‘Crash Bandicoot’ ya es cuántico

Tras la reedición de su trilogía clásica, el marsupial anaranjado regresa por la puerta grande con una aventura original plagada en detalles y en la que todo está enfocado a la máxima jugabilidad y diversión

Quien esto escribe se declara fan incondicional de Crash Bandicoot. En los años 90 disfrutó acabándose las tres primeras entregas del personaje la arcaica Playstation original. Después hizo lo propio con el juego de karts y con otro de minijuegos protagonizado por el mismo marsupial naranja. Ahora es normal que le cueste ser neutral ante la cuarta entrega de un título que le provoca tan buenos recuerdos. Sirva como aviso. En su día, los estudios Naughty Dog -autores de la trilogía original- revolucionaron el género de plataformas con nuevas transiciones y movimientos en la línea del también pionero dragón Spyro. Así, el personaje se movía por escenarios tres D en distintas direcciones. Incluso se desplazaba hacia nosotros cuando era perseguido por bolas o enemigos gigantescos. Varios lustros después de concluida aquella trilogía con ‘Warped’, llega este ‘It’s about time’ con los mismos personajes y manteniendo la esencia de aquellos primeros tres juegos. Regresa con gráficos espectaculares adaptados a la potencia de las actuales máquinas y con un nivel de creatividad y originalidad aún mayor que la de sus primeros padres, esta vez a cargo del estudio Toys for Bob. Lo primero que hay que decir, pues, es que, si disfrutaste con Crash Bandicoot en los años 90 y el cambio de milenio, también lo harás ahora. Si te gusta el género de plataformas -del que lo cierto es que cuesta encontrar títulos- este juego tampoco te decepcionará.

Activision, responsable de la reciente recuperación del simpático personaje con la recreación desde cero de los tres primeros títulos (N-Sane Trilogy) y del juego de karts (Crash Team Racing Nitro-Fueled), promueve y distribuye esta cuarta entrega, que continúa la historia en el punto donde la dejamos en ‘Warped’. De esta manera, la acción vuelve a desarrollarse en un grupo de islas de las antípodas, todas ellas muy coloridas, repletas en detalles, entre galeones piratas, cuevas tenebrosas, extrañas maquinarias... El científico loco Neo Cortex, que supuestamente creó al marsupial naranja para manipularlo a su antojo, ha vuelto con sus seguidores del retiro cósmico en el que quedó encerrado al final de la primera trilogía. Crash mantiene sus relaciones con Coco y Uka-Uka. Entre las novedades, al elenco de personajes se sumará Tawna, que maneja un gancho muy útil parecido al de Batman, y del que tendremos que descubrir su origen.

Entre las novedades de ‘Crash Bandicoot 4’ se encuentra la posibilidad de elegir entre dos modos cuando iniciamos la aventura principal. Podemos jugar como siempre, en modo ‘retro’, con un número limitado de vidas para completar cada nivel y que luego podemos aumentar por las que encontramos en el camino, por cada cien manzanas recogidas y por las cajas de madera que destrozamos. En ese caso, cuando se nos acaban, no tenemos otra opción que reiniciar el nivel. Si, por el contrario, optamos por el modo ‘moderno’, tendremos vidas infinitas y siempre reapareceremos en el último punto de control. Aquí se nos contarán las veces que morimos y, por la dificultad creciente del juego, alguna que otra vez nos sonrojaremos al comprobar la de veces que hemos perdido la vida intentando acabar con alguno de los jefes finales. Hay que advertir que podemos cambiar de modo de juego en cualquier momento y que en el segundo modo se pierde un poco la esencia original porque entonces las fases de bonificación extra o el simple hecho de romper cajas y recoger todas las manzanas y gemas ya no tiene tanto sentido... a menos que queramos desbloquear aspectos para echarnos unas risas disfrazando a Crash y compañía. De humor, como en la trilogía original, hay mucho también aquí. Al diseño de los enemigos y a sus diferentes maneras de atacarnos y liquidarnos se suman los comentarios con voz en off que a veces se repiten por la megafonía de los escenarios deseándonos de todo menos cosas bonitas. La cara del pobre Crash cuando nos matan también es un poema. Se han cuidado especialmente también las animaciones entre nivel y nivel, para conocer cómo va progresando la historia y los planes de Neo Cortex y los suyos.

