como piedra angular para poder determinar la deriva del objeto de búsqueda. Aprovecha la información que le facilitan dos servidores EDS (Environmental Data Server) que recogen diariamente datos meteorológicos y oceanográficos de diversos proveedores (Puertos del Estado, Aemet, Copernicus, Noa, Sobib) para que puedan utilizarse en tiempo cuasi real en emergencias marítimas. “La combinación de estas ayudas informáticas con la experiencia del Controlador de Salvamento Marítimo, pilar fundamental de la fase de planificación, determinará el éxito de la misión”, añade.

Ya sea en casa, en el monte o en el mar, los dispositivos cargados de chips y procesadores ayudan a los auténticos héroes, los efectivos de los servicios de rescate y asistencia, a salvar vidas. Aquí sí, la unión hace la fuerza.