Lo mejor del juego es quizá esa variedad de situaciones. Esa alternancia en el desplazamiento lo hace realmente divertido. Tan pronto estamos en movimiento lateral clásico como estamos subidos a unos carriles a toda velocidad, somos perseguidos por un monstruo, tenemos que saltar de liana en liana... También, a medida que avanzamos, desbloqueamos la posibilidad de repetir los niveles de adelante hacia atrás, lo que alarga la vida del juego. Los escenarios, siempre tan coloristas, están repletos de detalles que indican que los desarrolladores no se han dejado nada al azar y de que está todo cuidado hasta el más mínimo detalle, incluso en aspectos que no se aprecian a menos que movamos la cámara adrede para buscarlos: desde las estructuras de madera de las que cuelgan bolas basculantes con pinchos, cómo se le refleja el fuego en la cara a Crash cuando se encuentra frente a una llamarada, los altavoces por los que recibimos esos tétricos mensajes, los diseños de cada enemigo... De estos últimos, conviene también conocer cómo acabar con cada uno de ellos, lo que nos llevará más de una vida. Durante el juego, por esa diversión que ofrecen los distintos niveles, hemos tenido más de una vez la tentación de repetirlos. No hay que preocuparse por ello y conviene avanzar en la historia, pues para eso, a medida que los completamos, se quedan desbloqueados y podemos volver a hacerlos cuantas veces queramos. Bien sea para disfrutarlos de nuevo o por aquello de mejorar la puntuación y desbloquear esos aspectos para Crash y Coco. Por cierto, también podemos elegir si completar la aventura o cada nivel como el personaje masculino o el femenino.

También a medida que vamos progresando, encontramos unas ‘cintas de salto al pasado’. Son unas misiones secundarias, similares a las etapas de bonificación, en las que parecemos metidos en un televisor de tubo con interferencias y en las que también podremos poner a punto nuestra agilidad. Esto es importante si queremos tener éxito en este juego: es tal la velocidad a la que tenemos que pulsar los botones sobre todo en las carreras en las que nos persiguen o vamos sobre raíles, que se requiere una destreza importante en el manejo del pad.

Otra de las novedades de ‘Crash Bandicoot 4’ reside en las cuatro máscaras cuánticas que vamos conociendo. Son una especie de superpoderes. El primero de ellos nos permite hacer aparecer y desaparecer plataformas u obstáculos. Por ejemplo, en el primer monstruo final, un loco batera, más vale que experimentemos bien con la dichosa máscara cuántica, porque en muy pocos segundos tendremos que escalar por unos camiones en movimiento que tenemos que hacer desaparecer y aparecer cuando saltamos de uno a otro. Nos ha sorprendido el nivel de dificultad desde el principio, por lo que no hay que llevarse a engaño sobre su infantilidad. Nos pone a prueba casi desde el inicio, lo que resulta muy retador para jugar en el modo ‘retro’ de vidas limitadas.

Para cuando queramos jugar con amigos, ‘Crash Bandicoot 4’ también incluye un modo batalla de dos a cuatro jugadores en el que competiremos por ver quién llega antes a la meta o quién consigue la puntuación más alta en combos y cajas. De principio a fin se aprecia que todo el juego ha sido diseñado pensando en fomentar la jugabilidad y la diversión al máximo. También se ve cómo, mientras saltamos y saltamos y rompemos cajas y más cajas, nos reímos con las animaciones y con la locura de cada nueva situación que tenemos que enfrentar. Y, mientras tanto, con el espectáculo para la vista que suponen esos escenarios plagados de detalles. Crash Bandicoot regresa por la puerta grande y los chicos de Toys for Bob han logrado un juego a la altura de la primera trilogía, que promete también ser el más largo de los tres. Damos buena fe de ello.